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lunes, 25 de agosto de 2014

COMO HACER NUESTRAS LAS BENDICIONES

Dios no creó para ser bendecidos. Es un principio que aprendemos cada vez que vamos a las Escrituras. Quienes finalmente decidimos romper esas Bendiciones y mantenernos en un estado de Maldición, somos usted y yo cuando nos dejamos arrastrar por las trampas del mundo y de Satanás.
Sin embargo cuando renunciamos a los factores de Maldición, vienen las Bendiciones. Es un hecho. Así lo podemos comprobar cuando leemos el capítulo 28 del libro del Deuteronomio, especialmente los versículos desde el 2 al 18.
Ahora le invito para que juntos estudiemos el siguiente texto: "Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra" (Deuteronomio 28:1)
Si analiza cuidadosamente descubrirá que se nos llama a estar, número uno, atentos a la voz de Dios; número dos, volvernos a Dios—lo que implica renunciar a toda atadura con el ocultismo--, y número tres, tener una disposición de corazón para cumplir los mandamientos, preceptos que hallamos en la Palabra.
Cuando obramos en consonancia con lo dispuesto por el Señor para nosotros, las circunstancias que nos fueron adversas, inmediatamente cambiarán tal como lo enseña el capítulo 28 del Deuteronomio. Leemos allí que:
a.- Vendrán las Bendiciones (versículo 1)
b.- Vendrá la prosperidad (versículos 3-5, 8, 11)
c.- Dios peleará nuestras batallas (versículo 7)

¿Cómo es posible que vengan las Bendiciones?
Romper con la cadena de Maldición y abrirnos para que vengan las Bendiciones es posible gracias a la obra que hizo el Señor Jesús en la cruz. Por Su sacrificio vicario podemos gozar de las Bendiciones.
Ahora, hay algo interesante aquí: Quien ha estado por años sumido en ataduras, posiblemente no tome conciencia rápido acerca de la realidad de ser bendecido cuando se somete a Dios. Es más, puede que le tome tiempo acostumbrarse a la libertad a la que fue llamado. A este hecho debemos sumar el que Satanás sembrar en su mente la idea de que aún se encuentra maldecido y que no importa lo que haga, deberá acarrear con las consecuencias.
En todos los casos es necesario que la persona recuerde una y otra vez, y de ser necesario lo repita en voz alta, que es libre de las Maldiciones por el sacrificio del Señor Jesús en la cruz.
Aunque no percibimos las Bendiciones de inmediato, es necesario conservar la plena confianza en el Señor. No podemos olvidar que Jesucristo nos redimió de toda Maldición (Gálatas 3:13, 14).
Por esta razón y como lo leemos en la Biblia, somos herederos de las Bendiciones que Dios derramó para Abraham. Son para nosotros--. Génesis 24:1.
El propio Abraham representa un poderoso ejemplo para nosotros. Si leemos Hebreos 11:8, descubrimos que él demostró:
a.- Obediencia.
b.- Confianza en la Palabra expresada por Dios.
c.- Perseverancia.

