No se si ustedes han notado que todo el mundo busca siempre lo más poderoso. Lo podemos ver en los anuncios comerciales. Los fabricantes de camiones por ejemplo, declaran que su motores ofrecen la máxima potencia en su clase. ¡Yo nunca he visto un anuncio que declare, "Le ofrecemos el motor de menor potencia"!
Igualmente los detergentes ¿Te has puesto alguna vez a leer lo que dicen de los detergentes? ¡Casi parecen la descripción de armas nucleares! "Explota las manchas." ¡Pareciera que dejarían hoyos en la ropa! "Arranca el sucio y la grasa." ¡Espero que no se escape del fregadero! Pero nunca he visto un detergente que diga: "El más débil." ¡Todos declaran que son los más poderosos!
Lo mismo se puede decir de la religión. Cuando se trata de la fe, todos buscan al más poderoso. Quieren encontrar al hechicero, la imagen o al dios de más poder que pueda hacer grandes milagros. Siempre ha sido así. Pero es importante comprender cómo funciona el poder espiritual, el poder verdadero.
Igualmente los detergentes ¿Te has puesto alguna vez a leer lo que dicen de los detergentes? ¡Casi parecen la descripción de armas nucleares! "Explota las manchas." ¡Pareciera que dejarían hoyos en la ropa! "Arranca el sucio y la grasa." ¡Espero que no se escape del fregadero! Pero nunca he visto un detergente que diga: "El más débil." ¡Todos declaran que son los más poderosos!
Lo mismo se puede decir de la religión. Cuando se trata de la fe, todos buscan al más poderoso. Quieren encontrar al hechicero, la imagen o al dios de más poder que pueda hacer grandes milagros. Siempre ha sido así. Pero es importante comprender cómo funciona el poder espiritual, el poder verdadero.
Relata la Biblia en el libro de los Hechos que un día, el
demonio que trataban de expulsar unos exorcista Judíos que querían imitar al apóstol Pablo, les respondió: "Conozco
a Jesús, y sé quién es Pablo, pero ustedes ¿quiénes son?"
Y el hombre endemoniado se abalanzó sobre los supuestos exorcistas
y los maltrató tanto que huyeron desnudos y sangrando.
Hechos 19:13-16:
13
Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron
invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían
espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que
predica Pablo. 14
Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes,
que hacían esto. 15
Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé
quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? 16 Y
el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre
ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera
que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.
Aquí
aprendemos algo muy importante e interesante: el poder de Dios no se manifiesta
por manipulación. El nombre de Jesús no es una palabra
mágica, un abracadabra, que podemos usar para conseguir lo que
queremos. No es un encanto o hechizo. Su poder sólo lo descubren
los que creen en El o los que se han sometido a El como Señor y
Rey exclusivo de sus vidas.
Tratar de
usar el nombre de Jesús sin conocerlo a El no funciona.
Sería como levantar el teléfono y sin marcar
ningún número empezar a hablarle a un familiar en otro país.
¿Nos podrá escuchar? ¡Claro que no! No existe ninguna conexión,
si no hemos marcado el número.
Del mismo
modo, si no nos hemos comprometido con Jesucristo, si no
confiamos en El ni lo estamos siguiendo, no tenemos ningún derecho
al poder de su nombre. La fe verdadera es la que hace esta conexión. Tampoco
podemos simplemente sumar o agregar a Jesús a todos los otros poderes falsos que invocamos. Es sólo El, o no es nada. Jesús no acepta ser
simplemente uno entre muchos.
Cuando se
llegó a saber la noticia de lo que había sucedido con estos
supuestos exorcistas, el nombre de Jesús fue glorificado. La gente
llegó a tener un temor sano de Dios. Muchos de los nuevos
creyentes se dieron cuenta de que tenían que deshacerse de
cualquier recuerdo de su vida pasada, de cualquier cosa que no
glorificara a Jesucristo.
Muchos de
ellos tenían libros de hechicería con encantos mágicos y
conjuros supuesta mente poderosos, pero se dieron cuenta de que no los
podían conservar y, al mismo tiempo, seguir a Jesús. Se reunieron
los creyentes para hacer una gran fogata con sus libros de
magia, que eran de gran valor. Su valor hoy se calcularía
en los cientos de miles de dólares. Cuando los creyentes
decidieron deshacerse de sus libros de magia, el poder de Dios
se manifestó y muchos creyeron.
Versículos del 17-20:
17 Y
esto fue notorio a todos los que habitaban en Efeso, así judíos
como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado
el nombre del Señor Jesús. 18 Y
muchos de los que habían creído venían, confesando y dando
cuenta de sus hechos. 19
Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron
los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la
cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil
piezas de plata. 20 Así
crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.
Aquí
vemos que el poder de Dios produce la purificación. Cuando comprendemos
quién es Dios, nos damos cuenta de que no necesitamos
nada más. Tratar de usar otras cosas u otros dioses lo ofende a El, y tenemos
que deshacernos de ellos.
Imagina
que llevaras tu carro al mecánico si es que tienes. Cuando llegas al taller,
te bajas del carro con otra persona y le empiezas a decir al
mecánico lo que está pasando. El mecánico te escucha, pero al
rato te pregunta: "¿Quién es la persona que te acompaña?"
Tú le respondes: "Es mi otro mecánico. Lo traje nada más por
si acaso."
¿Cómo
crees que va a responder tu mecánico? ¡Se
ofenderá! "Si no me tienes confianza, ¡búscate otro mecánico!"
- dirá. Dios también se ofende cuando no le tenemos confianza
y queremos buscar también la ayuda de otros poderes. Cuando
llegamos a conocer a Jesucristo de verdad, confiaremos sólo en
El y quitaremos de nuestra vida cualquier otra clase de poder
espiritual.
Los creyentes de Efeso mostraron su verdadero arrepentimiento y la realidad de su fe
en Jesucristo quemando sus libros de magia, en lugar de tratar de
venderlos y sacar alguna ganancia. Ellos reconocieron que
debían rechazarlos por completo. Es interesante que nadie se lo tuvo
que decir. Ellos no lo hicieron obligados, sino porque sus
corazones estaban arrepentidos.
Así mismo Dios espera que nosotros reconozcamos que solo en El se encuentra la verdadera fuerza de poder para nuestras vida y que no necesitamos de dioses imitadores que solo usan la autoridad que Dios le ha delegado al hombre para usarlo como fuente de poder usurpado para confundir.
Confía en
Jesucristo. No trates de sumar a la fe en Jesús otras cosas. No
seas como los espiritistas que usan la Biblia como fetiche,
pero nunca la leen. No busques frases mágicas para conseguir
lo que quieres, sino más bien entrega tu vida en las manos de
Jesucristo. Reconoce lo a El como Rey y Señor de tu vida, y
confía sólo en El.
Con su
poder, El venció al diablo y a la muerte. ¿A quién más necesitamos?
¡Jesucristo es suficiente! Sólo El tiene poder verdadero.
CON CRISTO TODO SIN EL NADA. Si Dios es con nosotros quien podrá contra nosotros. Es en Cristo que somos mas que vencedores. Nunca lo olvides...
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