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miércoles, 19 de septiembre de 2012

LA VERDAD DE TODAS LAS COSAS


La Ley de Cristo no es una nueva ley traída por el Hijo de Dios distinta a la Ley que fue dada a Moisés, sino más bien la consecuencia en la persona del cumplimiento espiritual de aquella. Sabemos que no hay nadie que pueda cumplir los 613 mandamientos y ordenanzas de que consta, y que fue Jesucristo, Dios con nosotros, quien la cumplió, llevando a  la Cruz los pecados de todos, en aquél cuerpo de carne que adoptó para su obra redentora.

La Ley de Cristo la encontramos enunciada en Gálatas 6:2 ...sobrellevad los unos las cargas de los otros y cumplid así la ley de Cristo... El contexto completo nos habla de las faltas de nuestros hermanos y de las propias, las de cada uno de nosotros, y nos enseña a que siendo espirituales restauremos con mansedumbre a nuestros hermanos, considerándonos a nosotros mismos primero para que no caigamos en tentación de la misma falta, porque dice: ...cada uno llevará su propia carga... vs 5.

Si bien estamos obligados como miembros del cuerpo de Cristo a servirnos los unos a los otros, también sabemos que Dios es amor, pero no el amor humano, sino el Espiritual de Cristo, el cual ama de manera sobrehumana, con propósito y permaneciendo siempre fiel. 

Sirvámonos pues los unos a los otros, y sobrellevemos las cargas de los hermanos, porque si nos amamos los unos a los otros conocerán todos que somos discípulos de Cristo.

Para estudiar el código legal de Cristo y aplicarla a nuestra vida como discípulos, de manera espiritual encontramos siete formas como aplicarla:

1.- El Evangelio y La Pasión por las almas.

El anuncio de la Buena Nueva de la obra redentora de Cristo es la llave que abre los corazones para salvar almas, lo cual hace que podamos tener hermanos en Cristo. Si no hay hermanos, no hay cargas que sobrellevar. La Pasión de Cristo es la redención de nuestras almas, a partir de ahí nuestro Señor sigue llevando carga por nosotros cada día, para nuestra edificación espiritual, hasta que estemos con Él. La Ley de Cristo comienza pues con su cumplimiento por el propio Cristo, por amor a nosotros.

2.- Venid a mi los que estáis cargados.

Esta enseñanza de nuestro Maestro de dejar nuestras cargas lleva de la mano otra, que es tomar nuestra cruz, para  recibir las cargas que el Señor nos dé.

Hay tres tipos de cargas con las que nuestra alma puede lidiar. 


  1. Una es la de nuestras propias preocupaciones, nuestra familia, nuestra Iglesia, nuestro trabajo, salud, etc. nuestros propios proyectos, tanto del mundo como espirituales.
  2. Otra es la carga que nosotros queremos llevar por la que ofrecemos nuestras almas al Señor como sacerdotes en la intercesión, por los hermanos y amigos en Cristo que nosotros queremos, para un modelo de Iglesia, convivencia y hermandad que nosotros queremos.
  3. La última carga que podemos llevar, es la que Cristo está esperando que Su Iglesia le pida. La cruz que nos dice que llevemos para seguirlo a Él. Esta cruz la diseña Dios para nosotros y Él nos la concede cuando le dejamos a Él que nos la dé