Levante una oración de gratitud a Dios. ¡Usted fue llamado a romper toda atadura a las Maldiciones y abrirse a las Bendiciones! Hoy es el día para que inicie este proceso...
Cuando comenzamos a movernos en la dimensión de las Bendiciones, es apenas natural que enfrentemos oposiciones. Salen al paso, fruto del obrar de Satanás y sus ángeles caídos, para sembrarnos desánimo en el corazón. Volver atrás, significa una partida ganada para el hacedor de maldad.
¿Qué hacer? Perseverar siempre. Con el ánimo dispuesto. Sabiendo que gracias a la obra redentora del Señor Jesucristo tenemos asegurada la victoria.
El propio Señor Jesús hizo una importante advertencia cuando dijo: "Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan" (Mateo 11:12. Cf. Lucas 16:16).
Observe que en sus palabras encierra un mensaje tremendo y es que hay fuerzas ocultas que tratan de impedir que Dios cumpla su propósito, incluyendo el plan que tiene para usted y para mí.
El amado Maestro dejó claro que la tarea no iba a ser fácil, pero también se evidenció que tendríamos su apoyo.
Acompañando la batalla por abrir camino a las Bendiciones que el Señor tiene para nosotros, debemos perseverar y permanecer firmes. Sin dar pie atrás. Dios mismo instó a Josué: "Esfuérzate y sé valiente" (Josué 1:6, 9, 18)
Usted fue llamado a heredar Bendiciones. Préndase de la mano del Señor Jesús y avance. Tenga presente siempre que "Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios" (Hechos 14:22), tal como exhortaba Pablo y Bernabé a los creyentes.
Nuestro Padre celestial a través de Jesús prometió: "El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo" (Apocalipsis 21:7)
Tenga presente siempre que somos hijos y herederos con Abraham (Romanos 4:11, 12) y por esta razón andaos en sus pisadas, como dice la Escritura.
Si ya renunció a todo lo que le ataba a la Maldición, aprópiese ahora de las Bendiciones que provienen de Dios. Persevere. No se detenga. Alcanzará la victoria.

miércoles, 20 de agosto de 2014

JESÚS SE HIZO MALDICIÓN PARA BENDECIRNOS

Por nuestras propias fuerzas, difícilmente habríamos sido aceptados delante de Dios. El pecado separa al hombre de su Creador. Eso era lo que ocurría con usted y conmigo. Pero adicional a eso es necesario que recordemos que alguien sin Dios en su vida, es blanco de las maldiciones. Es la consecuencia previsible de la pecaminosidad.
Las Escrituras nos enseñan que gracias al sacrificio del Señor Jesús en la cruz, todos los factores de maldición que pesaban en contra nuestra, desaparecieron. "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido." (Isaías 53:4)
Fue por nosotros que Él murió, pero también, como consecuencia de su sacrificio, no hay razón para que permanezcamos atados. Somos libres porque el Señor Jesús nos hizo libres. La Biblia dice: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados." (Isaías 53:5)
Alguien con quien compartí hace algunos días acerca de Jesús el Señor, me expresaba su preocupación porque estaba en un estado de postración económica y espiritual sin precedentes en su historia personal. "Estoy desesperado. No se qué hacer", me dijo.
Analizamos su situación a la luz de la Biblia. Coincidimos en que, tal como lo dice la Escritura, no hay razón para permanecer en tal estado. Fue el amado Hijo de Dios "...quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados." (1 Pedro 2:24).
Tome nota: ni enfermedad física ni estancamiento espiritual deben primar en nuestra existencia. Fuimos llamados a ser libres. Ahora, si usted siendo cristiano ha abierto puertas para la maldición, es hora de que corte con todas esas situaciones negativas para su existencia, que traen desgracia y dolor.
Pida las bendiciones para su vida
Eliminada la distancia que nos separaba de Dios, como consecuencia de la muerte sacrificial del Señor Jesús, usted puede pedir a Dios en oración que derrame bendiciones sobre su existencia; no así si persiste en pecar.
El texto Escritural señala: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios." (Romanos 5:1, 2. Efesios 1:5, 6)
No está bien que usted siga caminando en derrota. Sin duda esa no es la voluntad del Señor para su vida, sino por el contrario, que sea bendecido rica y abundantemente con toda bendición. Tenga presente que "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él." (2 Corintios 5:21)
Millares de personas conocen esta situación, saben que estan viviendo una vida pecaminosa, pero persisten en su camino errado. Conoci a un joven que reconocía que sus prácticas homosexuales eran contrarias a la voluntad de Dios, y  que –en su corazón—no quería romper con tal comportamiento. Fue criado y bautizado en una iglesia cristiana, sin embargo está enamorado del pecado que comete y por tanto, enfrenta las maldiciones que se derivan de su comportamiento.
Tengamos presente siempre que la paga del pecado es muerte, que comienza con tremendas maldiciones por la pecaminosidad en la que quisiéramos permanecer: "He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá." (Ezequiel 18:4)
Renuncie ahora mismo, en el nombre glorioso de Jesucristo, al pecado. No permita que siga gobernando su vida. Es imperativo que le vuelva la espalda porque de lo contrario estaría poniendo en juego y en burla la gracia de Dios. Si renuncia a todo cuanto le separa del Señor, sin duda podrá comprobar de nuevo cuáles son las bendiciones que derrama el Padre celestial a quienes somos fieles.
Ese convencimiento es fundamental. Debe primar y anidarse en nuestro corazón. Cristo trajo Salvación a nuestras vidas. Es la piedra angular de todas nuestras creencias. Salvación se traduce del verbo Griego Sözö. Pero va más allá de lo que conocemos primariamente como ser salvados del pecado y de la muerte. Significa también obtener sanidad física, liberación de demonios, preservación y protección del mal, y, por supuesto, resurrección.
El propósito original de nuestro amado Padre celestial estaba encaminado a que gozáramos de una vida plena, exenta de todo mal. Por tal motivo, las Maldiciones no son su plan para usted o para mí. Y Él quiere vernos libres en Jesús.

