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sábado, 5 de julio de 2014

LA ALABANZA A DIOS COMO ESTILO DE VIDA


En los primeros meses de mi conversión al Señor, tuve la dicha enorme de ir a una conferencia cristiana en el País de Guatemala. Allí se estaba celebrando una de las reuniones de la red mundial de oración y guerra espiritual, pero en esta ocasión se estaba tratando el tema de la alabanza a Dios como arma de guerra, la idea es que cada asistente a esta conferencia, recibió un globo, que se le entrego a la entrada del auditorio con la finalidad de soltarlo en algún momento de la sesión en el que alguien quisiera expresar el gozo que sentía en el corazón como una forma de manifestar su alabanza a Dios.

Los organizadores de la conferencia se imaginaban los globos subiendo al cielo, como incienso al Señor y tenían una gran expectativa de lo hermoso y de lo apoyado que iba a ser este tiempo. ¡Sería una bella escena! Cuando terminó la conferencia, fue decepcionante para ellos ver que mas de la tercera parte de los globos seguían en las manos de los participantes. No los habían soltado. !Que pena! Los globos, por supuesto, representaban la alabanza. 

Nuestras alabanzas reflejan nuestra respuesta a la grandeza y a las bendiciones de Dios. Fuimos creados para alabar a Dios. Sin embargo, muchas veces guardamos nuestras alabanzas, como los globos, en lugar de abrir nuestro corazón y alabar a Dios con libertad y con gozo.

Hoy quiero considerar la importancia de la alabanza, y trataremos de contestar un par de preguntas acerca de ella. La primera es ésta:

I. ¿Cuándo debemos alabar?

Encontramos la respuesta en nuestra primera lectura.

Lectura: Salmo 34:1

"34:1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca."

La respuesta aquí es muy clara: ¡todo el tiempo! 

Toda nuestra vida debe de estar llena de alabanza. Alabar a Dios no es sólo algo que hacemos el domingo en la iglesia; es algo que debemos de hacer siempre. El apóstol Pablo repite la misma idea; en Efesios 5:19-20, dice: 

"Canten y alaben al Señor con el corazón, dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo". 

No quiero que me vayan a malentender. Lógicamente, hay momentos en los que no podemos alabar consciente mente a Dios. Por ejemplo, en el trabajo, nos tenemos que concentrar en algunas actividades. Cuando estamos dormidos, no controlamos directamente nuestros pensamientos. Sin embargo, como creyentes podemos cultivar una actitud, un estilo de vida de alabanza en nuestra vida. Si la Biblia nos llama a alabar a Dios de una forma constante, significa que tenemos que aprender a hacerlo. Tenemos que aprender a hacer de la alabanza una parte constante de nuestra vida.

Nosotros tenemos  la tendencia de esperar para alabar a Dios solo cuando alguien nos insta a hacerlo, no cuando sentimos el deseo de hacerlo. Los ministros de alabanza y adoración aveces hasta cambian de color tratando de conseguir que de nuestra boca salga una alabanza a Dios, cuan difícil aveces resulta conseguir que podamos hacer aquello para lo cual realmente fuimos creados.

Quizás sólo cuando nos sucede algo muy especial, decidimos que debemos de darle gracias a Dios. Déjenme hacerles una pregunta: ¿Cuándo no se merece Dios nuestra alabanza? ¿En qué momento El no es digno de toda nuestra adoración?

¡Dios siempre es merecedor de nuestra alabanza! Muchas veces, cuando no tenemos deseos de alabar a Dios es cuando más lo debemos de hacer. Cuando estamos cansados, cuando se nos ha ido la esperanza, cuando nos sentimos inseguros, es en esos momentos que más falta nos hace alabar a Dios.

Si nos dejamos llevar por nuestros sentimientos, alabaremos poco al igual que si nos dejamos llevar por nuestra carne, ya que esta se resiste a la alabanza. 


