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lunes, 14 de enero de 2013

¿Que tú darías por ser parte del Reino de Dios?


Cuando muchas personas leen la frase "el reino de los cielos", piensan inmediatamente en el cielo. Por supuesto, Dios reina en el cielo. Si Jesucristo es nuestro Señor, iremos a estar allí con El cuando muramos. Pero el reino de Dios no sólo es el cielo. El reino de Dios también es una realidad presente en el que podemos vivir tú y yo hoy.

Es interesante que los fariseos le preguntaran a Jesús cuándo iba a venir el reino de Dios. Ellos también tenían este concepto de que el reino de Dios es algo futuro, algo que todavía no existe sobre la tierra. Miren lo que El les responde, en Lucas 17:21: 
"No van a decir: "¡Mírenlo acá! ¡Mírenlo allá!" Dense cuenta de que el reino de Dios está entre ustedes."

Quiero comenzar este tema haciendo referencia a una historia que leí hace unos días. Esta cuenta que un hombre y su esposa visitaban la feria cada año, y cada año, se repetía la misma conversación.
El hombre le decía a su mujer: "¡Quiero subirme a la avioneta que da paseos!” Su mujer siempre le respondía: "Sí, pero cuesta diez dólares, y diez dólares son diez dólares". Allí siempre quedaba el asunto; el hombre se quedaba con las ganas, y la mujer se quedaba con los diez dólares.

Llegó el día en que volvieron a tener la misma conversación, pero esta vez, cuando la mujer pronunció su refrán de "diez dólares son diez dólares", el piloto lo escuchó. Se acercó a la pareja y les dijo: "¿Qué tal si hacemos un trato? Yo los llevaré a pasear solo si se quedan callados durante todo el recorrido sin decir nada, no me tendrán que pagar, Pero si dicen aunque sea una sola palabra, me pagaran  los diez dólares". Se pusieron de acuerdo, y se subieron al avión a pasear.

El piloto hizo hasta lo imposible para lograr que la pareja gritara de susto. Dio vueltas y maromas en el aire con la avioneta, subía y bajaba sin aviso. Sin embargo, la pareja permanecía en silencio. Por fin, el piloto aterrizó la nave. Lo primero que hizo fue felicitar al hombre por no decir nada durante tan espantoso vuelo. El señor le respondió: "Bueno, iba a decir algo cuando mi esposa se cayó del avión, pero ¡diez dólares son diez dólares!

Cuando leí este chiste, me costó encontrar la moraleja. Le podemos sacar esta enseñanza: no dejes que lo bueno te robe lo mejor. Qué lástima que, por sólo diez dólares, esta mujer le negara a su esposo el gusto que él tanto deseaba. Qué lástima que, por sólo diez dólares, el hombre se quedara callado cuando su esposa se cayó del avión. Ambos dejaron que lo bueno les robara lo mejor.

Jesús nos da una enseñanza al respecto. Es una enseñanza que muchas personas han olvidado, o que prefieren ignorar. Es una enseñanza que va totalmente en contra del deseo que muchos tenemos de encontrar una religión "light", con el mismo sabor pero menos calorías. Es una enseñanza que nos desafía, pero cuando la entendemos, llena toda nuestra vida con una luz de propósito y sentido. Encontramos esta enseñanza en Mateo 13:44:

"Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo."

Jesús nos cuenta una historia sencilla. Un hombre, quizás un jornalero contratado para labrar la tierra, encuentra un tesoro enterrado. Según las leyes del día, si él desenterraba el tesoro, se lo tendría que entregar a su patrón. Por eso, en lugar de sacarla, la vuelve a tapar con tierra y se queda
callado acerca de su descubrimiento.

No se lo cuenta a nadie, pero ¡casi no se puede callar! ¡Está tan emocionado por lo que ha descubierto! Rápidamente empieza a rematar todas sus pertenencias. Todo el mundo lo cree loco. ¿Por qué vende sus cosas ahora? ¿Tendrá alguna deuda? El no dice nada, porque no quiere que otra persona compre el terreno donde está el tesoro.

Cuando termina de juntar el dinero, va con una sonrisa que apenas puede ocultar para comprar el campo. ¡A él no le duele vender sus pertenencias! ¡No le duele entregar el dinero! Sabe que el tesoro que encontró oculto en el campo vale mucho más de lo que le va a costar. Con gozo entrega el  precio del campo, porque el valor del tesoro es mucho más grande.

