Se cuenta la historia de un hombre que andaba por el desierto, medio muerto de sed, cuando se
encontró con un vendedor de Corbatas. "¿No me quiere
comprar una corbata?" -le pregunta el Vendedor. "Tengo de todas
las clases y de todos los colores. Mire, esta linda corbata de
seda le queda muy bien".
El hombre le respondió:
"No quiero una corbata. Lo que necesito es algo para beber! ¿No tienes
agua?" El vendedor le replicó: "Lo siento, señor, no tengo
nada para beber." ¿Está seguro de que no me quiere comprar una
corbata?" Enojado, el hombre le dijo que no, y sediento siguió su camino.
Al seguir caminando más
adelante, no pudo creer lo que vieron sus ojos. No muy Lejos había un Restaurante, con
aire acondicionado. Sus ventanas brillaban con el sol
como una invitación a entrar y a refrescarse. ¡Seguramente el
restaurante le podría servir muchos vasos de agua! casi cayéndose, se arrastró por
la arena hasta llegar a la entrada del
restaurante.
Abrió la puerta, y estaba a
punto de entrar cuando el portero se
le acercó y le dijo: "Lo
siento mucho señor, pero usted no Puede entrar a este restaurante
sin corbata. ¡Pobre hombre! Se tuvo que morir de sed,
simplemente porque no cumplía con los requisitos para entrar al
restaurante.
Esto mimo sucede con todo aquel que quiere entrar a la presencia de Dios,
se le exige un requisito, un tipo de corbata que debe de tener atada en su
cuello todo creyente y se llama Santidad.
Imaginemos por un momento lo difícil
que le seria a un buzo entrar en las profundidades del mar sin un traje
especial de buzo, de seguro se ahogaria por las fuertes presion de las corrientes de agua, así mismo es de difícil entrar a la profundidades del reino de
Dios sin santidad, porque para poder acceder a un Dios santo es necesario
vestirse de su santidad, de lo contrario su gloria nos consumiría.
La santidad de Dios significa
que Dios está totalmente separado de cualquier impureza
y maldad y también significa que Él es completamente auto-suficiente.
No depende de nada ni de nadie. Siendo que Dios es
santo, y nosotros no lo somos, tuvo que haber un sacrificio para
que pudiéramos entrar en relación
con El. Jesucristo ha
ofrecido ese sacrificio por nosotros.
Ahora, podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Cómo
podemos entrar a la presencia de Dios?
¿Cómo debemos prepararnos Interiormente para estar ante
Dios?
La sangre de Jesucristo nos santifica y purifica cuando
aceptamos por fe su sacrificio por nosotros en la cruz. El quita
nuestra impureza y nuestra culpabilidad; pero también hay una
preparación interna que nos hace falta si queremos entrar a su presencia ante su santidad. Esta preparación la encontramos en
el Salmos 24: 3 y 4.
3¿Quién puede subir al
monte del Señor? ¿Quién puede estar En su lugar santo? 4Sólo el de manos limpias y
corazón puro, el que no adora Ídolos vanos ni jura por dioses
falsos.
En este salmos descubrimos dos
claves para prepararnos para estar en la santa presencia del
Señor. La primera tiene que ver con nuestras actitudes y acciones,
y la segunda tiene que ver con nuestra lealtad.
En primer lugar, necesitamos
manos limpias y un corazón puro para entrar a la santa
presencia de Dios. Antes de que todos se vayan corriendo al baño para
lavarse las manos, debemos aclarar que no se refiere a manos
lavadas con jabón y agua, sino de manos que no se contaminan con
malas acciones ni con el pecado.
Jesús dijo en Mateo 5:8.
"Dichosos los de corazón limpio, porque Ellos verán a Dios".
Si
tenemos un corazón con doble intención, un corazón que esconde el mal
detrás de una apariencia de bondad, no podremos ver a Dios.
Si somos deshonestos o Malintencionados con los demás,
no pensemos quedar bien con Dios.
Un ejemplo de esto lo vemos en
la vida del rey Saúl. Este hombre comenzó bien, pero terminó muy
mal. En obediencia a la ley de Dios, él expulsó de la tierra a
los adivinos y a los hechiceros; sin embargo, llegó un momento
en que él se encontraba tan lejos de Dios que ningún profeta lo
aconsejaba, y Dios ya no le hablaba.
Por fin, él decidió consultar
una hechicera, una bruja. Fue a una ciudad llamada Endor, disfrazado para no
ser reconocido, y le pidió a la bruja que hiciera aparecer el
espíritu de Samuel, el difunto profeta de Dios.
Saúl
desobedeció el mandamiento que él mismo, hacia poco tiempo había hecho respetar.
Al principio la mujer no queria consultar a los muertos; le dijo que el rey había
expulsado a todos los hechiceros del país.
Saúl, sin embargo, le prometió
que nada le iba a suceder. Por lo tanto, ella hizo lo que
acostumbraba hacer para invocar un espíritu. Cuando apareció el espiritu de Samuel,
ella gritó de asombro. Con esto sospechamos que ella
normalmente usaba trucos para aparentar que los espíritus
estaban presentes.
Samuel le dio a Saúl un mensaje
no muy alentador. Lo regañó por molestarle y luego le dijo
que como consecuencia de haber desobedecido al Señor, él
moriría al día siguiente. Así sucedió; al día siguiente, Saúl y sus
hijos murieron en batalla.
