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miércoles, 17 de octubre de 2012

MENSAJE DE JESÚS PARA LOS PASTORES


Escribo esta palabras que llevan una revelación para aquellos que pastorean, pero que quieren que los que empiezan lleguen a ser formados a la estatura de Cristo, no menos, como dice La Escritura. 

Para aquellos que aman a sus hermanos aun siendo ya ancianos en la fe, y se humillan a llevar la carga de ellos, como nos pide Cristo; tomad mi yugo sobre vosotros..., y toma tu cruz cada día y sígueme...

Las palabras de Jesús antes de subir al cielo fueron definitivas: ¿Me amas?. Él necesita que Le amemos como nosotros necesitamos Su amor, y desde luego ese amor hay que demostrarlo tal y como Él mismo nos pide, y si nos lo pide El Rey de Reyes, cuanto más nosotros que somos débiles necesitaremos de ese amor. 

Recordemos que la fe le fue revelada a Simón. Pedro representa la piedra de fe que nosotros debemos ser para que Cristo edifique en nosotros, y es por eso que el Señor le pregunta a Pedro si le ama, para que se haga extensivo a todos los que como él recibimos esa fe en Jesucristo el Hijo de Dios. Tras esta edificación, se eleva la persona a una altura espiritual en la que la base es el amor, ese amor de Dios que por naturaleza no llevamos dentro y sin el cual el pueblo de Dios no puede permanecer unido. 



JUAN CAPÍTULO 21.
15Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás,  ¿me amas más que éstos?  Le respondió: Si, Señor; tu sabes que te amo.  Él le dijo: Apacienta mis corderos. 16Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Si, Señor; tu sabes que te amo.  Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás,  ¿me amas?  Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo.  Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

La sencillez de las palabras de Jesucristo son sin duda de un poder y de una profundidad incomparables,  Él siempre habla con sencillez y autoridad.


La enseñanza de este Texto es una joya educativa sobre comportamiento para el hombre cuando entiende que ha de servir como embajador de Cristo,  y que su labor va a ser dividida en tres facetas: la de pastorear,  la de apacentar y  la de llevar la carga de la intercesión para traer amor del Padre a los hermanos, como nos enseña nuestro maestro el Señor Jesucristo en el sacerdocio de todo hombre.


Primero, cuando Jesús pregunta a Simón si le ama, debemos ponernos en la situación de Simón, cada uno de nosotros.

La primera petición es que apacentemos a los corderos, pero esos corderos son los hermanos que también se ofrecen como sacrificio, hermanos con experiencia espiritual, por eso les llama corderos, como Él es el Cordero de Dios. 



Llama la atención que nos pida que apacentemos que significa dar el pasto, el alimento, sin embargo estos corderos o ancianos, ya conocen a Cristo, ya van directamente a Aquel que es nuestro alimento, conocen la Palabra de Dios y toman el Pan, ¿entonces por qué nos pide Cristo que alimentemos a nuestros hermanos ya experimentados, o se referirá a otro tipo de pasto, o alimento espiritual?

Que pongamos nuestra vida, nuestra alma por los hermanos que también interceden. De este modo la carga se comparte entre los que se dedican a apacentar la grey de Dios. Este es el alimento que podemos llevar a nuestros hermanos ancianos, el amor de Jesucristo y las revelaciones, sueños y visiones que Dios nos da. Que sobrellevemos los unos las cargas de los otros y cumplamos así la ley de Cristo. Gálatas 6:2.

Pero Jesús nos enseña aún más, porque nos vuelve a preguntar, ¿me amas?, entonces cuando nuestro corazón dice: Sí, te amo, entonces Él nos pide: pastorea mis ovejas.

El Señor nunca se olvida, como nosotros no debemos olvidarnos de algo necesario, si estamos hablando entre quienes ya son ancianos en las cosas del Señor, cómo no nos vamos a dedicar también a pastorear a los que están creciendo en el Espíritu, y a los que hay que traerles la salvación porque estén buscando a Dios, que hagamos obra de evangelista, para que corra el Evangelio y se salven los más posibles.

Lógicamente el Señor pide que aquellos que se dediquen a la predicación y al pastoreo, primero sean Sacerdotes en la intimidad con Dios y estén dispuestos a tomar carga por sus amigos en Cristo y que a continuación enseñen a los que empiezan a ser hermanos dispuestos a amar a su Señor del mismo modo y también a los hermanos, porque solo así se puede comprender cuanto necesitamos los unos de los otros y fortalecer al pueblo de Dios.

Una vez ya hemos comprendido lo que es llevar nuestra propia cruz por amor de Jesucristo y sobrellevamos los unos las cargas de los otros por amor a los hermanos que ya están edificados como templos del Dios Vivo, nos falta el último paso, el de mayor carga: Jesucristo nos pregunta la tercera vez, ¿me amas?, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo, mi Señor, ¿qué debo hacer para que veas que te amo?; Apacienta mis ovejas.



Las ovejas son pastoreadas, los corderos apacentados, pero notemos que no se nos pide pastorear a los corderos. Entiéndase que espiritualmente se comienza como oveja, se sigue a un pastor para crecer y llegar a ser cordero que intercede por los demás, que se sacrifica a Dios cada día en sacerdocio santo, agradable a Dios en su intimidad con Dios, en el yugo de Cristo.

Amados hermanos, debemos darnos cuenta que los que aún son ovejas, tienen la mayor debilidad espiritual, son los que más fácilmente tropiezan, pero no nos debe importar, también los ancianos fallan, porque cuando yo era oveja me acuerdo que me faltaba mucho por aprender y era carga para mis pastores, y fallaba, y me revelaba, etc, hasta que Cristo fue formado en mi. ¡Cuánto dolor de cabeza les fui a ellos!

Por esto es necesario que liberemos de sus cargas a los que empiezan, que ya vemos que son Cuerpo de Cristo, para que no dejemos solo a Jesús llevando la carga de la Iglesia, que es su Cuerpo, sino que nosotros llevemos también esa carga con Él, que tomemos Su yugo, que tomemos nuestra cruz, pues en esto tenemos mandamiento, y es mandamiento de amarnos unos a otros, y a Dios, este es el principal y más importante mandamiento.

Ofreciendo nuestra alma a Dios por aquellos hermanos más pequeños que quieren crecer en el Espíritu, veremos como resultado un crecimiento en el Cuerpo de Cristo. 

La coyuntura del amor de Dios así no fallará. Este es el camino estrecho por el que hay que caminar, pero  hermanos no teman, Él estará con nosotros al otro lado del yugo, porque así se llama Él:  El Que Es contigo, y Dios con nosotros.
¿Me amas más que éstos?  Nos pregunta Él. 

...En esto conocerán todos que sois mis discípulos si tuvierais amor los unos con los otros...   Juan 13:35.



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