Así, nos dice Jesús, es el reino de Dios, el reino del cielo. Es un tesoro tan grande que vale la pena dar cualquier cosa a cambio de poseer lo  Si entendemos lo precioso que es el reino de Dios, no nos dolerá pagar el precio por entrar en él. Al contrario; lo haremos con gozo.

En el futuro, habrá una consumación cuando el reino de Dios  se establecerá plenamente. Después del juicio final, los redimidos viviremos en un cielo nuevo y una  tierra nueva, donde morará la justicia. Es una gran esperanza. Pero cuando reconocemos a Jesucristo como Salvador y Señor de nuestras vidas, entramos en
ese momento al reino de Dios y empezamos a disfrutar de sus bendiciones.

En otras palabras, como seguidores de Jesucristo, entramos a vivir en el reino de Dios y recibimos bendiciones espirituales ahora. También tenemos la esperanza de participar en el reino, cuando se establezca completamente después del regreso de Cristo. Observa lo que dice el apóstol Pablo acerca de la realidad presente del reino de Dios en Romanos 14:17: "... el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de
justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo".

Vivir en el reino de Dios significa que cualquiera de nosotros, gracias a la presencia del Espíritu Santo, puede tener victoria sobre el pecado, puede vivir en paz y tener gozo en su corazón. Estos son nuestros derechos como ciudadanos del reino. En virtud de pertenecer al reino de Dios, tenemos estos privilegios.

La mejor parte de vivir en el reino de Dios es el Rey que tenemos. Es un Rey humilde, un Rey amoroso, un Rey que estuvo dispuesto a dar su vida por salvar a los suyos. No sé si el presidente de este país daría su vida por alguno de nosotros, pero ¡Jesucristo ya lo hizo! Cuando entramos a su reino, vivimos bajo el mando del mejor Rey de todos, un Rey que realmente nos ama y que busca lo mejor para nosotros.

¡Qué gran tesoro! Tener la seguridad de vivir para siempre en la presencia de Dios en un mundo nuevo, y tener su presencia con nosotros aquí y ahora. Tenemos la oportunidad de conocer al Rey. Lastimosamente, muchos creyentes no disfrutan de todas las bendiciones que tienen por derecho - estas bendiciones de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Hace poco, ayudaba a alguien a solicitar ciertos beneficios del gobierno. Esta persona me comentó: "Es una lástima que haya tantos servicios que ofrece el gobierno, pero mucha gente no las aprovecha porque no saben". Es aun más triste que haya tantas bendiciones que son nuestras como miembros del reino de Dios, pero no las aprovechemos - porque no sabemos, o porque nos distraemos. Tan fácilmente dejamos que lo bueno nos robe lo mejor.

Hay muchas cosas buenas en este mundo que nos pueden distraer de lo mejor, que es pertenecer al reino de Dios. Le doy gracias a Dios que, en el trayecto de mi vida, me ha regalado varios buenos amigos. Los buenos amigos son una gran bendición de Dios. Sin embargo, una amistad puede servir para alejarnos del reino de Dios, si dejamos que suceda. No dejes que lo bueno te robe lo mejor.

Le doy gracias a Dios por la familia en la que El me puso. Pero aun la familia se puede convertir en un estorbo, si se lo permitimos. Nunca debemos dejar de amar a nuestra familia. Dios nos lo manda.  Pero podemos correr el riesgo de amar más a nuestra familia que a Cristo. No dejes que lo bueno te robe lo mejor.

Pertenecer al reino de Dios vale cualquier sacrificio. No es que tengamos que comprar la entrada. Nada de lo que hagamos nosotros nos hace merecedores de entrar. Cristo pagó el precio con su muerte en la cruz, y El merece toda la honra y toda la gloria. Sólo por fe en El podemos entrar.

Pero cuando vivimos en el reino, hay un precio que se tiene que pagar. El precio para uno puede ser un vicio que ama, pero que tiene que dejar por amor a Cristo. El precio para otro puede ser la burla de sus amigos y parientes. El precio para otro podría ser una relación amorosa que se tiene que negar, por amor al Señor.

No sé cuál será el precio para ti, pero te puedo asegurar que habrá un precio. Sin embargo, si comprendemos el inmenso valor del reino, estaremos dispuestos a pagar cualquier precio que sea necesario. ¿Has encontrado el tesoro? ¿Te has dado cuenta de lo que vale?

¿Estás dispuesto a pagar el precio? ¿Serás un seguidor de Jesús
- cueste lo que cueste?

viernes, 11 de enero de 2013

UN HOGAR CONSTRUIDO EN UNA BASE FIRME


Quisiera tomar esta oportunidad para hacer un llamado para
que reflexionemos juntos acerca del plan que Dios nos ha dado
para la buena construcción del hogar. 
Cuando se construye
cualquier edificio, una parte importante del proceso son los
planos. Si no se hacen buenos planos, el edificio no podrá
quedar bien. Si el constructor no sigue los planos, tampoco
quedará bien.