Claramente, a Dios no le agrada
que consultemos a los hechiceros, ni que nos tratemos
de ponernos en contacto con los muertos.
En Saúl vemos a un hombre que no tuvo manos limpias, ni un corazón puro. Terminó muy lejos de Dios, muerto por su propia mano en un campo de batalla. Él sabía que no debía consultar a la bruja; él mismo había expulsado a los hechiceros de su Tierra. Sin embargo, decidió que se podría justificar en esa ocasión - y asi pagó el precio.
En Saúl vemos a un hombre que no tuvo manos limpias, ni un corazón puro. Terminó muy lejos de Dios, muerto por su propia mano en un campo de batalla. Él sabía que no debía consultar a la bruja; él mismo había expulsado a los hechiceros de su Tierra. Sin embargo, decidió que se podría justificar en esa ocasión - y asi pagó el precio.
Si queremos acercarnos a Dios
en santidad, es necesario deshacernos de toda hipocresía,
doblez de corazón, fingimiento y malas acciones. No podemos acercarnos
a Dios si conscientemente queremos esconder malas
intenciones o pecados contra los demás. Tenemos que acercarnos con un
corazón que sinceramente lo busca, un corazón entregado, y manos
que se han limpiado en confesión de pecado y arrepentimiento.
Si te portas de una manera en
la Iglesia, y de otra totalmente diferente en la
casa, no te engañes - no estás bien con Dios. Si crees que puedes
agradar a Dios el Domingo, y vivir como te da la gana el resto de
la semana, tu corazón no es puro. Tienes un corazón dividido.
Lo
bueno es que tenemos un Dios misericordioso y perdonador. Por lo tanto, si te das cuenta
de que no le has entregado tu Corazón por completo al Señor,
hazlo hoy. Si hay algo en tu vida que no has rendido, entrégaseaslo
hoy. Si existe alguna práctica que tienes que a Dios no le
complace, abandónala hoy así podrás estar de pies para permanecer ante la presencia de Dios y disfrutar de la bendición de su
gloria.
La segunda parte de lo que
leímos en el Salmo 24, verso 4 Dice:
"El que no adora
ídolos vanos ni jura por dioses falsos".
Si queremos estar ante nuestro Santo
Dios, debemos tener una lealtad absoluta hacia Él. En
otras palabras, el Señor tiene que Ser nuestro único Dios. No podemos
tener otros dioses además de El.
Jesús dijo en Mateo 6:24:
"Nadie puede servir a dos señores".
Sería como si un hombre le
dijera a su esposa que la ama mucho, Pero que también quiere tener
varias amantes. cualquier mujer que escuche estas palabras sabrá
que su esposo no la ama de verdad. Igualmente, si amamos a
Dios, Él tiene que ser el único para nosotros. No podemos
simplemente añadir a Jesucristo a una fila de dioses que tenemos.
Jesús tuvo un encuentro con un
joven que quería tener dos dioses en su vida. Era un joven
religioso y muy rico. De algún modo, este Joven sabía que algo le faltaba
en la vida. Por lo tanto, se le acercó a Jesús y le preguntó:
"¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?" (Marcos
10:17).
Jesús le respondió: "Tú conoces los mandamientos." El
joven insistió en que los había cumplido desde su niñez. Entonces Jesús lo miró, y lo
amó. Como a un hermano querido, le Dijo: "Una sola cosa te
falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás
tesoro en el cielo, luego ven y sígueme." (Marcos 10:21).
Jesús lo estaba invitando a ser parte de sus seguidores, a
caminar y convivir con El. Pero ¿Qué decisión tomó el joven? Se
desanimó y se fue triste, porque tenía muchas riquezas.
Bueno, quizás él creía que
poseía muchas riquezas, pero más bien, sus riquezas lo poseían a
él. Se habían convertido en su Dios. En lugar de quedar libre
para seguir a Jesús y estar con El, sus riquezas lo tenían
cautivo.
Si Jesús te dijera que lo vendieras todo para poder
seguirle, ¿estarías dispuesto a hacerlo? ¿Te has dado cuenta de
que en realidad todo le Pertenece?
Hay muchos otros dioses que
tratan de competir con Jesús, por
supuesto, hay ídolos que la
gente adora y en quien confía tales como la pornografía y otras formas de
inmoralidades sexuales. Estas se pueden convertir en ídolos que te
alejan de Dios.
No podemos servir a dos señores. Por esto tienes que abandonar y quitar de tu vida cualquier cosa que se haya
convertido en un tu dios.
A lo largo de la Biblia, varias
personas tuvieron visiones de la Santidad de Dios. Moisés lo
vio, y fue usado para liberar a un pueblo entero. Isaías lo vio y
recibió grandes revelaciones de La voluntad de Dios. Pedro lo
vio a la orilla del mar de Galilea, y se convirtió en uno
de los líderes de la empresa más grande del mundo, la Iglesia.
Estar ante la santidad de Dios
es hermoso, delicioso y también es maravilloso. Por esto te
invito hoy a que te prepares para conocer la santidad de Dios -
con manos limpias y un corazón puro, dejando a un lado todos
los demás dioses.
Limpia tus manos, prepara tu corazón y pon cada dia tu leartad y tu fidelidad en Dios y sólo
así podras entrar y permanecer en su monte santo que es la presencia del excelso Dios.
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