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sábado, 29 de septiembre de 2012

Siete consejos prácticos para cuidar la integridad del hogar.




En la matemática divina de Dios las cosas son diferentes a la científica. Se nos enseño que uno más uno son dos.   En Cristo es diferente, esto referente al matrimonio entre dos personas creyentes o aun no creyentes.

El mandato es que el hombre debe dejar a su padre y a su madre y unirse en el vínculo del matrimonio a su mujer  y  los dos serán uno.

Estas palabras a las que me voy a referir en el día de hoy, no atentan en nada con la unidad familiar, más bien tratan de arrojar luz a una  de la verdadera razón por la cual muchos matrimonios terminan en fracaso y luego en divorcio. Me refiero a los triángulos o terceros elementos dentro del seno del hogar.

La influencia de una tercera persona en un matrimonio ha demostrado a través de los años que es perjudicial para la salud del matrimonio. Muchos hogares han pasado a ser estadísticas de divorcios por esta mala práctica.

Madres,  y a veces padres,  que no quieren dejar ir a sus hijos y ellos mismos se convierten en los primeros detonantes de la gran explosión del divorcio de los hogares de sus hijos.

Esto es una ley divina, tanto el hombre como la mujer en algún momento dejaran de ser hijos para convertirse en esposos y luego en padres, pero hay padres que se le hace difícil aceptar esta realidad de la vida y quieren seguir amarrados a sus hijos convirtiendo sus relaciones matrimoniales en triángulos amorosos donde los hijos no saben si amar y obedecer le a sus esposos y esposas o a sus padres.

Ha de saberse que cualquier tercer elemento que invada la vida privada de un hogar atenta de manera directa contra la integridad y hasta la felicidad de una pareja matrimonial.

Hay un viejo dicho por ahí que enuncia “que el que se casa, es porque  casa quiere” lo que implica que tanto el hombre como la mujer deben romper con el ombligo paterno y materno para si unirse en pacto perpetuo a sus esposos o esposas, es decir hasta que la muerte los separe.

La palabra “Casados” es un término compuesto por dos monosílabos:
1.    Casa
2.     dos.

Queriendo significar que en un hogar solo deben haber dos personas: Un hombre y Una Mujer o sea “Casa para dos”.

No un hombre una mujer y su suegra o su cuñado, no dos hombres o dos mujeres.

Una tercera persona dentro de un hogar rompe el formato del vínculo matrimonial y además el orden de Dios, trayendo como consecuencia problemas en las parejas.

El  75 por ciento de los divorcios en los Estados Unidos de Norte América se deben a la existencia de una tercera persona dentro del vínculo amoroso de las parejas.

Un tercer elemento puede ser: Una infidelidad de algunas de las dos partes, una visita inoportuna que tomo la decisión de permanecer largo tiempo en el hogar, la suegra o el suegro de una de las parte que forman la pareja, es decir que muchas veces hasta las ocupaciones y el trabajo se han convertido en el tercer elemento que aniquila el matrimonio.

Dice la biblia en el versículo con que iniciamos:

 “Así que no son ya más Dos, sino una sola Carne.

Tres elementos o más dentro del hogar que no sean los hijos, destruyen la unidad del matrimonio a la postre.

Dios espera que nosotros sus hijos aprendamos a respetar la unidad del matrimonio. Es por eso que se le llama vínculo, es decir algo que no puede ser dividido ni disuelto. “Por lo tanto (Dice el Señor) lo que Dios junto no lo separe el hombre”.

Siete consejos prácticos para cuidar la integridad del hogar:

1.    Dale a Jesucristo el control de tu hogar.

2.    Trata de pasar tiempo de calidad a solas con tu pareja y con tus hijos. Dedica un día de la semana para compartir con ellos.

3.    Cuídate de mantener la privacidad e intimidad con tu pareja por encima de todo compromiso.

4.    Evita a toda costa tener huésped por largo tiempo en el seno familiar, sin dejar de ser hospedador.

5.    Dale a tu pareja el lugar que se merece, no la desautorice delante de tus padres ni de tus amigos.

6.    No permita que tus compromisos y ocupaciones te roben el tiempo de compartir con tu familia.

7.    Elimina todo lo que se pueda convertir en un triangulo entre tú y tu pareja.

Que Dios ilumine y cubra con la sangre del Cordero tu familia para que el espíritu de divorcio no la toque.  En el nombre de Jesús Amen.

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