Alguna vez usted se ha preguntado ¿Cómo es la vida de un
cristiano?
En otras palabras, ¿qué significa vivir la vida cristiana? Las personas
dan diferentes respuestas a esta pregunta. Para algunos, ser
cristiano es algo así como tener una póliza de seguro. Hacen una
oración, se bautizan, y ya no tienen que preocuparse de lo
que les va a suceder después de morir. Pero no hay un efecto
muy grande en la vida que llevan aquí y ahora.
Para otros, la vida cristiana consiste en
asistir a la iglesia religiosamente los domingos. Para ellos, el domingo es del
Señor, y los otros seis días les pertenecen a ellos. Pueden vivir
como quieran. Desde luego, es muy importante asistir a la iglesia,
pero la vida cristiana no consiste para nada en sólo pasar
los domingos en la iglesia.
Si tuviéramos que resumir la vida cristiana en
una sola frase, quizás diríamos que la vida cristiana es una
vida de comunió con Dios. La Biblia nos dice que nuestra
comunión con Dios fue rota por el pecado. El pecado nos ha separado de
Dios. Sin embargo, por medio del sacrificio de Jesucristo,
podemos ser restaurados a la comunión con El.
La vida del
cristiano, entonces, consiste simplemente en caminar en esa
relación. Esto no es cuestion de religion o de tradicion, es un asunto directamente relacionado a caminar con Dios. Alguien dijo en una ocasion que el infierno esta lleno de personas religiosas, que no vivieron en comunion con Dios y el cielo esta lleno de pecadores convertidos y obediente a sus mandamiento y a sus estatutos, sobre todo obedientes.
La relacion y la comunicacion con Dios es algo sumamente personal, es una relacion vertical entre tu y tu creador, es una relacion intima, privada y especial.
El apóstol Juan escribió una carta a un grupo de
creyentes que tenían cierta confusión acerca de lo que es la
vida cristiana. Habían personas que enseñaban ideas equivocadas. Para
enseñarnos de qué se trata la vida cristiana, Juan nos habla de
tres cosas diferentes.
1 Juan 1 y versículo 1 hasta el capítulo 2, verso 2:
1:1 Lo que era desde el principio, lo que hemos
oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos
contemplado, palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida 1:2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos
visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la
cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);
1:3 lo que hemos visto y oído, eso os
anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros;
y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con
su Hijo Jesucristo. 1:4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro
gozo sea cumplido. 1:5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y
os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. 1:6 Si decimos que tenemos comunión con él, y
andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;
1:7 pero si andamos en luz, como él está en luz,
tenemos comunión unos con otros, y la sangre de
Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad.
1:10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos
a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. 2:1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para
que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para
con el Padre, a Jesucristo el justo.
2:2 Y él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los
de todo el mundo.
Juan nos habla de lo que él mismo ha visto, oído
y tocado. Para él, Jesús no era una idea bonita. El mismo había
visto su cara; había escuchado sus palabras; lo había tocado.
Tenía una experiencia personal con la Palabra de Vida, y
él quiere que nosotros también lo podamos conocer
personalmente.
Es por esto que dice, en el verso 3: "Les
anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes
tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y
con su Hijo Jesucristo." La comunión que Juan había
llegado a tener con Dios, por medio de una relación con Jesucristo,
él quiere que nosotros compartamos también. Es por esto que él
nos escribe esta carta.
¿Te gustaría tener esa clase de comunión con
Dios? ¿Te gustaría conocerlo de cerca, tener una relación segura y
abierta con El? Si te gustaría tener esta clase de relación, la
primera cosa que debes entender es que Dios es luz. El verso 5 lo
afirma claramente. "Dios es luz, y en él no hay
ninguna oscuridad."
Esto significa algo muy importante. Significa
que, si queremos tener comunión con Dios, tenemos que andar en la
luz. ¿Te das cuenta? Si Dios es luz, no podemos conocerlo a
El y vivir al mismo tiempo en las tinieblas. Si Dios es luz,
tenemos que salir de la oscuridad y caminar en la luz de su
verdad. Su Palabra es la luz que nos muestra la verdad. El Salmo
119:105 dice: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y
lumbrera a mi camino".
A veces es incómodo andar en la luz, porque nos
demuestra nuestras fallas. Algunas personas ponen focos
que dan poca luz sobre el espejo del baño, porque no quieren ver
todas las manchas y arrugas que traen en la piel. Pero
Dios nos llama a caminar en la luz, a vivir en transparencia
delante de El y dejar que la luz de su verdad nos ilumine.
