“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
El que no escatimó ni a
su propio Hijo, sino que lo entregó Por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:31-39:
Se cuenta la historia de
un hombre que viajaba durante el invierno en zona de frío. De repente llegó a la
orilla de un ancho río, sin ningún puente. Como hacía mucho frío, el río se
había congelado; pero el hombre desconocía la zona, y no estaba seguro si el
río congelado sería capaz de sostener su peso o no.
Con mucho cuidado, el
hombre empezó a gatear sobre la superficie del hielo. Antes de avanzar siquiera diez
centímetros, probaba el hielo con la mano
para ver si seguía firme. De esta forma logró avanzar muy
lentamente sobre el hielo, hasta que de repente oyó un ruido muy
fuerte detrás de él.
Al principio pensó que
el hielo se estaba quebrando, y que pronto se encontraría
sumido en las aguas frías del río. Dando la vuelta, vio lo que
había causado el ruido: era un hombre con una carreta llevada por
varios caballos. Campante, el hombre manejaba la carreta
encima del hielo. El conocía el río; sabía que el hielo era grueso,
y que lo sostendría. Mientras el otro hombre avanzaba
lentamente y con preocupación, él iba contento, admirando el paisaje y
disfrutando del día.
Muchos de nosotros
avanzamos por la vida como el primer hombre, inseguros y preocupados.
Al no comprender los caminos y los propósitos de Dios para nuestras vidas,
caminamos tentando las cosas. Debido a nuestra ansiedad, podemos
fácilmente caer en tentación. Perdemos el gozo y la paz.
Estoy convencido de que
Dios no quiere que vivamos así. Cuando comprendemos lo que Dios
nos ha dado en Cristo, cuando entendemos los
propósitos que El tiene para nosotros, podemos caminar con la frente en
alto, sin temer a lo que vendrá, disfrutando del paisaje
y de las bendiciones que Dios hace
llover sobre nuestra
vida.
Cuando un equipo
deportivo sale vencedor en algún partido, ¡su alegría es incontenible!
Los jugadores saltan, bailan, gritan y se gozan por su
victoria. ¡La Biblia nos dice que, en Cristo, somos más que
vencedores! ¡Qué gran gozo nos pertenece!
La primera cosa que el
Espíritu nos dice aquí es que, si nosotros hemos aceptado
a Jesucristo como nuestro Rey y Salvador, ¡Dios está de
nuestro lado! Dios está contigo. Si Dios está de tu parte, ¿qué
más importa? Cualquier oposición que
pudieras enfrentar se
vuelve insignificante.
Si Dios está de tu lado,
El no te negará nada de lo que necesites. Observa lo que dice el
verso 32. Si Dios estuvo dispuesto a darnos a su Hijo para
lograr nuestra salvación, ¡sería absurdo pensar que no nos dará
todo lo que necesitamos para vivir esa salvación y llegar a
estar con El! Al contrario, sabiendo que El dio a su Hijo por
nosotros, podemos estar más que seguros de que El nos dará todo lo
demás también.
La frase "todas las
cosas" no significa todo lo que queremos o todo lo que existe en el
universo, sino todo lo que necesitamos para lograr el plan
perfecto que Dios tiene para nosotros.
Incluye la provisión que
necesitamos para vivir en este mundo, y también la gracia que
necesitamos para confiar y obedecer. ¡Todo absolutamente todo El nos dará!
Cada vez que te sientas
tentado a dudar de la provisión de Dios, acuérdate de que El ya
dio a su Hijo por ti. ¿Cómo no va a suplir todo lo que
necesitas? Pídele con confianza y sin dudar cualquier cosa que necesites, y puedes estar seguro que El no te va a negar nada. Todo lo que pedimos al padre en el nombre de su hijo Jesús, Dios lo concederá por amor a El y a ti.
Dios te bendiga!!!
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