Dios quiere guardar su ser integral.
Cuando vamos a las Escrituras hallamos que el propósito de Dios es guardar la integralidad de nuestro ser. La Biblia dice que: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo." (1 Tesalonicenses 5:23)
La Palabra es clara y contundente. En Dios somos santificados, no por áreas o a poquitos, sino en la totalidad de lo que somos usted y yo. Y si Él mora y guarda nuestra existencia, cuidará de que nuestro cuerpo, alma y espíritu permanezcan limpios hasta que Jesús el Señor regrese por su pueblo.
Muchas personas me escriben para explicarme lo difícil que les resulta vencer la tentación. ¿Es imposible? En absoluto. Basta con una sincera dependencia de Dios, luchando en Sus fuerzas y no en las nuestras, para alcanzar la victoria sobre la pecaminosidad que amenaza con arrastrarnos.
Somos salvos por el Hijo, y esa Salvación lo abarca todo, téngalo siempre presente.
Libres de las Maldiciones.
El ser humano tiene la posibilidad de elegir: ser libre de las Maldiciones o permanecer en ellas. Dios no presiona a nadie. Recuerde lo que dijo Moisés a los israelitas a las puertas de tomar la tierra prometida: "A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia..." (Deuteronomio 30:19)
Muchas de las cosas que nos ocurren son el fruto de nuestras acciones, alejados de Dios. Es una actitud voluntaria, no ejercida bajo coacción. Nadie nos obliga a pecar, abrir las puertas al ocultismo ni adorar ídolos. Cada quien toma la decisión.
Sobre esa base, renuncie ahora mismo a todo cuanto le haya vinculado al mundo de maldad, trayendo maldiciones sobre su vida.
Hoy es el día de tomar la determinación de recibir las Bendiciones del Dios altísimo, andando en Su presencia con temor y reverencia. La elección es suya y nada más que suya.
Recuerde además que en el proceso de renuncia, es fundamental que usted crea y confiese que en el Señor Jesús usted recibió la Salvación y Liberación.
1.- Confesión de ser Salvos.- Es fundamental que haga tal confesión en su corazón pero también con sus labios como lo recomienda el apóstol Pablo: "...que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10:9, 10).
Creer es el eje esencial en este paso. Que haya una fe genuina, por encima de las presiones que ejerce la sociedad alrededor nuestro para sembrarnos dudas.
2.- Arrepiéntase de sus pecados.- ¿Quiere ser libre de las Maldiciones? Arrepiéntase de sus pecados y rebeliones. El énfasis a esta actitud lo impartió el Señor Jesús cuando dijo: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentios, y creed en el evangelio." (Marcos 1:15)
No podríamos recibir las Bendiciones que tanto anhelamos si en nuestro corazón no hay un sincero arrepentimiento y la firme decisión de no incurrir en lo que veníamos haciendo, contrario a la voluntad de Dios.
3.- Perdone a los demás.- Resulta curioso que deseamos el perdón de Dios, pero nos resulta difícil perdonar. Esa es una actitud que no corresponde a los cristianos.
El Señor Jesús hizo la siguiente recomendación: "Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas." (Marcos 11:25)
Si queremos ser libres de las Maldiciones es esencial que desarrollemos la capacidad de perdonar y, si se torna difícil, pidamos al Señor Jesús que obre en nuestro corazón, trayendo perdón.
4.- Renuncie a todo contacto con el ocultismo.- Como creyente en el Señor Jesús es imperativo que renuncie a todo contacto con el ocultismo.
El apóstol Pablo escribió: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré..." (2 Corintios 6:14, 15, 17)
No está bien que sigamos comulgando con la mundanalidad y lo que nos ofrece. No es eso lo que Dios espera de nosotros.
Es hora de tomar la decisión de renunciar a la maldad y lo oculto, rendirnos a Dios y pedir sus Bendiciones para nuestra existencia y las de nuestra descendencia.

