En los programas de detectives e
investigación de crímenes, con frecuencia aparece una substancia que se llama
Luminol. Al rociarse en forma líquida sobre la escena de un
crimen, el Luminol produce luz al realizar una reacción
química con pequeños rastros de sangre que el ojo humano no
distingue. El criminal podría haber dejado el lugar totalmente
limpio, al parecer; pero el Luminol permite a los
investigadores ver lo invisible. Les permite detectar evidencias de un
crimen que el ojo humano solo no ve.
En cierto sentido, la Biblia funciona como el
Luminol. Nos permite ver lo invisible.
En este mundo de
apariencias, de cosas que parecen ser sólidas pero son realmente
pasajeras, la Biblia nos revela la realidad invisible que es eterna.
Al
mostrarnos la realidad espiritual, la Palabra de Dios nos lleva
a una vida verdadera y mejor.
Abramos nuestras Biblias en 2 Corintios 4:16-18:
"Por tanto, no desmayamos; antes aunque este
nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante
se renueva de día en día.
Porque esta leve tribulación momentánea
produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven,
sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales,
pero las que no se ven son eternas".
El apóstol Pablo ha estado hablando de las
dificultades que enfrenta como apóstol. Sin embargo, dice: "no
nos desanimamos" (v. 16).
¿Por qué? Porque "no nos fijamos en
lo visible sino en lo invisible" (v. 18). ¿Te fijas en lo
visible, o en lo invisible?
Lo que se ve es pasajero, pero lo que no se ve es
eterno. Dios
es invisible. Nadie lo ha visto jamás. Sin
embargo, El siempre
ha existido. En cambio, este universo, con todo lo
que contiene,
tuvo un principio - y tendrá un final.
Lo más duradero - y por ende, lo más importante -
es invisible. Las cosas de este mundo pasarán, pero el reino de
Dios jamás pasará.
¿Para qué, entonces, vas a vivir? Si vives
para las cosas de este mundo, tu vida quedará sin
significado cuando el mundo deje de existir.
En cambio, si vives para lo eterno - para lo
invisible. hallarás bendición. Veamos dos bendiciones
específicas que recibimos cuando aprendemos a vivir para lo
invisible, en lugar de enfocarnos en lo que vemos.
La primera bendición
es ésta: ver lo invisible nos permite sobrellevar el
sufrimiento.
Observen lo que dice Pablo en el verso 17.
Describe los sufrimientos que él enfrentaba como "ligeros
y efímeros". ¿A qué sufrimientos se refiere Pablo? ¿Qué cosas padeció
él? Sabemos que él fue falsamente acusado, encarcelado,
náufrago, fue azotado, sufrió fuertes problemas de salud, fue
abandonado por algunos de sus compañeros, en fin, sufrió cosas
fuertes. Sin embargo, él los puede describir como "ligeros
y efímeros".
Los describe así, no porque no le dolían, sino
porque estas cosas son pequeñas a comparación con la gloria que
vamos recibiendo cuando vivimos para lo eterno e
invisible. Aunque sufrió cosas pesadas, Pablo sabía que el peso de
la gloria que recibiría de parte de Dios sería mucho mayor.
Un famoso predicador de antaño, poco antes de
morir, fue diagnosticado con una enfermedad mortal. El dijo lo
siguiente:
"Salí a caminar y miré aquella montaña que me
encanta. Observé el río tan lindo, y los árboles altos que son como
poesía para mi alma. Al ocaso, vi el cielo donde Dios encendía
sus lámparas, y dije: quizás no te vea muchas veces más, pero
montaña, yo seguiré viviendo cuando tú ya no estés, y río,
estaré vivo cuando tú dejes de correr al mar, y estrellas,
viviré cuando ustedes se hayan caído del cielo".
Cuando aprendemos a ver lo invisible, podemos
sobrellevar el sufrimiento. Aun la muerte deja de asustarnos
cuando llegamos a conocer a Aquel que venció la muerte.
