Hace muchos años atrás me encontré en una situación difícil y peligrosa, un tanque de gas propano se comenzó a incendiar mientras yo dormía. Me recuerdo que Yo estaba solo en la casa y entre sueño escuchaba algunas personas gritando -!se esta incendiando la casa y hay alguien adentro durmiendo!- cuando yo desperté en medio del bullicio me pasaron muchas cosas por la mente, pero actué fría y pacientemente. Tome una toalla la empape de agua, me la envolví en la mano derecha y con mucho cuidado pero rápidamente metí la mano en el fuego y cerré el tanque de gas e inmediatamente el fuego se extinguió.
La mejor decisión que se puede tomar en momentos difíciles se debe hacer fría y pacientemente. Cuando nosotros como creyentes en Dios estamos pasando por el fuego de las pruebas y las aflicciones la mejor decisión es cerrar las brechas espirituales a través de la oración y la intercesión. Hay momentos donde lo único que podemos hacer es clamar a la ayuda divina de nuestro Señor.
La mejor decisión que se puede tomar en momentos difíciles se debe hacer fría y pacientemente. Cuando nosotros como creyentes en Dios estamos pasando por el fuego de las pruebas y las aflicciones la mejor decisión es cerrar las brechas espirituales a través de la oración y la intercesión. Hay momentos donde lo único que podemos hacer es clamar a la ayuda divina de nuestro Señor.
Cuando nos enfrentamos a una situación difícil debemos de actuar con sabiduría y paciencia al momento de tomar una reacción. Hay muchas personas que cuando se enteran de que algo malo está pasando a su alrededor, reaccionan
como lo hace el avestruz. Esta ave cuando esta en peligro entierra la
cabeza en la arena, fingiendo que no pasa
nada. Otras personas reaccionan como las gallinas descabezadas, corriendo de un lado para otro sin propósito ni meta. Otras personas reaccionan como perros
callejeros, mordiendo a cualquiera que se les acerque. Se ponen de mal
humor, pero no buscan ninguna solución verdadera al problema.
Hoy quiero en este mensaje hablar y considerar la vida de un héroe de la Biblia que nos muestra y nos enseña un buen ejemplo de cómo reaccionar frente a una mala situación, me refiero a Nehemías.
Hoy quiero en este mensaje hablar y considerar la vida de un héroe de la Biblia que nos muestra y nos enseña un buen ejemplo de cómo reaccionar frente a una mala situación, me refiero a Nehemías.
Este hombre de Dios vivió aproximadamente
450 años antes del nacimiento de Jesucristo. Dice la biblia que algunos 150 años
antes, un rey llamado Nabucodonosor había llegado a la tierra
de Nehemías, la tierra de Judá, y la había conquistado. Destruyó
la ciudad capital de Jerusalén y llevó a mucha de la gente cautivos a vivir en otro lugar.
Unos 80 años antes de la vida de Nehemías,
algunos de los judíos habían recibido permiso para regresar a la
tierra, pero eran muy pocos. La gente que había regresado a la tierra
vivía bajo condiciones miserables, apenas logrando
sobrevivir con lo que cosechaban de las tierras.
Nehemías no vivía allí. Su familia no había
regresado a la tierra, y él seguía viviendo en el lugar adonde
habían sido llevados los judíos. Le había ido muy bien.
Tenía una buena posición; era el copero del rey. Esto significa
que le tocaba probar todo lo que el rey bebía para comprobar
que no tuviera veneno.
Como copero, era uno de los confidentes del rey.
Tenía el quinto salario más alto de todo el reino. Los coperos
tenían que ser apuestos y bien educados también. Así que
Nehemías era un hombre con buenos ingresos, de buena apariencia y buena
educación. ¡Todo le iba bien!
Pero un día, llegaron unas visitas de Jerusalén,
la tierra de sus antepasados. Entre ellos estaba el hermano
de Nehemías, y traía muy malas noticias. El muro de Jerusalén,
que servía como defensa de la ciudad contra los ladrones y
maleantes, seguía en ruinas. Ciento cincuenta años después de la
conquista, la pared seguía derrumbada.
Al escuchar esto, Nehemías podría haber dicho:
"¡Pobre gente! Qué lástima. Pero bueno, aquí estoy yo, lejos de
todo eso, y no puedo hacer nada al respecto. ¡Que Dios los ilumine!"
Pero él no pensó así. El amaba a su pueblo, y amaba a Dios.
Quería ver que se cumplieran los propósitos de Dios en la
tierra, y él sabía que Dios tenía propósitos para su pueblo en
Jerusalén.
El se acordó de las promesas de Dios. El estaba
lejos de la tierra y del templo donde se adoraba a Dios.