3.- El sacerdocio. El yugo de Cristo. Toma tu cruz. El alma.
El hombre tiene que dejar las cargas de sus propias preocupaciones, sus propios proyectos, y añadir a sus oraciones y sacerdocio el aceptar la cruz que el Señor nos ponga, las cargas que Él quiere que llevemos, las personas con las que compartir, aquellas a las que predicar, aquellos hermanos con los que Él quiere que estemos, quizá a los que no conocemos pero el Señor sí conoce. Las preocupaciones, acciones y oraciones que Él disponga para que las llevemos. No solo las de nuestra voluntad sino las que son de la voluntad y propósito del Señor, mas bien del Padre que es quien diseña una cruz para cada uno de nosotros a nuestra medida, igual que preparó la Cruz de su Hijo, por eso el Maestro de nuestra cruz es Cristo, el carpintero, el experto en la madera o madero de tormento. Esta es la cruz que Cristo nos pide que tomemos. ¡Toma tu cruz y sígueme!, no con tu propia cruz de tu creación, sino con la que el Padre te ha preparado.
No podemos pensar que llevar solo la carga que nosotros queremos es del agrado de Cristo, sino que nuestra disposición ha de pasar por ofrecernos a Él para llevar la que el Señor quiere que llevemos, entonces somos aceptados por el Señor en Su Yugo, del cual tiramos, cual bueyes, de una carga que es la de Cristo.
Las cargas que nosotros queremos llevar también están en el "carro" del que tira Cristo pues somos su pueblo, tenemos Su Espíritu, y nos esforzamos por lo Espiritual, haciendo Él el reparto de la carga que cada uno puede llevar. En el yugo hay dos bueyes, uno simboliza a Nuestro Señor, es el Sacerdote de la derecha, el guía, y el otro buey somos nosotros que vamos con Él. Sin Él no podemos tirar de ninguna carga espiritual, en el tiempo de Dios, de la forma que Dios quiere y con frutos que Él quiere darnos. Podremos tirar de muchas cargas que nosotros mismos nos imponemos, bien por hermanos, por personas que nosotros queremos que se conviertan a Cristo, por proyectos que nosotros queremos, por la Iglesia que nosotros queremos, etc, pero entones no somos sacerdotes útiles, porque estorbamos el reparto de la carga, el ritmo y la fuerza de tiro del yugo.
Aprender cual es nuestra carga y aceptarla comienza por nuestra disposición ante el Señor de tomar nuestra cruz preparada por Él. Es en lo que hemos de concentrar nuestra oración para que el Señor nos muestre ...las obras que Él preparó de antemano para que anduviésemos en ellas... Efesios 2:10. La Ley de Cristo nos enseña pues que el fruto de nuestro esfuerzo por amor a nuestros hermanos y a Cristo comienza por ponernos a Su disposición.
La prueba de que estamos llevando la cruz que el Señor quiere es cuando afrontamos con agrado y con fe una situación que nos aparta de lo que nosotros habíamos planeado. Un proyecto de predicación cuando no estamos preparados, el sufrimiento de un hermano por el que hoy no habíamos orado, compartir con hermanos que no conocemos en nuestra congregación, etc. La Ley de Cristo pone nuestra alma a servir a Dios desde dentro de nosotros mismos donde Cristo construye y es nuestro templo.

4.- El amor.
El amor de Dios es la esencia sobre la que se basa la Ley de Cristo. Si no hay amor no hay Ley de Cristo, pues Cristo es el resultado del amor de Dios para con la Esposa, la Iglesia, el Israel de Dios. Por ella, por nosotros llevó Jesucristo su Cruz. Por Él llevamos nosotros también hoy las cargas que Él lleva por sus discípulos, por los hijos de Dios, por nuestros hermanos. Una comunión fraternal, sin acepción de personas.

...No hay mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Juan 15:13.
...Tener entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos unos a otros sin murmuraciones. 1Pedro 4:8.
...El que no ama a su hermano es homicida, y sabemos que ningún homicida tiene parte en el reino de Dios. 1Juan 3:15.

...En el amor no hay temor...1 Juan 4:18.
Es aquí donde vamos con Cristo en el yugo del sacerdocio para cumplir la Ley del amor, la ley de la libertad, la Ley de Cristo.

Por amor podemos estar dispuestos cuando se nos necesita; por amor nos ofrecemos a otros; por amor no imponemos nuestra forma de pensar sino que escuchamos y luego oramos para que nuestra predicación, enseñanza, doctrina, revelación de Dios, sea de utilidad para la edificación del cuerpo de Cristo y para la construcción de ligamentos fuertes por la amistad verdadera de los que tenemos al mismo Padre, hasta que venga en Su reino nuestro Señor. El Reino de Dios está entre nosotros. El amor el es vínculo perfecto, pero ese amor en el yugo que todos compartimos debe ser con propósito y con sentimiento fraterno sabiendo que todos somos útiles para la obra y que todos nos necesitamos los unos a los otros. Derribemos las barreras que el hombre ha levantado en la Iglesia. En Cristo, el amor para los de Cristo es incondicional.

