¿Sabía usted que como cristiano hemos sido llamados a ser ricamente
bendecido por Dios? Vuelva su mirada al Génesis. En los dos primeros capítulos
encontramos que el Señor creó el universo y la tierra para que el hombre los
disfrutara. Sin embargo el pecado del
hombre, representado en Adán y Eva, produjo la separación de Dios y desencadenó
maldición.
Pese a todo esto, el amor de Dios es ilimitado. Y así lo apreciamos
cuando Abram (posteriormente llamado Abraham) recibe el llamamiento de parte
del Padre:
"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu
parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti
una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las familias de la tierra. Y se fue Abram, como Jehová le
dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando
salió de Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano,
y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en
Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán
llegaron." (Génesis 12:1-5).
En primera instancia descubrimos que Dios bendice a quienes Él quiere.
Usted que es hijo por la obra redentora de Cristo en la cruz, está llamado a
ser bendecido ricamente.
Un segundo elemento que encontramos es que aquellos que nos bendigan,
que deseen lo bueno para nuestras vidas, también serán bendecidos.
Y en tercer lugar hallamos que por nuestro andar en Él, nuestras
generaciones y las naciones en las que nos desenvolvamos, recibirán bendición.
Es posible que usted me diga: "Eso era únicamente para el tiempo
Abraham" y yo le respondo: "Es válido para los hijos de Dios.
Y usted y yo lo somos, gracias al sacrificio del Señor Jesús".
En el camino hacia las bendiciones es importante notar que juega un
papel fundamental la obediencia a Dios. Observe que la Palabra nos enseña que,
tras escuchar el llamamiento, Abraham y su familia "...salieron para
ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron".
Estuvieron dispuestos a creerle al Creador, bajo el convencimiento de
que para Él no hay nada imposible y que tiene un plan para cada uno de
nosotros.
Un concepto que debe quedar profundamente arraigado en nuestro corazón,
es que el deseo de Dios es bendecirnos. Desde el momento en que creó la tierra
y puso en ella a Adán y a Eva, el propósito es que disfrutaran para siempre de
plenitud, recibiendo lo mejor de Él.
Las Bendiciones tienen una contraposición: se trata de las Maldiciones.
Las dos se manifiestan en los seres creados, es decir usted y yo. ¿De qué
manera operan? La respuesta está en unas sencillas palabras: fuerzas
sobrenaturales determinan que unas y otras toquen la vida de un ser humano.
Bendiciones y Maldiciones han afectado por siglos la vida personal,
familiar y la economía de hombres y mujeres. Incluso, tales manifestaciones
pueden afectar comunidades y naciones enteras.
Surge entonces la pregunta, ¿Qué impide las bendiciones? Hay varios
factores asociados al hecho de que en alguien tomen fuerza las maldiciones.
El primer elemento, del que nos ocuparemos hoy, es la idolatría.
Para dilucidar el interrogante, al menos en uno de sus puntos, le invito
para que vaya conmigo a la Biblia. Específicamente ubique el libro del Éxodo,
capítulo 20, versículos del 3 al 5. Léalo con detenimiento.
El pasaje nos enseña que la idolatría impide que seamos bendecidos. ¿La
razón? Ningún objeto o persona debe ocupar el lugar que preeminencia y honor
que sólo le pertenece a Dios (versículo 3).
"No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,"
Hace poco tiempo leí un articulo que decía que en el País de Colombia, se realizan anualmente los
Carnavales del Diablo. Se escenifican en una población pintoresca: llamada Río sucio.
Por varios días, el demonio es el personaje central. Los organizadores dicen
que no es un diablo malo, sino ¡bueno!
¿Qué es esa celebración aparentemente típica y cultural? no, es Idolatría. ¿A
quién? A Satanás.
Recientemente también vi en un noticiero que para la presentación de un artista en un gran estadio,
los espectadores pasaron dos días haciendo fila para entrar. ¿Qué
es eso? Idolatría.
Dice la Biblia también que no se debe hacer ninguna representación de lo
que hay en el cielo ni en la tierra (versículo 4) y añade que no se les debe
tributar honra ya que tal actitud despierta los "celos" de Dios
(versículo 5).