viernes, 15 de agosto de 2014

DESOBEDECER ATRAE MALDICION

El robo a Dios y al prójimo así como jurar falsamente, son tres de los pecados comunes que desde la antigüedad condenó Dios y sobre cuya ocurrencia advirtió que traería Maldiciones.
La exhortación sobre estos pecados está consignada en los escritos de tres profetas que ejercieron una poderosa influencia en el pueblo de Israel: Zacarías, Hageo y Malaquías. Sus escritos nos sirven de orientación hoy con el fin de que no incurramos en iguales trasgresiones y para que las corrijamos en caso de que estemos cayendo en ellas.
Robar a Dios
El pueblo de Israel tenía un compromiso con Dios y era apartar la décima parte de sus ingresos para Dios, fuera en efectivo o en especie. Los recursos estaban orientados a proveer para los ministros. No obstante incurrieron en una práctica detestada por Dios: se dejaban para sí los recursos que debían aportar a la obra.
El profeta lo describió de la siguiente manera: "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado." (Malaquías 3:8, 9)
Como pueblo estaban desestimando el sello del Pacto que tenían con el Señor, y por tanto lo trasgredían. La admonición es clara: aunque creían que sustraer los diezmos podía quedar amparado por el ocultamiento, delante del Creador estaba a la luz. Lo que se derivaba de este comportamiento era la maldición, afectando no solo al individuo sino también a su familia y a toda la nación.
¿Hay posibilidad de escapar de esta situación? Por supuesto que sí. Radica en volverse a Dios en sincero arrepentimiento y con disposición de cambio: "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde." (Malaquías 3:10)
Es hora de que revise sus actuaciones. Aunque para el Nuevo Testamento no encontramos una ordenanza específica de que los cristianos diezmen, sí hallamos el compromiso de aportar para la extensión de la obra del Señor con liberalidad. ¿Cuánto lleva usted sin sumarse con aportes al sostenimiento de la congregación y la extensión del Evangelio?
Recuerde siempre que aquél que se arrepiente y restituye lo robado, se beneficia de nuevo con las Bendiciones.
Las Maldiciones por robar y jurar falsamente
Cuando vamos a las Escrituras encontramos una clara condenación de Dios para el robo y jurar falsamente, actitud conocida en nuestro tiempo como el perjurio.
El profeta describió así lo que vio: "De nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí un rollo que volaba. Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: Veo un rollo que vuela, de veinte codos de largo, y diez codos de ancho. Entonces me dijo: Esta es la maldición que sale sobre la faz de toda la tierra; porque todo aquel que hurta (como está de un lado del rollo) será destruido; y todo aquel que jura falsamente (como está del otro lado del rollo) será destruido. Yo la he hecho salir, dice Jehová de los ejércitos, y vendrá a la casa del ladrón, y a la casa del que jura falsamente en mi nombre; y permanecerá en medio de su casa y la consumirá, con sus maderas y sus piedras." (Zacarías 5:1-4)
Observe cuidadosamente que robar—cualquiera que sea su manifestación, bien sea en el desenvolvimiento laboral como la sustracción de cualquier cosa que le pertenezca a otra persona—y jurar falsamente en el nombre de Jehová para sacar provecho, acarrea destrucción.
La presencia de la Maldición persistirá hasta que se produzca la desolación total, no solo de quien incurre en la trasgresión, sino de toda su casa. Una vez que entra en el hogar, la execración permanece hasta que todo quede reducido a cenizas.
La única forma de romper las ataduras es arrepentirnos y buscar la misericordia del Señor, porque de lo contrario persistirá la abominación y operará sin límites sobre el trasgresor y su familia. Se produce la afectación no solo del hogar sino de una ciudad y una región.
El profeta Hageo advirtió que la Maldición cuando se desconocen los mandamientos de Dios, desencadena ruina: "¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto." (Hageo 1:4-6).
Este fenómeno lo podemos apreciar hoy día al apreciar de qué manera el sistema crediticio y las tarjetas de crédito están tomando tanta fuerza entre los consumidores, de tal manera que millares de hombres y mujeres viven endeudados.
Las conversaciones, fuente de contaminación.