5.- La Iglesia. La familia de Dios. La amistad.

Romanos 15 habla de soportar las flaquezas de los débiles, y de no agradarnos a nosotros mismos sino al prójimo. Si esto hacemos en la Iglesia que es nuestra familia de Dios, además de en nuestra propia familia; si esto hacemos, si agradamos al Señor en ello y construimos amistad sobrellevando las cargas de los hermanos, entonces la Iglesia es construida en este pilar tan importante de la amistad no fingida, por medio de la Ley de Cristo.

La amistad en Cristo es un resultado del amor en Cristo. Si no sentís amor por algún hermano, tenemos a quien acudir, al Espíritu de Dios, que es la fuente del amor, para que no veamos las barreras de la carne y sepamos que todos tenemos unas cadenas, como decía Pablo, las cuales ante los ojos de la verdadera Iglesia no han de prevalecer. Esforzaos pues en derribarlas de vuestras mentes para estar dispuestos a ser miembros del cuerpo de Cristo con aquellos que el Señor nos quiere por las coyunturas Espirituales.

6.- La carne y la mente.

La Ley de Cristo tiene en nosotros dos posibles opositores, uno consciente y otro inconsciente. Está en nosotros cambiar la situación para no tener impedimento.
La carne no discierne pero ha conseguido memorizar en la mente todo aquello que no le gusta a nuestra parte animal, como la oración, el ayuno, y todo aquello espiritual que signifique no darle rienda suelta, es pues la carne un lastre que hemos de dominar por el domino propio.

Pero la mente es dominada por el Espíritu dentro del alma. Para cumplir la Ley de Cristo hemos de orar usando la mente además del Espíritu, de modo que nuestra mente sea parte activa espiritual. En los nacidos de nuevo, se convierte en nuestra aliada para el domino propio, por que está capacitada para el discernimiento de las cosas de la carne y nos enseña como somos y nuestras debilidades, las de cada uno en particular de modo que sirva al Espíritu de Dios y no a la carne. ...Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas... Marcos 12:30.

7.- El Espíritu.

El Espíritu de la Ley de Cristo. Como orar para tomar la cruz y tomar nuestra carga en Cristo. ...Padre, en el nombre de Jesús, la carga que yo tengo en mi alma y en mi corazón la traigo ante ti, traigo a esta hermana o a este hermano, que tiene este problema, o esta falta espiritual, traigo a mi esposo o hija, traigo este problema personal, espiritual, trago a la Iglesia de mi congregación, traigo... tantas cosas, a los que mueren de hambre física y espiritualmente, a los enfermos terminales que nadie ha visitado y predicado y orado por ellos, a los presos que se arrepienten de verdad, a todos aquellos que sufren y no te conocen, a los marginados y los que nadie quiere pero esperan tu respuesta, a los que sufren y son mis hermanos y te aman; pero tu sabes todo esto y llevas la carga ya. ...No ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos eran y me los distes... Ora Cristo al Padre en Juan 17, nosotros hemos de sentir igual que siente Cristo.

...Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36estuve desnudo, y me cubristeis;enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis... Mateo 25:36.

...¿Y quién es mi prójimo? 30Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. 31Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. 32Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. 33Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; 34y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. 35Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. 36¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. Lucas 10:27.

Nuestro prójimo es cualquiera que desciende de Jerusalén a Jericó, cualquiera que viene simbólicamente de la ciudad del Señor y va a su propia ciudad, a su vida, cualquiera que busca al Señor, pero no conoce el Camino, y cualquiera que conociendo el camino ha tropezado en el mundo, como el hijo pródigo, al cual el Señor nos envía. El aceite es la unción y la oración, el vino es la sangre de Cristo predicado al hermano que está en el mundo perdido y herido por el diablo. A esta persona al que los sacerdotes y levitas, líderes religiosos, líderes de algunas iglesias, no estiman, porque no ha sido perfecto, cuando ellos no lo son, porque lo han juzgado y condenado, porque son la religión de la imposición y la impiedad, incapaces de perdonar, pero que no miran sus almas, sepulcros blanqueados llenos de muerte, secos, sin amor. La cabalgadura es nuestros hombros bajo el yugo. 

