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lunes, 4 de agosto de 2014

EL MISTERIO DE LAS BENDICIONES Y DE LAS MALDICIONES (1)

¿Sabía usted que como cristiano hemos sido llamados a ser ricamente bendecido por Dios? Vuelva su mirada al Génesis. En los dos primeros capítulos encontramos que el Señor creó el universo y la tierra para que el hombre los disfrutara.  Sin embargo el pecado del hombre, representado en Adán y Eva, produjo la separación de Dios y desencadenó maldición.

Pese a todo esto, el amor de Dios es ilimitado. Y así lo apreciamos cuando Abram (posteriormente llamado Abraham) recibe el llamamiento de parte del Padre:

"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron." (Génesis 12:1-5).

En primera instancia descubrimos que Dios bendice a quienes Él quiere. Usted que es hijo por la obra redentora de Cristo en la cruz, está llamado a ser bendecido ricamente.

Un segundo elemento que encontramos es que aquellos que nos bendigan, que deseen lo bueno para nuestras vidas, también serán bendecidos.

Y en tercer lugar hallamos que por nuestro andar en Él, nuestras generaciones y las naciones en las que nos desenvolvamos, recibirán bendición.

Es posible que usted me diga: "Eso era únicamente para el tiempo Abraham" y yo le respondo: "Es válido para los hijos de Dios. Y usted y yo lo somos, gracias al sacrificio del Señor Jesús".

En el camino hacia las bendiciones es importante notar que juega un papel fundamental la obediencia a Dios. Observe que la Palabra nos enseña que, tras escuchar el llamamiento, Abraham y su familia "...salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron".

Estuvieron dispuestos a creerle al Creador, bajo el convencimiento de que para Él no hay nada imposible y que tiene un plan para cada uno de nosotros.

Un concepto que debe quedar profundamente arraigado en nuestro corazón, es que el deseo de Dios es bendecirnos. Desde el momento en que creó la tierra y puso en ella a Adán y a Eva, el propósito es que disfrutaran para siempre de plenitud, recibiendo lo mejor de Él.

Las Bendiciones tienen una contraposición: se trata de las Maldiciones. Las dos se manifiestan en los seres creados, es decir usted y yo. ¿De qué manera operan? La respuesta está en unas sencillas palabras: fuerzas sobrenaturales determinan que unas y otras toquen la vida de un ser humano.

Bendiciones y Maldiciones han afectado por siglos la vida personal, familiar y la economía de hombres y mujeres. Incluso, tales manifestaciones pueden afectar comunidades y naciones enteras.

Surge entonces la pregunta, ¿Qué impide las bendiciones? Hay varios factores asociados al hecho de que en alguien tomen fuerza las maldiciones.

El primer elemento, del que nos ocuparemos hoy, es la idolatría.

Para dilucidar el interrogante, al menos en uno de sus puntos, le invito para que vaya conmigo a la Biblia. Específicamente ubique el libro del Éxodo, capítulo 20, versículos del 3 al 5. Léalo con detenimiento.

El pasaje nos enseña que la idolatría impide que seamos bendecidos. ¿La razón? Ningún objeto o persona debe ocupar el lugar que preeminencia y honor que sólo le pertenece a Dios (versículo 3).

"No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,"

Hace poco tiempo leí un articulo que decía que en el País de Colombia,  se realizan anualmente los Carnavales del Diablo. Se escenifican en una población pintoresca: llamada Río sucio. Por varios días, el demonio es el personaje central. Los organizadores dicen que no es un diablo malo, sino ¡bueno!

¿Qué es esa celebración aparentemente típica y cultural? no, es Idolatría. ¿A quién? A Satanás.

Recientemente también vi en un noticiero que para la presentación de un artista en un gran estadio, los espectadores pasaron dos días haciendo fila para entrar. ¿Qué es eso? Idolatría.

Dice la Biblia también que no se debe hacer ninguna representación de lo que hay en el cielo ni en la tierra (versículo 4) y añade que no se les debe tributar honra ya que tal actitud despierta los "celos" de Dios (versículo 5).