Es importante que tengamos sumo cuidado con nuestras conversaciones. Son una fuente de intercambio de información. Y quienes la suministran o la reciben, necesariamente la procesan y guardan en su mente y su corazón el contenido.
El apóstol Pablo, consciente de lo que implica todo cuanto decimos, exhortó a los creyentes a través de Tito, a guardar sus palabras para no decir nada malo de nadie, dañando su buena honra. Él escribió: "Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres." (Tito 3.2)
Hablar contra alguien no es algo que esté bien en un cristiano. Es un comportamiento característico del mundo, no de aquellos que han sido redimidos por Jesucristo y que están en un abierto proceso de crecimiento personal y espiritual.
Ahora, el apóstol Santiago fue contundente al advertir que las palabras contaminan y como es natural, desencadenan unas consecuencias en la persona: "Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno." (Santiago 3:6).
En términos precisos señala asimismo que el creyente en Jesús el Señor no tiene por qué estar inmerso en murmuraciones: "Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez." (Santiago 4:11)
Es de suma importancia que recordemos algo: usted y yo debemos responder ante Dios por cada palabra que pronunciemos: "Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio." (Mateo 12:36).
¿Se da cuenta de la necesidad de ser sumamente meticulosos con todo cuanto decimos? No hacerlo constituye una actitud necia que nos contamina y de paso, genera ataduras porque hay poder en las palabras que pronunciamos, bien sea de bendición o de maldición.
¿Te has contaminado?
Es muy probable que por no medir las consecuencias de sus conversaciones, dichos o formas de expresarse en diferentes circunstancias de la vida, se haya desatado en su contra la contaminación e incluso, pesen sobre su vida maldiciones auto impuestas.
Es hora de que recuerde que la única forma de romper esas ligaduras es reconociendo delante de Dios el error, declarando sin poder tales afirmaciones y pedir el poder de Jesucristo en su existencia para que se rompa cualquier cadena.
Tenga presente que las personas que están en los caminos de Dios, pueden contar con Su protección en la batalla que libra contra Satanás. No así quienes viven disipadamente porque pierden su cobertura.
Ahora, es importante que reconozcamos en alguien que está contaminado espiritualmente, actitudes que riñen con los principios dinámicos de crecimiento personal y espiritual contenidos en la Biblia. Estas personas, tal como leemos en la Biblia, se encuentran influenciadas por el adversario: "Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica." (Santiago 3:14, 15)
Ahora observe algo sumamente interesante Quien protege nuestro ser de toda contaminación es Dios, y por tal motivo debemos movernos unidos a Él.
La Palabra dice: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo." (1 Tesalonicenses 5:23)
Observe que la protección de nuestro Padre celestial se produce en nuestro espíritu (a través del cual nos comunicamos con Él), la mente (que gobierna nuestros pensamientos y por supuesto, las actitudes) y sobre nuestro cuerpo (que es la parte física). Los tres componentes esenciales de un ser humano.
Si estamos contaminados, fruto de la necedad de nuestras palabras y conversaciones, existe una ruptura en la comunicación de Dios con nuestro espíritu, y si hay tal divergencia, por supuesto nuestra relación espiritual con el Señor no podrá afectar positivamente nuestra mente, produciendo renovación y crecimiento.
Es esencial que restablezcamos ese canal, con pureza. El autor sagrado advierte que: "Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él." (1 Corintios 6:17) Sobre esa base, es importante que reconozca en dónde ha fallado, se arrepienta y, tomado de la mano del Señor Jesús, reclame esa libertad.
De persistir en su comportamiento distante de Dios, sin duda estará alejado de la relación con el Señor y no podrá experimentar renovación y crecimiento personal y espiritual: "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie." (1 Corintios 2:14, 15)
Hoy es el día de volverse a Dios. Tome nota que usted fue concebido por Él para experimentar cambios. Y esa transformación comienza con nuestra forma de hablar, la cual debemos cuidar, expresándonos y viviendo con sabiduría y no con necedad.