Hemos de dejar a las noventa y nueve e ir por la oveja perdida. Cuando alguien recibe disciplina del Señor es porque le ama. Vayamos pues y hagamos lo mismo que nos enseña el Señor Jesús.

...Permanezca el amor fraternal. No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo hospedaron ángeles. Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo. Hebreos 13:1.

Vengo a poner mis hombros bajo el yugo para que pongas sobre mí la carga que yo puedo llevar, la que tú has preparado para mí hoy. Vengo esta mañana como cada mañana para tomar mi cruz este día, no la que yo quiero, sino la que tú quieres que yo lleve. Gracias por permitirme compartir tu yugo, pero no tengo fuerzas como tú tienes ni tengo la suficiente virtud, pero confío en ti Señor. No soy digno de ti, pero te amo a ti y a los hermanos, enséñame a amar a mis enemigos...

...Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Mateo 5:43.

Fue dicho por su ley para la moral, la cual es el estado inferior porque es ley del bien y del mal, la Ley de Cristo es el estado superior del hombre es la Ley del amor. Las dos son de Dios, depende de lo que haya en nuestros corazones, viviremos por la Ley de Dios para ejecutarla o viviremos para la ley de Su Hijo Jesucristo, por amor. Seamos pues perfectos espiritualmente como nuestro Padre y nuestro Señor Jesucristo, que puso su vida por nosotros estando en nuestros pecados antes de que le conociésemos y le amásemos. Así están hoy los que no le conocen, por lo tanto permanezca la esperanza en la paciencia por la piedad, el afecto fraternal y el amor de Dios.

Mi espíritu anhela tu Espíritu Señor, en el yugo estoy a tu lado, aunque sea duro, mi ser no vive ya sin tu presencia, y esta, está ahí, contigo, donde tú estás, por donde quiera que tú vayas, llévame contigo.




CONCLUSIÓN
La Ley de Cristo es el Sacerdocio de los hijos de Dios, por los hijos de Dios. Los hijos de Dios los conoce Dios, porque pesa los corazones. Si juzgamos y excluimos no podemos tener esperanza de que los que ahora no le aman y no le conozcan nazcan de nuevo. La Ley de Cristo no solo es llevar carga por alguien que nosotros pedimos, sino la carga que el Señor nos de que llevemos por quiénes Él nos pone que la llevemos.
Cuando una persona no conoce a Dios debemos predicarle y ayudarle en lo que necesite si nos estima amigos en el Dios vivo. Podemos orar por ellos para que Dios les de fe como a nosotros, porque queremos que lleguen a conocer al Señor y vivir la vida espiritual como nosotros por amor a ellos y para la gloria de Dios.

Cuando la persona se entrega a Cristo y nace de nuevo por la fe, entra a formar parte del yugo de Cristo, tras el crecimiento de los rudimentos de la fe, el bautismo, el conocimiento básico de la Biblia, la oración la congregación y la comunión con los hermanos hasta la Santa Cena. Pasa a ser discípulo.

En el estudio sobre el Sacerdocio, es el discípulo el que pide la carga por alguien o algunos en particular, el la Ley de Cristo se perfecciona nuestro sacerdocio por el de Cristo, si hacemos lo que Él dice, llevando nuestra cruz, la cual Jesucristo nos prepara, por quien, o quienes y por lo que Él sabe que tenemos que llevar. Hagamos que crezca el número de hermanos que ofrecen voluntariamente al Señor sus vidas para llevar su cruz cada día, la cruz que Dios tiene preparada para nosotros cada día para el crecimiento del cuerpo de Cristo.

...Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. Mateo 11:30. Es ligera la carga porque el Señor ama. Si amamos y tenemos esperanza y perseveramos en esta Ley espiritual, recibimos los frutos del Espíritu.

Si amáis al Señor y a los hermanos, orad para amar también a nuestros enemigos y ...sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la Ley de Cristo...

Dios te bendiga!!!

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