Muchas veces aun a nuestros labios se le dificulta poder decir un !Gloria a Dios! y nuestros sentimientos son traicioneros porque aveces estamos frente a la presencia de Dios y nuestra mente nos traslada hacia nuestras preocupaciones y problemas y muchas veces nos reflejan la realidad de la vida queriéndonos sacar de raíz de su presencia; pero cuando empezamos a alabar y a adorar, cuando nos involucramos y nos concentramos en lo hermoso que es estar en su presencia,  enseguida nuestros sentimientos empiezan a cambiar también.

No se a cuantos de ustedes le ha sucedido que se ha levantado en la mañana con el enfoque equivocado, empiezas a pensar en todo lo que tienes que hacer en ese día, en todos los problemas que tienes, en la oposición que enfrentas o en algo más; pero cuando empiezas a orar, sin embargo, o a meditar en un salmo, o escuchar una canción de alabanza, tus emociones empiezan a cambiar y comienzas a tener sentido tu día.

En lugar de estar enfocado en tus propios problemas, comienza a enfocarte en la grandeza de Dios y en su poder. ¿Saben qué? ¡Esto nos da poder para enfrentar el día y sus problemas! No es una forma de escape; es más bien, reorientar la atención hacia la realidad.

La alabanza es también una buena forma de vencer la tentación. Un amigo compartió conmigo una vez que, cuando él se siente tentado, su reacción es poner música de adoración o empezar a alabar a Dios con sus instrumentos. La tentación se debilita cuando empezamos a alabar a Dios. Cuando empezamos a contemplar la grandeza y la majestad de Dios, el pecado ya no parece tan atractivo.

¿Cuándo debemos de alabar a Dios, entonces? 


¡Todo el tiempo! Tenemos que tomar acción para que la alabanza sea una realidad en nuestras vidas. Como ya hemos comentado, no es algo que sucederá automáticamente. Tenemos que desarrollar la costumbre de alabar.

Déjame preguntarte: ¿qué música sueles escuchar en el carro?  si es que tienes uno o en tu casa ¿Es música que eleva tu mirada a Dios, o es música que te hace pensar en otras cosas? El trayecto desde el trabajo a la casa puede convertirse en un culto de adoración para ti, si tú quieres.

Cuando sientas el deseo de cantar, recuerda lo que dijo Pablo: "Canten y alaben al Señor con el corazón". En lugar de cantar canciones sin sentido, entona alabanzas a Dios. Recuerda que no toda canción es una adoración y no toda adoración es una canción, podemos adorar aun con las intenciones de nuestro corazón. Así también cuando ores, ten cuidado de no sólo pedirle cosas a Dios; alábale por lo que El es y por lo que ha hecho.

Puede ser que estés pensando: Ya estoy convencido de que debo de alabar a Dios, pero ¡no sé cómo! Éste es la siguiente pregunta que trataremos de contestar:

II. ¿Cómo puedo alabar?

Tenemos que entender primero qué es la alabanza. La alabanza es
la actividad de glorificar a Dios en su presencia con nuestra voz y nuestro corazón. Es, en otras palabras, la reacción de nuestro ser cuando contemplamos lo que Dios ha hecho y lo que Dios es.

Es como lo que sucede cuando vemos algún paisaje hermoso o una
jugada impresionante. ¿Qué hacen los fanáticos de algún equipo de fútbol específicamente cuando se mete un gol? ¿Lo observan fríamente, diciendo: Ah sí, un gol, qué bueno? ¡Claro que no! Se alborotan, gritan, bailan - ¡celebran lo que ha sucedido!

¿Qué hacemos cuando vemos un paisaje hermoso? Nos quedamos boquiabiertos, queriendo absorber toda la grandeza de lo que estamos observando. Así es la alabanza. La alabanza surge cuando contemplamos la grandeza de Dios y de sus obras, y le respondemos con nuestra boca y nuestro corazón.