lunes, 11 de agosto de 2014

COMO DESCUBRIR UNA MALDICIÓN EN TU VIDA

En el capítulo 28 del libro Deuteronomio, a partir del versículo 16, podemos encontrar una larga lista de Maldiciones fruto de entrar en rebeldía con los mandatos de Dios o bien, de manifestar incredulidad.
La presencia de varios elementos llevan a pensar que en un individuo está operando una maldición y que es necesario romperla, ya que de lo contrario seguirá obrando en la persona y puede afectar a su familia y a las generaciones futuras.
En el día de hoy, analizaremos con base en las Escrituras, algunas de estas Maldiciones.

Problemas mentales o emocionales:
Una vez leí un articulo que escribió un pastor y psicólogo, que ha estudiado a fondo el asunto de las Bendiciones y las Maldiciones, El decía en su articulo: "Si entráramos a cortar con todas las Maldiciones que pesan sobre muchos pacientes de clínicas siquiátricas, los médicos se quedarían sin clientela".
Es un asunto serio, sin duda, ya que en muchas familias –por generaciones—se dan enfermedades clasificadas como "herencia genética". Los médicos sólo atinan a decirle a sus consultantes que deben resignarse y asumir un tratamiento que les ayude a sobrellevar la dolencia.
En el libro del Deuteronomio, capítulo 28 se menciona el hecho de que personas que asumieran una actitud rebelde serían castigados con locura, turbación de espíritu o del corazón (versículos 28 y 34.
Igualmente serían expuestos a turbación de espíritu o de corazón, manteniendo una intranquilidad permanente (versículos 20 y 28).
Advierte el profeta Moisés que caerían sobre ellos, es decir aquellos que no cumplieran los mandatos de Jehová, el temor y la tristeza (versículo 65) así como también la desesperación del alma (versículo 65).
En conjunto estas maldiciones afectan el corazón, el alma y la mente de quienes las enfrentan. Su mundo interior se ve conmocionado por fuerzas del mal que toman dominio por la desobediencia.
La persona pierde el control de sus pensamientos, de sus reacciones y por supuesto, de sus emociones. El estado de agobio, confusión y depresión se convierten en auténticas "fortalezas".
¿Hay solución? Por supuesto. Está en Jesucristo quien nos libera de todas las ataduras que puedan pesar sobre nuestra familia y por ende, sobre nosotros.
Enfermedad crónica o hereditaria
El carácter de hereditario al que aluden los médicos al explicar una enfermedad recurrente en los miembros de una familia, se refiere al hecho de que pasa de una generación a otra.
Esta condición está descrita en los versículos 21, 22, 27, 28, 35, 59 y 61. Le invito para que se tome el tiempo necesario de leer el pasaje bíblico y los versos específicos a los que acabo de hacer referencia.
Se trata de una malignidad que obedece a factores que no son físicos sino de orden sobrenatural.