Hay tres errores que podemos cometer, que nos
llevan a vivir en la oscuridad, y al mismo tiempo pensar que estamos
bien con Dios. Esto es muy peligroso, porque nos ciega a
nuestra verdadera condición. La primera se encuentra en
el verso 6. Este es el error de creer que podemos vivir en
pecado, y al mismo tiempo estar bien con Dios.
Hay muchos que buscan una religión así. Buscan
una religión cómoda, que les diga que el pecado no es tan
importante. Hoy me parece que muchos malentienden el amor de Dios,
y lo convierten en indulgencia. "Dios me ama así como
soy", dicen. Por supuesto que Dios nos ama a todos, pero si estamos en la
oscuridad del pecado, su amor lo motiva a querernos sacar de
allí. Si insistimos en quedarnos en la oscuridad, no es
que Dios no nos ame; es que nosotros mismos nos estamos
separando de El.
¡No creas la mentira! No es posible tener un
estilo de vida de pecado y al mismo tiempo estar en comunión con
Dios. El creyente quizás caiga en pecado, pero no puede ser
nuestro estilo de vida. No podemos caminar en pecado, tenerlo como
una costumbre constante, y al mismo tiempo estar en comunión
con Dios. Dios es luz, y si queremos conocerlo, tenemos que
caminar en la luz.
El segundo error que nos lleva a vivir en la
oscuridad se menciona en el verso 8. Este es el error de
decir que no tenemos pecado. El primer error es decir que podemos
pecar, y al mismo tiempo, estar bien con Dios. El segundo error es
negar la realidad del pecado que está en nosotros.
Desde que Adán y Eva pecaron, todos nacemos con
una inclinación hacia lo malo. Nadie nos tiene que enseñar a
mentir, a robar, a ser egoístas. ¡Así somos por naturaleza! Esto
nos hace culpables ante Dios. Pero muchos dicen: "Yo soy
bueno. ¡Yo no tengo pecado!" Se creen justos.
Juan responde muy directamente a esta idea. Si
pensamos así, "nos engañamos a nosotros mismos y no
tenemos la verdad". Si tú te crees bueno, reflexiona un momento. Considera
lo que la Biblia dice acerca del pecado. ¿De veras puedes
decir que eres bueno? ¿Has obedecido siempre a Dios? ¿Has
vivido por El, y para su Reino? ¿Has servido a otros con tu vida, y no
sólo a ti mismo?
Cuando te das cuenta de que tienes pecado, hay
un remedio muy sencillo. El remedio está en confesar el pecado,
porque Dios ha prometido perdonarnos cuando lo hacemos. Y Dios
no es injusto; El es fiel a sus promesas. Por lo tanto, no
debemos tener miedo de reconocer nuestro pecado. Más bien, debemos
confesarle a Dios cada pecado específico que reconocemos en
nosotros.
El tercer error se menciona en el verso 10. Es
el error de decir que no hemos pecado. Hay muchas personas que
tienen una definición muy conveniente del pecado. Para
ellos, el pecado es algo que otras personas hacen. Los homicidas,
los terroristas, los violadores - ellos pecan. Pero ¿yo? ¡Yo no
he pecado!
Este error es muy común, pero también es muy
grave. Porque los que creen así le hacen a Dios pasar por
mentiroso. Dios, en su Palabra, dice claramente que todos han pecado.
No hay ningún justo, ni aun uno. Entonces, si declaramos que
no hemos pecado, hacemos a Dios un mentiroso.
Pero una vez que reconocemos la realidad de
nuestro pecado, la solución está a la mano. Tenemos un abogado ante
el Padre, Jesucristo, el Justo. El no sólo sabe de leyes;
El mismo ya pagó nuestra condena. Como dice el verso 2, El es el
sacrificio por el perdón de nuestros pecados.
Al mirar nuestro pecado, Dios se enoja.
Justamente, porque El es santo. Pero en su amor, Dios mismo encontró la
manera de satisfacer su propia ira. Jesucristo murió en la
cruz para propiciar la ira de Dios. Ahora, cualquier
persona que lo busque y confíe en El queda protegido de la ira de Dios.
Mientras digamos que no tenemos pecado, nos
mantenemos en la oscuridad y alejados de la verdad. Pero cuando
reconocemos el pecado, Cristo está cerca para limpiarnos con su
sangre y hacernos aceptables ante Dios.
¿Quieres vivir en comunión con Dios? ¿Quieres
conocerlo? La primera cosa que debes saber es que Dios es luz.
Si quieres vivir en comunión con El, tienes que caminar en
la luz también. No puedes conocer a Dios y caminar en oscuridad.
Ven hoy a la luz de Cristo. Deja la oscuridad atrás. Dios es
luz, y El te invita a caminar en su luz.
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