Vayamos
ahora a 1 Corintios 7:29-31 para encontrar la segunda
bendición que recibimos cuando aprendemos a ver lo invisible:
"Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es
corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los
que se alegran, como si no se alegrasen; y los que
compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no
lo
disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se
pasa".
Ver lo invisible significa reconocer que le queda
poco tiempo a este mundo de pecado.
¿Cuánto tiempo? No lo sé, los tiempos de Dios no son como los nuestros. Pero ver lo
invisible significa un cambio de perspectiva, de valores; significa
ver las cosas de forma distinta.
Se trata de vivir como si no. Dice: "los que
tienen esposa deben vivir como si no la tuvieran" (v. 29). ¿Qué
significa esto?
¿Significa tener amantes? ¿Descuidar a la familia,
y andar siempre fuera del hogar? No, no significa eso.
Significa que uno deja de pensar que su pareja le va a traer la
verdadera felicidad, cuando sólo Dios lo puede hacer.
De igual manera, cuando lloramos o cuando nos
regocijamos, reconocemos que estas cosas son pasajeras. Cuando
compramos algo, lo sostenemos ligeramente. No permitimos que
nuestras posesiones nos posean. ¿Cuál es el resultado de
todo esto? El resultado es hallar el sentido de la vida. Ver lo
invisible nos lleva a una vida de verdadero significado.
Si tú has tratado de buscar satisfacción para tu
alma en las cosas temporales o en alguna relación, en las
posesiones, en tu posición social o en algún trabajo; sólo para
descubrir que no te satisfacen, estás listo para aprender a vivir
para lo eterno. Lo irónico es que, al hacerlo, vivirás mejor.
¿Te has dado cuenta de que las personas que más
esperan de su pareja son las que más parejas tienen?
Me explico.
Cuando tú esperas que otra persona te dé el amor que sólo
Dios te puede dar, pasas por una etapa de enamoramiento donde
todo parece color de rosa. Pasa el tiempo, sin embargo, y se
te caen las escamas de los ojos. Te das cuenta de las
imperfecciones de tu pareja.
Pronto el encanto se convierte en desilusión, y
hay que buscar a otra persona que pueda lograr lo que la anterior
no pudo. ¡Se convierte en un cuento de nunca acabar! Esto es lo
que sucede cuando buscas tu felicidad en este mundo, que está
por desaparecer.
En cambio, cuando aprendes a ver lo invisible,
cuando conoces a Dios y su amor, quedas libre para amar
verdaderamente a tu esposa o esposo porque ya no esperas más de lo
que te puede dar.
Lo mismo sucede con tus hijos, con tu
trabajo, con tus posesiones, los tratas mejor y los disfrutas más
precisamente porque tienes una base sólida para tu vida, y no
tienes que buscar en ellos más de lo que te pueden dar.
Ver lo invisible le da un sentido verdadero a la
vida. Lo que haces para el Señor no es en vano, ni es tiempo
perdido. Al contrario; es lo más importante que puede existir.
Algunos años atrás, un pueblo del estado de Colorado decidió
construir un gran palacio para atraer turistas.
El palacio medía 150 metros por 100 metros. Las
torres que marcaban la entrada medían 30 metros de alto. Lo
insólito del palacio, sin embargo, es que se construyó de
hielo. Aunque llegó a ser alto e impresionante, a los pocos meses, se
derritió. Para colmo, ¡pocos turistas llegaron para verlo!
Así de pasajero es lo que construimos con nuestra
vida, cuando sólo es para este mundo. En cambio, cuando vivimos
para el reino de Dios y de Jesucristo, nuestra vida tiene
importancia eterna.
No construyas castillos de hielo ni de arenas en tu vida, vive siempre prestando le atencion a lo invisible y te convertirás en un ser invencible.
Dios te Bendiga!!
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