Dios nos ha dado en su Palabra los planos para construir un
hogar bien hecho. ¿Cómo estás construyendo tu casa? Leamos lo
que nos ha dicho nuestro Señor Jesús al respecto en Mateo
7:24-27:

7:24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le
compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre
la roca.
7:25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y
golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba
fundada sobre la roca.
7:26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le
compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre
la arena;
7:27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y
dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande
su ruina.

Cada uno de nosotros está construyendo su casa. ¿Sobre qué la
estamos construyendo? La primera cosa necesaria para tener un
hogar bien hecho es construir sobre una buena base.

Podemos construir nuestro hogar sobre la arena inestable de la
tradición, de las opiniones populares, de nuestros sentimientos.
Muchas de las casas más costosas del mundo están construidas
sobre arena - frente a la playa, con una linda vista de las olas
del mar.

Pero ¿qué sucede cuando el viento encrespa las olas y llega la
tormenta? ¿Qué base tendrá el hogar entonces? No tendrá ninguna
base - y será arrastrada por las olas. Si tú construyes tu hogar
sobre una base arenosa, las cosas pueden marchar bien por un
tiempo. Sin embargo, tarde o temprano se presentará una
tormenta. Si tu casa no está bien fundamentada, esa tormenta
fácilmente arrasará con todo lo que has construido.

Sólo hay una base firme para el hogar. Sólo hay una forma de
tener un hogar bien hecho. Es tener a Cristo como centro de tu
hogar. Jesucristo es el Hijo de Dios que vino para enseñarnos la
verdad, para morir en la cruz en sacrificio por nosotros y
resucitó para darnos vida eterna. Si no lo tenemos a El al
centro de nuestro hogar - no como imagen religiosa, sino como
realidad espiritual - no podremos enfrentar las tormentas que
vendrán.

Jóvenes, ésta es una de las razones por las que la Biblia nos
dice que no nos unamos en yugo desigual. No importa qué tan
enamorados estén; si tu futura pareja no comparte tu fe en
Jesucristo como Señor y Salvador, no podrán poner una base firme
y sólida para su hogar. Si tú te unes a una persona que no
comparte tu fe, estás construyendo tu hogar sobre la arena. Es
probable que no soporte la tempestad.

Para los casados, esto significa mantener a Cristo como base del
hogar. Significa asistir fielmente a la Iglesia como familia.
Significa pasar tiempo como familia leyendo la Palabra de Dios y
orando - si es posible, todos los días. Un pastor y consejero, comentó alguna vez que nunca llegan a su oficina pidiendo consejería pastoral las parejas que pasan tiempo todos los días como familia orando y leyendo la Palabra de Dios.

La vida hoy en día es ajetreada y ocupada. Es fácil decir que no
tenemos tiempo para pasar tiempo con Dios juntos. Construir
sobre la roca no es fácil. Es mucho más fácil construir en la
arena suave y adaptable. ¿Quieres que tu hogar resista la
tormenta? Es necesario invertir el tiempo necesario para
edificar sobre la roca.

Un hogar bien hecho tiene una buena base, que es Jesucristo.
Esto también significa buscar a Dios en oración para resolver
los problemas. Un hogar edificado sobre la base de Jesucristo es
un hogar que lleva sus problemas al trono de la gracia. Cuando
enfrentes un problema o una situación difícil, reúne a tu
familia para orar al respecto antes de buscar otras soluciones.
La ayuda de Dios es invaluable en cualquier situación.

Un hogar bien hecho, entonces, se construye sobre la única base
sólida, que es Jesucristo. En segundo lugar, un hogar bien hecho
tiene una buena fundación. Sobre la base de Cristo, la relación
matrimonial es la fundación para cualquier familia. Cuando Dios
creó al hombre y vio que estaba solo, El dijo: "No es bueno que
el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada." (Génesis
2:18)

Fue entonces que Dios creó a la mujer para ser el complemento
del hombre. La primera relación que Dios creó fue la relación
entre el hombre y la mujer. La relación matrimonial de Adán y
Eva vino antes de toda la relacion entre hermanos, antes de
la relación entre amigos.

Leamos lo que dice el salmista acerca del hogar bendecido por
Dios, en el Salmo 128:1-4:

128:1 Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en
sus caminos.
128:2 Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado
serás, y te irá bien.
128:3 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu
casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu
mesa.
128:4 He aquí que así será bendecido el hombre que teme a
Jehová.

