1 Corintios 5:1-5.
5:1 De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.
5:2 Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?
5:3 Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho.
5:4 En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo,
5:5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
5:1 De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.
5:2 Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?
5:3 Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho.
5:4 En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo,
5:5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
Hoy
en día se habla mucho acerca de la tolerancia, y hasta cierto punto, la tolerancia es muy buenas hasta que no se convierte en libertinaje. Debemos ser tolerantes con los que no
son como nosotros. En lugar de rechazar a los que son de otra cultura o de otro
color, debemos conocerlos y aprender de ellos. Debemos respetar el derecho de
todos a creer y pensar de acuerdo a su conciencia. En este sentido, la tolerancia
es algo bueno.
Pero la tolerancia se puede volver traicionera cuando la aplicamos sin discernimiento y sin sabiduría. Podemos llegar a ser como las gallinas, que permitieron que la zorra se meta al gallinero en nombre de la tolerancia. Les cuento: Las
gallinas se habían reunido para conversar sobre una situación que se había presentado en el gallinero.
Se encontraba entre ellas
una nueva clase de gallina que ninguno de ellos recordaba haber visto antes. En
lugar de plumas, tenía un pelaje rojizo. En lugar de dos patas, tenia cuatro patas. En lugar de cacarear, emitía unos gruñidos y ladridos extraños.
Las gallinas debatían qué hacer con esta nueva gallina tan extraña. Un gallo anciano que estaba alli dijo: "Yo no le tengo confianza a esta extraña gallina. No creo que tenga buenas intenciones. Hay que echarla del gallinero." Pero una gallina muy joven respondió: "¡Todo eso es muy anticuado e injusto! Hoy en día, sabemos que debemos ser tolerantes con todos. Quizás esta gallina simplemente tuvo una crianza diferente, o tiene genes un poco diferentes de los nuestros. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a la pobre gallina, simplemente porque es diferente de nosotros? Yo pienso que tenemos que ser un poco tolerantes."
A las demás gallinas les pareció bien lo que había opinado la gallina joven y decidieron ser tolerantes con la nueva gallina de apariencia y costumbres extrañas. Lamentablemente, su tolerancia las traiciono, porque aquella extraña gallina no fue tan tolerante con las demás. Se las comió, porque no era una gallina sino una zorra.
La ciudad de Corinto era muy conocida por su inmoralidad. Se parecía mucho al mundo en el que vivimos hoy día, donde las prácticas sexuales inmorales se han vuelto social mente aceptables.
Hay dos formas en las que podemos responder a esta realidad. La primera respuesta es la de los corintios.
Ellos al igual que las gallinas de nuestro relato se consideraban muy tolerantes. Tenían como miembro de la Iglesia a un hombre que vivía en una relación pecaminosa con su madrastra. Seguramente los corintios decían: "Bueno, él sabe lo que hace. Esto no tiene nada que ver conmigo. Yo no lo puedo juzgar. Dios lo ama tal como es, y tenemos que mostrarle gracia y ser tolerantes."
Pero la reacción del apóstol Pablo fue muy diferente. En lugar de alegrarse por la tolerancia de los corintios, les dice que debería darles vergüenza lo que estaba sucediendo. En lugar de tolerar esta inmoralidad, la Iglesia tenía que disciplinar al ofensor.
Ellos al igual que las gallinas de nuestro relato se consideraban muy tolerantes. Tenían como miembro de la Iglesia a un hombre que vivía en una relación pecaminosa con su madrastra. Seguramente los corintios decían: "Bueno, él sabe lo que hace. Esto no tiene nada que ver conmigo. Yo no lo puedo juzgar. Dios lo ama tal como es, y tenemos que mostrarle gracia y ser tolerantes."
Pero la reacción del apóstol Pablo fue muy diferente. En lugar de alegrarse por la tolerancia de los corintios, les dice que debería darles vergüenza lo que estaba sucediendo. En lugar de tolerar esta inmoralidad, la Iglesia tenía que disciplinar al ofensor.
Este pasaje nos enseña acerca de dos cosas muy importantes: nos habla de los límites de la tolerancia, y nos muestra cómo debe ser la disciplina dentro de la Iglesia.