No obstante en medio de estas características que pueden ser evidencia de que alguien está bajo maldición, o tal vez una familia, es importante volver nuestra mirada a Jesucristo quien tiene el poder para romper esas operaciones de maldad que puedan estar causando tanto daño en la salud del individuo.
En esta ocasión estudiaremos también la incidencia que tienen la esterilidad y el aborto en la mujer, las dificultades en las relaciones intrafamiliares y finalmente la influencia del suicidio y las muertes prematuras. Los invitamos para que, Biblia en mano, nos acompañen en el estudio de hoy.
 Esterilidad o aborto en la mujer
El aborto o la esterilidad en la mujer constituyen, en muchos casos, una maldición que afecta los órganos y funciones involucrados en el proceso de procreación.
La Biblia describe así esta maldición: "Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas" (Deuteronomio 28:18)
Esta maldición se manifiesta como la incapacidad para concebir, la tendencia al aborto, menstruación irregular, dolores debilitantes durante el período mensual, frigidez y quistes, tumores o malformaciones en los órganos involucrados en la concepción y reproducción.
Esta condenación puede alcanzar generaciones enteras: familias en su conjunto o individuos en particular.
Sobre el particular es de suma trascendencia que la mujer afectada o el hombre sobre el que pesa la esterilidad, tomen conciencia del problema que están enfrentando, y busquen la liberación en Jesucristo. Sólo de esta manera podrán obtener sanidad y restauración de las funciones biológicas afectadas. Se orará porque la maldición sea revocada o también por la ruptura de las cadenas.
Desórdenes en la relación familiar
La casa de una familia conocida era un nido de problemas. La relación en todos los componentes de la familia era caótica. Los esposos discutían entre sí pero a su vez, mantenían relaciones interpersonales bastante tirantes con sus hijos. Este infierno en un espacio tan reducido solamente cambió cuando clamaron a Dios para que rompiera toda maldición y trajera armonía en las relaciones. Experimentaron un cambio de mucha significación.
En una sociedad descompuesta es frecuente hallar padres cuyos hijos han caído bajo alguna de las siguientes ataduras: vicios, pasiones desordenadas, robo, adicción a la música satánica mimetizada en el rock pesado y ocultismo en cualquiera de sus variantes.
La situación la encontramos descrita en el libro del Deuteronomio, capítulo 28, versículo 41. Allí Dios advierte que los hijos irían en "cautiverio".
Este fenómeno va en contravía del propósito que Dios tiene para nosotros ya que desea que la relación de padres e hijos sea armoniosa (Malaquías 4:5, 6).
En muchos hogares convertidos en pequeños campos de batalla se manifiesta la fuerza diabólica que los tiene atados y que propicia la separación y pésimas relaciones interpersonales. Recuerde que sólo en Jesucristo, bajo su poder y en oración, se logra la ruptura de las maldiciones.
Muertes prematuras
Una famosa cantante y actriz a quien los médicos lograron salvar en una ocasión  después que ingiriera una botella de veneno, confesó que una fuerza inexplicable le había conducido al suicidio. "No vale la pena que sigas viviendo. Mátate", era el pensamiento recurrente que invadía su mente. Logró ser liberada de esa maldición y vive apaciblemente con su familia.
El fenómeno del suicidio es alarmante en el mundo entero. La ciencia mental ha atribuido su ocurrencia a factores como la depresión y la falta de estímulos para vivir. Se ha desconocido que pueda obedecer a una maldición.
Cuando leemos con detenimiento el capítulo 28 del libro del Deuteronomio hallamos bastantes alusiones a muertes prematuras fuera de lo normal.
Los familiares de quienes han muerto trágicamente llegan a resignarse o quizá convencerse de que "es algo previsible porque todos en la familia han muerto así", sin que medie una explicación. A éstas personas les gobierna una fe negativa que abraza la muerte y rechaza la vida.
Como romper las cadenas de maldicion.
El Señor Jesucristo es quien rompe las cadenas de la maldición. Es importante, por tal motivo, que identifiquemos uno o varios factores que nos lleven a concluir que alguien o quizá nosotros, se encuentra bajo condena de maldad.
La cadena que pudiera estar operando en la vida de una persona o en nuestra existencia, que proviene de generaciones pasadas, se puede romper por el poder de Jesucristo. No le crea a Satanás si siembra en su pensamiento de que no hay nada qué hacer.
Tenga presente que cuando descubrimos que toda maldición tiene su origen, estaremos en condiciones favorables para dar la batalla tomados de la mano del Hijo de Dios para vencer.
Reviste singular importancia que estemos apercibidos respecto a la posibilidad de que alguien esté bajo el influjo de una maldición. Para determinarlo hay varios factores que resultan reveladores entre otros están:
1.- Crisis económica
Quizá ha tenido la oportunidad de tratar personas a las que no les rinde un solo peso, cuanto dinero ingresa a casa se va como agua y si tienen entradas extras, sencillamente se esfuman.
En tales circunstancias vale la pena analizar lo que dice la Palabra: "Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar.... y palparás a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad, y no serás prosperado en tus caminos; y no serás sino oprimido y robado todos los días, y no habrá quien te salve." (Deuteronomio 28:17, 29) 