Posiblemente nunca los había conocido, porque su familia tenía
mucho tiempo de vivir lejos de allí. Sin embargo, él conocía lo
que Dios le había prometido a su pueblo. Sabía que Dios les
había prometido que los restauraría, aunque los tuviera que
castigar. Su destrucción 150 años antes había sido un fuerte
castigo, pero Dios también había prometido que los
restauraría.
¿Cómo sabía Nehemías lo que Dios había
prometido? No lo había escuchado en el templo, porque el templo de
Jerusalén estaba muy lejos. Los profetas que Dios había usado para
dar estos mensajes estaban muertos. Nehemías conocía las promesas
de Dios porque él conocía la Palabra de Dios. Aunque estaba lejos
de la tierra y del templo, él conocía los libros de la Biblia
que existían en su tiempo y sabía lo que Dios había prometido.
Acordándose de las promesas de Dios, Nehemías
respondió de la manera en la que debemos responder nosotros
también cuando enfrentamos alguna mala situación. Nehemías respondió
orando.
Quiero que leamos su oración, en el libro de Nehemías 1:5-11:
Quiero que leamos su oración, en el libro de Nehemías 1:5-11:
"Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los
cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la
misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus
ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de
ti día y
noche, por los hijos de Israel tus siervos; y
confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos
cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y
no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos
que diste a Moisés tu siervo. Acuérdate ahora de la palabra que diste a
Moisés tu siervo,
diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré
por los pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis
mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra
dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os
recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar
allí mi nombre. Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo,
los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano
poderosa. Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu
oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos,
quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito
a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón.
Porque yo servía de Copero al rey".
Observemos y analicemos lo que Nehemías dijo en su oración.
Primeramente, recordó el carácter de Dios. Dios es fiel, y por
eso podemos contar con El cuando oramos. En segundo lugar,
confesó el pecado de su pueblo. El mismo se incluyó. No habló de
las maldades de otros, sino reconoció que él y su pueblo le
habían fallado a su Dios.
Si nosotros queremos acercarnos a Dios, sólo lo
podemos hacer por medio de la confesión y el arrepentimiento.
En tercer lugar, citó lo que Dios había prometido. De su
conocimiento de la Biblia, mencionó las palabras que Dios había
dicho por medio de Moisés, registradas en Levítico.
Finalmente, le suplicó al Señor que obrara. Pero
no sólo le pidió a Dios que resolviera el problema, sino
que también le pidió que lo ayudara a hacer lo que a él le
tocaba hacer. El se dio cuenta de que no se lo podía dejar todo a
Dios, sino que él también tendría que tomar cartas en el asunto.
Le pidió a Dios éxito y favor ante el rey para ayudar también a
sus compañeros judíos.
Nehemías nos demuestra cómo responder ante la
crisis. Nuestra primera respuesta siempre debe ser la oración.
Después habrá otras cosas que hacer. Como se relata en el
resto del libro,
Nehemías no se quedó con los brazos cruzados.
Pero su primera reacción fue orar, y esto dio dirección a todo
lo demás que hizo. Cuando enfrentes cualquier clase de
crisis, sigue el ejemplo de Nehemías y ora, antes de hacer
cualquier otra cosa. Dios responde a la oración de fe.
Tomemos un momento ahora para ubicar la historia
de Nehemías en la historia de la Biblia, la historia de la obra
de Dios. Desde el principio, cuando Adán y Eva pecaron y se
alejaron de Dios, El había prometido mandar un Salvador. Más
tarde, escogió un pueblo - el pueblo de Israel - para traer al
mundo el Salvador de todos.
En los días de Nehemías, ese plan de Dios
parecía estar en peligro. La gente vivía en pobreza y estaba
perdiendo su identidad. Si no se reconstruía el muro de la ciudad,
sería muy fácil que el pueblo de Dios se olvidara de su
propósito y empezara a buscar a otros dioses. Se podría
perder todo lo que Dios había hecho hasta ese punto para preparar a
su pueblo para traer al Salvador al mundo.
Fue por eso que levantó a Nehemías para traer
restauración al pueblo, reedificando los muros. Sólo así podría
cumplirse su propósito de traer al mundo el Salvador de
todos, Jesucristo, el Hijo de Dios. El ya llegó para salvarnos. Unos
450 años después de la vida de Nehemías, El nació en un pueblito
no muy lejos de esos muros.
Vivió una vida perfecta, y murió para pagar por
nuestros pecados - muy cerca de esos mismos muros. Resucitó y
ahora vive. Cuando confiamos en El, lava nuestros pecados y nos
lleva a Dios.
Como Nehemías, debemos confesar nuestro pecado y orar con fe a Dios. Si lo hacemos, confiando en Jesucristo, nuestra vida será levantada - como fueron levantados esos muros.
Como Nehemías, debemos confesar nuestro pecado y orar con fe a Dios. Si lo hacemos, confiando en Jesucristo, nuestra vida será levantada - como fueron levantados esos muros.
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