Dios llama a su Iglesia a mantener su pureza por medio de la disciplina. ¿Qué significa la disciplina en la Iglesia? Significa llamarle la atención a aquellos que forman parte de la Iglesia y que están viviendo en pecado abierto y sin arrepentimiento. Significa también limitar sus privilegios como miembro de la Iglesia, hasta que la persona se llega a arrepentir. Veamos esto con más detalle.
La primera cosa que vemos aquí es que la disciplina es una acción de la Iglesia unida, hecha por la autoridad y en el poder de Jesucristo. El versículo 4 nos habla de esto. No era acción de una sola persona, o de unos pocos, sino de la Iglesia unida.
Dios llama a su Iglesia a mantener su pureza por medio de la disciplina. ¿Qué significa la disciplina en la Iglesia? Significa llamarle la atención a aquellos que forman parte de la Iglesia y que están viviendo en pecado abierto y sin arrepentimiento. Significa también limitar sus privilegios como miembro de la Iglesia, hasta que la persona se llega a arrepentir. Veamos esto con más detalle.
La primera cosa que vemos aquí es que la disciplina es una acción de la Iglesia unida, hecha por la autoridad y en el poder de Jesucristo. El versículo 4 nos habla de esto. No era acción de una sola persona, o de unos pocos, sino de la Iglesia unida.
En el libro de Mateo capitulo 18, el Señor Jesús nos da tres pasos muy importantes: primero, hay que confrontar individualmente a la persona. Segundo, hay que llevar a dos o tres ancianos de la Iglesia. Finalmente, hay que llevarlo ante toda la congregación. Aquí el apóstol Pablo nos habla del final de ese proceso, la acción unida de toda la congregación. Obviamente, si los primeros dos pasos no habían funcionado.
La segunda cosa que tenemos que comprender acerca de la disciplina en la Iglesia es que su fin es la salvación de la persona. Como dice el versículo 5. "Por estar viviendo en pecado", la salvación de este hombre estaba en peligro. Probablemente él realmente nunca fue salvo, y necesitaba darse cuenta de ello y arrepentirse. Lo importante es reconocer que el propósito de la disciplina era conseguir su arrepentimiento y salvación. No era cuestión de que la Iglesia dijera: "¡Este hombre no merece estar entre nosotros!" No era la venganza o el castigo, más bien, el propósito de la disciplina era llevarlo a un punto
de arrepentimiento y de restauración.
La segunda cosa que tenemos que comprender acerca de la disciplina en la Iglesia es que su fin es la salvación de la persona. Como dice el versículo 5. "Por estar viviendo en pecado", la salvación de este hombre estaba en peligro. Probablemente él realmente nunca fue salvo, y necesitaba darse cuenta de ello y arrepentirse. Lo importante es reconocer que el propósito de la disciplina era conseguir su arrepentimiento y salvación. No era cuestión de que la Iglesia dijera: "¡Este hombre no merece estar entre nosotros!" No era la venganza o el castigo, más bien, el propósito de la disciplina era llevarlo a un punto
de arrepentimiento y de restauración.
La disciplina - sea de un niño en el hogar o de un hermano dentro de la Iglesia - siempre se debe hacer en amor, y con el propósito de lograr el arrepentimiento.
¿Qué significa la frase, "entreguen a este hombre a Satanás"?
¿Qué significa la frase, "entreguen a este hombre a Satanás"?
Significa que si la persona no se arrepiente de su pecado luego de cumplidos los pasos antes mencionados, la Iglesia retiraba su cobertura espiritual de este hombre, y lo trataba como un incrédulo. De este modo, quedaba expuesto a la influencia y el poder de Satanás, como cualquier persona mundana. Así vería la diferencia que hay entre vivir en el Espíritu Santo, y vivir en el mundo, bajo el control de Satanás.
Cuando una Iglesia pone a alguien bajo disciplina, dice efectivamente: "Estás viviendo como incrédulo, así que te vamos a tratar como incrédulo". Pierde el derecho de participar en la comunión, como leeremos más adelante en el verso 11. Pierde su derecho de servir y votar como miembro de la Iglesia. Queda espiritualmente al descubierto y segregado.
Sigamos leyendo para aprender más acerca del propósito de la
disciplina. Leamos los versículos 6 al 8:
"No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad".