Claro está que los jugadores de fútbol no se dan cuenta de los gritos y la celebración del grupo de fanáticos reunidos frente al televisor. Dios, sin embargo, sí escucha nuestra alabanza, y se goza con nosotros. Le alabamos cuando, estando conscientes de su presencia con nosotros, meditamos en El y en lo que ha hecho, y le expresamos nuestra reacción porque El hace de nuestra alabanza su habitación.

No tenemos que estar en la iglesia para hacerlo, aunque lo podemos hacer de una manera especial cuando estamos reunidos con nuestros hermanos. Sabemos que Dios está en todas partes, y podemos alabarle en todas partes también.

Hay muchas razones por las que podemos alabar a Dios. En nuestra lectura diaria esta semana leeremos varios pasajes que nos dan diferentes razones para alabar a Dios. Les animo a usar las lecturas diarias como una celebración de alabanza.

Ahora vamos a considerar como ejemplos algunas razones por las
que podemos alabar a nuestro Señor. 

En primer lugar, podemos alabar a Dios por su obra y provisión en nuestras vidas. Por ejemplo, leemos en Deuteronomios  8:10-11:

 "Cuando hayas comido y estés satisfecho, alabarás al Señor tu Dios por la tierra buena que te habrá dado. Pero ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios".

Una vez una hermana me compartía algo muy interesante, ella decía que hasta con nuestras quejas podíamos alabar a Dios, suena un poco raro; pero ella decía, Por ejemplo, si nos quejamos por tener que levantarnos temprano, ¿por qué mejor no le damos gracias a Dios por tener trabajo? Si nos quejamos de tener que cocinar, ¿por qué mejor no le damos gracias a Dios porque tenemos comida?

Dios provee por nuestras necesidades de formas tan abundantes; todo lo que tenemos viene de El. Cultivemos la costumbre de alabar a Dios por su provisión por nuestras necesidades.

En segundo lugar, podemos alabar a Dios por su dirección. Leemos
en el Salmo 16:7: 

"Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia". 

Si estamos caminando con el Señor, su Espíritu nos va guiando. Aun cuando nos demuestra nuestros errores, es para nuestro bien.

¿Se acuerden del asno de Balaán? 

Este hombre era un profeta que había sido contratado para profetizar en contra del pueblo de Dios, pero Dios no se lo iba a permitir. Cuando Balaán iba camino a cumplir con su tarea, un ángel le cerró el camino. Balaán no podía ver el ángel, pero su burro sí. El animal se rehusó a seguir caminando, y Balaán, pensando que era por pura terquedad, lo castigaba. Por fin, Dios le dio palabras al asno para que reprendiera a Balaán, y le abrió los ojos para que viera el ángel. 

Balaán se había enojado por el contratiempo, pero no sabía que su burro lo estaba protegiendo. ¿Cuántas veces no hacemos lo mismo? Algún contratiempo podría ser, más bien, una protección divina. Podemos darle gracias a Dios por su dirección.

En tercer lugar, y más importante, podemos darle gracias por la
gloriosa gracia que El nos da en Cristo. Efesios 1:3 dice:

"Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo".

Si nosotros tenemos a Cristo, lo tenemos todo. Si Dios nos ha amado tanto que incluso estuvo dispuesto a enviar a su único Hijo para salvarnos, ¿cómo no nos dará todo lo demás con El? Si tenemos a Cristo, ¡ya tenemos lo único que realmente importa!

Cristo es la bendición más grande que podríamos recibir, y la mayor razón que tenemos para alabar a Dios. En Cristo vemos todo lo que Dios es, y al contemplar su hermosura, no podemos más que responder con alabanzas.

Hoy Yo te invito a comprometerte con Dios en desarrollar una estilo de vida de alabanza. Te aseguro que, si tomas el tiempo necesario para alabar a Dios, tu vida cambiará. Tus sentimientos y tu perspectiva serán diferentes. Fuiste creado para alabar. No dejes que las cosas de este mundo te distraigan. Levanta tu mirada hacia el Señor todos los días, y alábale por lo que es y por lo que ha hecho. Tu vida nunca será igual.

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