Las maldiciones que desatan tal comportamiento se extienden hasta la cuarta generación. Las Escrituras son claras al advertir que entre el pueblo de Dios debe primar una auténtica adoración a Dios, procediendo a derribar cualquier pedestal que hayamos levantado a los ídolos.

Si leemos el libro del Deuteronomio, capítulo 7, versículos 25 y 26, encontramos que literalmente los ídolos deben ser destruidos (versículo 25) y que no podemos permitir que tengan asiento en nuestro hogar (versículo 26).

"Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación a Jehová tu Dios; y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema."

El concepto de Bendición aparece 410 veces en la Biblia mientras que el de Maldición, 230 ocasiones. Unas y otras pertenecen al mundo invisible, pero afectan el plano material.

Es probable que en su hogar, oficina o quizá, en sus elementos personales, conserve todavía imágenes, libros u otro objeto que en otro tiempo eran instrumentos de adoración idolátrica.

Hoy ya sabemos que conservar esas cosas trae Maldición sobre nuestras vida y además, desagrada a Dios. Decídase hoy. ¡Deshágase de tales instrumentos de idolatría! Sólo renunciando definitivamente a ellas, abrirá las puertas para recibir las bendiciones de Dios.
Con frecuencia encontramos personas que aceptan únicamente las Bendiciones, altamente entusiasmados con sus alcances. Es más, lo que buscan al congregarse en una iglesia, es el ser bendecidos. "Yo he visto que Juan prosperó desde que entró en la religión", dijo una persona a la que atendí en mi oficina. Era su forma de explicarme cuál era la principal motivación para hacerse cristiana. Estaba detrás de la prosperidad.
Quienes solo persiguen las Bendiciones están en un tremendo error si desestiman las Maldiciones. Son tan reales como las primeras, aunque la diferencia es que sus causas son funestas. No se trata de meras supersticiones ni especulaciones.
Es necesario discernir el estado de alguien víctima de una maldición es real. Hacia este propósito se encaminan las dos ideas que debemos tener claras en nuestro corazón:
a.- Las Bendiciones y las Maldiciones son reales y debemos distinguirlas.
b.- Si alguien está bajo Maldición es probable que no lo sepa y tampoco el hecho de que puede ser libre.
Las Bendiciones provienen de Dios mientras que las Maldiciones proceden del Señor en caso de que alguien sea rebelde o incrédulo, pero también de prácticas muy difundidas en nuestro mundo, y que son promovidas por Satanás. Entre ellas podemos mencionar el ocultismo, la Nueva Era y ritos religiosos en los que se adoran dioses muy diferentes a Jehová.
En la Biblia leemos que "Como el gorrión en su vagar y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa" (Proverbios 26:29)
El texto nos sirve de base para aprender un principio importante: toda Maldición tiene una motivación. No viene por si sola.
La Biblia nos revela cuál es el origen de las Bendiciones y Maldiciones. Uno de los textos más importantes se halla en el libro del Deuteronomio, capítulo 28, versículos del 1 al 68. Allá descubrimos el origen y evolución de un estado bendecido o maldecido. La descripción de las Bendiciones se halla desde los versículos 3 al 13 y las Maldiciones, desde el 16 al 68.
Los versículos 1 y 2 nos muestran que las Bendiciones vienen como consecuencia de:
a.- Oír la voz de Dios.
b.- Guardar y practicar los mandamientos.
El pasaje es muy revelador cuando dice: "Si obedeces al SEÑOR tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre"(Deuteronomio 28:2. Nueva Versión Internacional).
Las Maldiciones tienen origen en la maldad del hombre. Deuteronomio 18:15 dice que son el fruto de:
a.- No oír la voz de Jehová.
b.- No cumplir los mandamientos.
Las maldiciones alcanzarán a quien obra así, pero no solo a él sino a su familia y a sus generaciones, como también a sus posesiones.
Reviste mucha importancia caminar en Bendición. ¿Cómo hacerlo? Moviéndonos en la voluntad de Señor para nuestras vidas, la cual podemos descubrir en los tiempos de intimidad que pasamos con Dios, así como en la lectura de Su Palabra: la Biblia

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