¿Alguna vez has visto cómo se prepara el pan?
Cuando una Iglesia pone a alguien bajo disciplina, dice efectivamente: "Estás viviendo como incrédulo, así que te vamos a tratar como incrédulo". Pierde el derecho de participar en la comunión, como leeremos más adelante en el verso 11. Pierde su derecho de servir y votar como miembro de la Iglesia. Queda espiritualmente al descubierto y segregado.
Sigamos leyendo para aprender más acerca del propósito de la
disciplina. Leamos los versículos 6 al 8:
"No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad".
¿Alguna vez has visto cómo se prepara el pan?
Los ingredientes mezclados forman una masa pequeña, pero agregando un poco de levadura, la masa empieza a crecer y a extenderse. Pronto llega a adquirir un volumen varias veces más grande.
La Biblia nos dice que, así como un poco de levadura leuda toda la masa, también el pecado en la congregación, si no se confronta, puede afectar a toda la Iglesia. Cuando la inmoralidad se tolera, los demás lo llegan a considerar algo normal; entonces, toda la Iglesia decae.
Algunos años atrás, en una Iglesia grande, un miembro del personal ejecutivo cayó en pecado con su secretaria. Cuando los líderes lo llegaron a saber, decidieron manejar el asunto en privado en lugar de llevarlo ante toda la Iglesia. El año siguiente, diecisiete matrimonios de líderes en la misma Iglesia terminaron en divorcio. ¡Ciertamente un poco de levadura leuda toda la masa!
Es duro y difícil tratar el pecado en la congregación. Es mucho más fácil hacerse de la vista gorda y fingir que no pasa nada. Sin embargo, los resultados pueden ser desastrosos. Cuando se trata de un pecado serio, que es del dominio público, es esencial que la Iglesia tome acción si no hay señales de arrepentimiento.
Pero alguien dirá: "Entonces puedo pecar sin preocuparme, siempre y cuando nadie lo llegue a saber". Es verdad que la disciplina se trata de pecados conocidos. No tenemos por qué convertirnos en inquisidores, buscando todo pecado oculto; Pero recordemos las palabras de Jesús: "No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse." (Lucas 12:2).
Dios tiene formas de sacar a la luz lo que tratamos de ocultar. No te confíes de que nadie se enterará de lo que haces.
En lugar de permitir que un poco de levadura afecte a toda la Iglesia, debemos echar la levadura de nuestras propias vidas y celebrar nuestra liberación en Cristo con una vida de santidad.
En lugar de permitir que un poco de levadura afecte a toda la Iglesia, debemos echar la levadura de nuestras propias vidas y celebrar nuestra liberación en Cristo con una vida de santidad.
Aprendemos una cosa más acerca de la disciplina en las versos 9
al 13:
"Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros".
La disciplina es para creyentes, no para incrédulos. En medio de una sociedad corrupta, no nos toca a nosotros juzgar a los incrédulos; Dios se encargará de eso; más bien, Dios nos llama a mantener nuestra identidad como un pueblo apartado. Ante el mundo, nuestras vidas deben de ser diferentes.
Es con nuestras acciones que mostramos la diferencia. Dentro de la Iglesia, el pecado abierto y desafiante - el pecado que se comete sin ningún arrepentimiento - se tiene que confrontar, para el bien del que lo comete, y para el bien de la Iglesia.
Es importante que todos comprendamos este asunto de la disciplina, por si llegara a ser necesario tomar esta acción como Iglesia. Pero mucho mejor es que cada uno de nosotros se haga responsable de quitar de su vida la levadura. Mucho mejor es que vivamos juntos en armonía, arrepintiéndonos del pecado y haciendo que la disciplina sea innecesaria, porque nos disciplinamos a nosotros mismos.
Es importante que todos comprendamos este asunto de la disciplina, por si llegara a ser necesario tomar esta acción como Iglesia. Pero mucho mejor es que cada uno de nosotros se haga responsable de quitar de su vida la levadura. Mucho mejor es que vivamos juntos en armonía, arrepintiéndonos del pecado y haciendo que la disciplina sea innecesaria, porque nos disciplinamos a nosotros mismos.
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