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sábado, 28 de junio de 2014

EL AMOR AL DINERO NOS ALEJA DE DIOS


¿Sabían ustedes que una persona puede quedarse ciega por sólo dos centavos? ¡Es verdad! Por sólo dos centavos, dos monedas de cobre, una persona puede quedarse completamente sin visión. Observen. Tomamos estas dos monedas de un centavo, las ponemos frente a nuestros ojos, y ¡listo! ¡Ya no vemos nada! No vemos a nuestros familiares, no vemos a nuestros hermanos en Cristo, no vemos al mundo necesitado que nos rodea, no vemos la Palabra de Dios.

Algunos de ustedes me acusarán de tenderles una trampa, pero lo hago con sólo un propósito: ilustrar la verdad acerca del dinero.


¿Sabían ustedes que Jesús habló más del dinero que de casi cualquier otro tema? Dijo más acerca del dinero, por ejemplo, que del cielo. ¿Por qué será? Creo que lo hizo por este motivo: el dinero es uno de los ídolos más comunes de nuestra era. El dinero nos puede dejar ciegos a la verdad de la vida y de Dios. Puede fácilmente convertirse en un ídolo.

Vivimos en el país más materialista del mundo. Quien llegó a este país con el propósito de hacer una vida mejor fácilmente puede dejarse seducir por los encantos de lo material. Por eso, una de las cosas más importantes para nosotros es conocer la verdad acerca del dinero.

Hoy consideraremos tres verdades muy importantes. Si guardamos en la mente y el corazón estas tres cosas, estaremos preparados para una vida mejor. La primera realidad es ésta:

I. El dinero no trae la felicidad.

Leamos lo que nos dice 1 Timoteo 6:10:

Es importante notar que este versículo no dice que el dinero es la raíz de toda clase de males; es el amor al dinero. Sin embargo, cuando empezamos a buscar en el dinero nuestra felicidad, lo empezamos a amar. Pensamos que si tan sólo pudiéramos ganar más, entonces pagaríamos nuestras deudas y seríamos felices. O quizás creemos que, si pudiéramos ahorrar cierta cantidad de dinero, tendríamos estabilidad económica, y no tendríamos más preocupaciones. Quizás pensamos que el dinero para poder comprar algún aparato o alguna posesión nos traerá la felicidad.


Hay muchas maneras en que podemos enamorarnos del dinero. Sin embargo, noten cuál es el producto del amor al dinero: por codiciarlo, según el verso, algunos se han alejado de Dios y se han causado muchas penas.

El resultado de amar al dinero es el sufrimiento.  Irónicamente, el dinero parece ofrecernos una vida libre de sufrimiento. Pensamos que, si fuéramos ricos, no sufriríamos; podríamos resolver cualquier problema y comprar lo que se nos antoje - ¡una vida sin problemas!

Pero lo que trae el dinero es precisamente lo opuesto. A continuación les mostrare algunas frases que han salido delos labios de algunas personas adineradas acerca de las riquezas.

Juan Rockefeller dijo: 
"He ganado muchos millones, pero no me han traído ninguna felicidad". 

W. H. Vanderbilt comentó: 

"El cuidado de $200.000.000 es suficiente para matar a cualquiera. No hay ningún placer en él".
Henry Ford, fundador de la compañía que lleva su nombre, relató:
"Yo era más feliz cuando trabajaba de mecánico". 

Y Andrés Carnegie, famoso multimillonario y filántropo, observó: "Los millonarios casi nunca sonríen". 

¡Estas palabras las dijeron los que tenían la oportunidad de saber de primera mano lo que puede comprar el dinero! Pero no les pudo comprar la felicidad. 

El dinero puede hacer muchas cosas: puede comprar una cama, pero no descanso; libros, pero no sabiduría; comida, pero no apetito; una casa, pero no un hogar; medicina, pero no salud; diversión, pero no felicidad; religión, pero no salvación.

Por eso, es tan importante que tomemos en cuenta las palabras de Hebreos 13:5: 

"Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré". 

Si aprendemos a estar agradecidos con Dios por lo que El nos ha dado en lugar de desear constantemente más, podemos librarnos del amor al dinero y encaminarnos hacia la verdadera felicidad. Recuerda: el dinero no puede hacerte feliz.

Hay una segunda verdad acerca del dinero que debe de traernos gran esperanza:

II. Dios puede suplir todas nuestras necesidades

Una de las razones por las que fácilmente convertimos al dinero en un ídolo es porque dejamos de confiar en que Dios es capaz de suplir nuestras necesidades. Al olvidarnos del amor y del cuidado de nuestro Padre celestial, empezamos a afanarnos por tener posesiones materiales, y así alcanzar una medida de seguridad.

Observen con cuidado lo que nos dice el apóstol Pablo en Filipenses 4:19. A los hermanos filipenses Pablo les asegura:

"Mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten". ¡Qué gloriosa seguridad es ésta! Y fíjense de qué depende su generosidad: "conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús".

Dios retira fondos del banco de Cristo Jesús para satisfacer todas nuestras necesidades. Pregunta: ¿cuándo se acabarán los depósitos que Dios tiene en ese banco? ¿Cuándo se quedará sin fondos? ¡Nunca! Si Dios nos bendijera de acuerdo con nuestras capacidades o nuestra propia riqueza, ¡estaríamos en grave peligro! Pero ¡Dios nos bendice conforme a sus riquezas en Cristo!