Las maldiciones que desatan tal comportamiento se extienden hasta la
cuarta generación. Las Escrituras son claras al advertir que entre el pueblo de
Dios debe primar una auténtica adoración a Dios, procediendo a derribar
cualquier pedestal que hayamos levantado a los ídolos.
Si leemos el libro del Deuteronomio, capítulo 7, versículos 25 y 26,
encontramos que literalmente los ídolos deben ser destruidos (versículo 25) y
que no podemos permitir que tengan asiento en nuestro hogar (versículo 26).
"Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación a Jehová tu Dios; y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema."
"Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación a Jehová tu Dios; y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema."
El concepto de Bendición aparece 410 veces en la Biblia mientras que el
de Maldición, 230 ocasiones. Unas y otras pertenecen al mundo invisible, pero
afectan el plano material.
Es probable que en su hogar, oficina o quizá, en sus elementos
personales, conserve todavía imágenes, libros u otro objeto que en otro tiempo eran instrumentos de adoración idolátrica.
Hoy ya sabemos que conservar esas cosas trae Maldición sobre nuestras vida y
además, desagrada a Dios. Decídase hoy. ¡Deshágase de tales instrumentos de
idolatría! Sólo renunciando definitivamente a ellas, abrirá las puertas para
recibir las bendiciones de Dios.
Con frecuencia encontramos
personas que aceptan únicamente las Bendiciones, altamente entusiasmados con
sus alcances. Es más, lo que buscan al congregarse en una iglesia, es el ser
bendecidos. "Yo he visto que Juan prosperó desde que entró en la
religión", dijo una persona a la que atendí en mi oficina. Era su
forma de explicarme cuál era la principal motivación para hacerse cristiana.
Estaba detrás de la prosperidad.
Quienes solo persiguen las
Bendiciones están en un tremendo error si desestiman las Maldiciones. Son tan
reales como las primeras, aunque la diferencia es que sus causas son funestas.
No se trata de meras supersticiones ni especulaciones.
Es necesario discernir el
estado de alguien víctima de una maldición es real. Hacia este propósito se
encaminan las dos ideas que debemos tener claras en nuestro corazón:
a.- Las
Bendiciones y las Maldiciones son reales y debemos distinguirlas.
b.- Si alguien
está bajo Maldición es probable que no lo sepa y tampoco el hecho de que puede
ser libre.
Las Bendiciones provienen
de Dios mientras que las Maldiciones proceden del Señor en caso de que alguien
sea rebelde o incrédulo, pero también de prácticas muy difundidas en nuestro
mundo, y que son promovidas por Satanás. Entre ellas podemos mencionar el
ocultismo, la Nueva Era y ritos religiosos en los que se adoran dioses muy
diferentes a Jehová.
En la Biblia leemos que "Como
el gorrión en su vagar y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca
vendrá sin causa" (Proverbios 26:29)
El texto nos sirve de base
para aprender un principio importante: toda Maldición tiene una motivación. No
viene por si sola.
La Biblia nos revela cuál
es el origen de las Bendiciones y Maldiciones. Uno de los textos más
importantes se halla en el libro del Deuteronomio, capítulo 28, versículos del
1 al 68. Allá descubrimos el origen y evolución de un estado bendecido o
maldecido. La descripción de las Bendiciones se halla desde los versículos 3 al
13 y las Maldiciones, desde el 16 al 68.
Los versículos 1 y 2 nos
muestran que las Bendiciones vienen como consecuencia de:
a.- Oír la voz de
Dios.
b.- Guardar y
practicar los mandamientos.
El pasaje es muy revelador
cuando dice: "Si obedeces al SEÑOR tu Dios, todas estas bendiciones
vendrán sobre ti y te acompañarán siempre"(Deuteronomio 28:2. Nueva
Versión Internacional).
Las Maldiciones tienen
origen en la maldad del hombre. Deuteronomio 18:15 dice que son el fruto de:
a.- No oír la voz
de Jehová.
b.- No cumplir
los mandamientos.
Las maldiciones alcanzarán
a quien obra así, pero no solo a él sino a su familia y a sus generaciones,
como también a sus posesiones.
Reviste
mucha importancia caminar en Bendición. ¿Cómo hacerlo? Moviéndonos en la
voluntad de Señor para nuestras vidas, la cual podemos descubrir en los tiempos
de intimidad que pasamos con Dios, así como en la lectura de Su Palabra: la
Biblia
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