Qué bonito cuadro del hogar, ¿verdad? La primera relación que
vemos aquí es la relación entre el hombre y su mujer. Dice: "tú
esposa será como vid llena de uvas". La vid, en Israel,
representaba la paz y el bienestar. Para el hombre que teme a
Dios y sabe llevar bien la relación con su esposa, ella sería
una fuente de gozo y de bendición para él, como una vid que da
fruto.

Cualquier vid se tiene que cultivar. Solamente dará su fruto si
recibe el cuidado necesario, y si se protege de los elementos
que podrían causarle daño. Hermano, tu esposa puede ser una gran
fuente de bendición para ti, pero la tienes que cuidar. Tienes
que cultivar esa relación. Lo mismo es cierto de la esposa
también; es necesario que ambos cultiven la relación
matrimonial.

Uno de los elementos que perjudica la relación matrimonial son
los celos excesivos. El amor no crece en el suelo de la
sospecha. De hecho, tus sospechas y celos podrían perjudicar la
salud y la permanencia de tu relación. Más bien, el amor aumenta
donde hay confianza. Es muy importante no permitir que la
sospecha entre en tu mente, al menos que tengas pruebas
contundentes de algún error por parte de tu cónyuge.

Este es un concepto muy bíblico. En el Antiguo Testamento, Dios
mandó a su pueblo no admitir acusación contra nadie sin la
evidencia de dos o tres testigos. Este concepto se repite
también en el Nuevo. No permitas que la sospecha crezca en tu
corazón, ni prestes atención a los rumores sin fundamento.

Para que la relación permanezca y dé fruto, es necesario
nutrirla. Aprende a conocer a tu esposa. Aprende lo que le gusta a ella. Escúchala cuando te habla. Conquístala, como lo hiciste
cuando eran novios. La mejor cosa que puedes hacer para el
bienestar de tus hijos es amar a su madre, tu esposa.

¿Cómo estás construyendo tu casa? Un hogar bien hecho tiene una
buena base, que es Jesucristo; tiene una buena fundación, que es
la relación de marido y mujer; y finalmente, tiene una buena
construcción. Volvamos al Salmo 128, verso 3. El salmista
compara a los hijos de la casa con vástagos de olivo.

Los retoños del árbol de olivo no dan fruto por varios años. Sin
embargo, cuando empiezan a dar, su producción dura mucho tiempo.
Existen árboles de olivo de hasta dos mil años de edad que
siguen dando aceitunas. Así es con los hijos también. La crianza
de un niño dura años, y cuesta - cuesta dinero, tiempo y
esfuerzo. El fruto de la buena crianza no siempre se ve de
inmediato; pero es capaz de producir fruto por muchos años en la
vida del niño.

El Salmo 127:4 nos presenta otro ejemplo para entender la
crianza de un niño: "Como saetas en mano del valiente, así son
los hijos habidos en la juventud. " Salomón, el autor de este
salmo, compara a los niños con flechas en las manos de un
guerrero.

Parece cosa fácil, pero no lo es. Se necesita fuerza para jalar la cuerda. Conforme más tense uno la cuerda, más lejos volará la flecha. De igual modo, nuestros hijos no volarán muy lejos si no invertimos tiempo y esfuerzo en su crianza. Tenemos que esforzarnos para comunicarles buenos valores y disciplinarlos apropiadamente. No sucede de forma automática.

Si el arquero no apunta la flecha con cuidado, irá a cualquier lugar menos el deseado. ¿Hacia qué blanco estás apuntando a tus hijos? No te toca decidir cuál carrera escogerán, o qué estudiarán.
Pero sí puedes encaminarlos hacia una vida de responsabilidad,
de disciplina, de alegría y de amor al Señor. Depende de tu
ejemplo, de lo que les comuniques y de lo que les inculques.

¿Cómo estás construyendo tu casa? ¿Estás construyendo sobre la
base sólida de Jesucristo? ¿Estás poniendo la fundación de
cuidar tu relación matrimonial? ¿Estás edificando con cuidado a
tus hijos? Si Dios te ha mostrado hoy algún defecto en la
calidad de tu construcción, es el momento de cambiar. 

Decide hoy 
ante El realizar los cambios que El te señala. Todos hemos
fallado. Todos somos imperfectos. Dios nos llama hoy a crecer, a
cambiar y a proseguir hacia la meta. Decídete hoy a hacer lo que
te toca para edificar un hogar bien hecho.