Al llamarnos, entonces, a evitar el amor al dinero, Dios no nos está llamando a vivir en la miseria. Al contrario; El puede y quiere suplir todas nuestras necesidades. No nos dará todos nuestros antojos; es un buen padre, y ningún buen padre les da a sus hijos todo lo que se les antoje. Pero sí podemos confiar en que su provisión será suficiente.

La observación del salmista David también lo confirma. El dice: 

"He sido joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto justos en la miseria, ni que sus hijos mendiguen pan" (Salmo 37:25). 

Dios cuida de los suyos, dándonos trabajo suficiente, ayuda cuando la necesitamos, sabiduría para manejar las finanzas y bendiciones de muchas clases.

Observen también lo que dice 2 Corintios 9:8: 

"Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra". 

Dios puede hacer abundar su gracia hacia nosotros, de tal forma que, sin importar las circunstancias que vivamos, siempre tengamos todo lo necesario. Su provisión viene de muchas formas, pero siempre llega a tiempo.

¡Dios puede suplir tus necesidades también! Estoy convencido de ello. Sin embargo, notemos algo muy interesante. Los versículos que he citado en Filipenses y 2 Corintios se encuentran en el contexto de las ofrendas. Leamos 2 Corintios 9:6-11 para ver
esto:

Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 
9:7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.  9:8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;  9:9 como está escrito:  Repartió, dio a los pobres;  Su justicia permanece para siempre.
9:10 Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, 
9:11 para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. 


¿Se dan cuenta? Cuando Pablo nos dice que Dios puede hacer abundar su gracia para nosotros haciendo que tengamos siempre lo necesario, lo hace para animarnos a la generosidad. Nos llama a dar con gozo, con generosidad y con dedicación, porque Dios es capaz de suplir nuestras necesidades. Esto nos lleva a la tercera verdad acerca del dinero:

III. Puedes servir al dinero, o puedes servir a Dios con tu
dinero

Leamos con atención las palabras de Jesús en Mateo 6:19-21:

19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón.
 


¿Dónde está lo que más atesoramos? En otras palabras, ¿qué es lo más importante para nosotros? ¿Estamos más interesados en el balance de nuestra cuenta bancaria, o en servir a Dios con nuestra vida? ¿Prestamos más atención al avance de la casa que estamos construyendo, o al avance del Reino de Dios?

Lo que más valoramos demuestra el estado real de nuestro corazón. Si nuestra atención está enfocada en las cosas de este mundo - riquezas, dinero, posesiones - en lugar de estar enfocada en Dios, nuestro corazón estará en este mundo.

Fíjense en el verso 24: 

"Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas".

Si amamos al dinero, se convertirá en nuestro amo. Es imposible tener dos amos. Uno podría quizás tener dos jefes, aunque no funcionaría muy bien; pero tener dos amos es imposible. Si estamos sirviendo a las riquezas, entonces, no podemos estar sirviendo a Dios a la misma vez. Si nuestra esperanza está puesta en las riquezas, no podemos estar esperando al mismo tiempo en Dios.

¿Cuál es la solución? La solución está en poner nuestras riquezas al servicio de Dios. Cuando usamos lo que tenemos para hacer lo que a Dios le agrada, cortamos el poder de las riquezas sobre nosotros. Cuando las usamos para sostener a nuestra familia, para ayudar a otros, para sostener la obra de la Iglesia y el avance del Reino - Dios es exaltado.

Conclusión.-

Sé que a algunos de ustedes se les dificulta diezmar y ofrendar.

Un joven se acercó a su pastor para contarle que tenía ese mismo problema. Quería diezmar, pero simplemente no veía la forma en que sus gastos se podrían ajustar a su salario, si él diezmaba. Después de escucharle, su pastor le propuso un trato.

El trato fue éste: si el joven empezaba a diezmar, al final del mes el pastor personalmente le prometía entregarle la cantidad que le faltaba para ajustar y pagar todas sus cuentas. ¿Qué les parece? ¿Buen trato? Al joven le pareció que sí, y le dijo a su pastor que, bajo esas condiciones, él estaría dispuesto a empezar a diezmar.

El pastor le dijo entonces: Tú estás dispuesto a diezmar,
confiando en que yo te supliré todo lo que te falta. ¿Cómo es que estás dispuesto a confiar en mí para suplir tus necesidades, pero no estás dispuesto a confiar en Dios?

Yo a ti te hago la misma pregunta. En realidad, éste es el meollo del asunto. 

El dinero no tendrá ningún poder sobre nosotros si aprendemos a ser generosos hacia Dios, dándole a El lo suyo primero, y confiando en que El hará que lo demás alcance. Es un gozo tan grande poder sostener el avance del reino de Dios mediante nuestras ofrendas. No te pierdas ese gozo. Más bien, aprende a manejar el dinero reconociendo que no te puede traer la felicidad, recordando que Dios quiere suplir todas tus necesidades, y sirviendo a Dios con tu dinero en lugar de servir al dinero como si fuera tu dios. Recordemos que hay un dicho enuncia: "Que todo el que le tiene amor al dinero cae en la sospecha de hacerlo todo por dinero".

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