Es un fenómeno que, tal como leemos en la Biblia, apunta agudizarse. Observe cuidadosamente que las personas bajo esa maldición no prosperarán por ningún motivo, todo les sale mal y cada día enfrentan la opresión de todo orden sin que nadie pueda ayudarles a superar su situación.
En tales personas existe una marcada tendencia a la derrota, la cual heredan sus hijos y sucesivamente todas las generaciones que le sobrevivan.
Ahora nos preguntamos, ¿cuál es la causa? No servir a Dios—entiéndase serle leal y andar en su temor—con gozo y alegría. Por este motivo, de acuerdo con el pasaje Escritural que encontramos en Deuteronomio 28:47, 48, vendrán ataques del enemigo al cual se terminará sirviendo, llegará a la puerta el hambre, la sed, la desnudez y la carencia de lo más elemental.
En conjunto podemos decir de quienes están maldecidos que llega a sus vidas la pobreza absoluta.
Por el contrario quienes caminan en la voluntad del Señor, siendo fieles a sus principios para nuestra existencia, gozan de bendiciones abundantes. Él manifiesta el poder que le asiste para traer cantidades de provisión.
Recuerde que abundancia es entendida como la posibilidad de tener suficiente y más con el propósito de hacer la voluntad de Dios y poder dar a los demás.
No podemos desconocer el hecho de que a todos puede que nos lleguen períodos de escasez; no obstante esta prueba es transitoria y generalmente salimos airosos de ella. Basta que nos asista la fe. Aun cuando haya poco, con esto seremos mucho más bendecidos que los poseedores de muchos bienes materiales (Proverbios 13:7).
2.- Accidentes frecuentes
En la Biblia, aunque específicamente no señala "accidentes frecuentes", hallamos una clara alusión a su ocurrencia. Está en Deuteronomio 28:29. Específicamente la línea que dice: "...y palparás a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad...".
Quizá haya tenido conocimiento o trato con personas que sufren accidentes que califican de "extraños" y que tienen un carácter recurrente.
Tal vez a quienes tienen colisiones vehiculares frecuentes, a pesar de que conducen bien y no hay razones para que se produzcan.
Otros sufren fracturas en su sistema óseo, resbalan sin razón y caen aparatosamente al suelo de manera reiterada o enfrentan incidentes que ponen en peligro su integridad física.
En sus vidas está operando una fuerza maléfica que no se identifica fácilmente y por tal motivo, de manera concreta, no hay forma de protegerse.
Sin embargo no todo puede ser siempre así. Jesucristo rompió las ataduras que antes parecían irrompibles. Basta que nos apropiemos de la obra de liberación que Él ya hizo por nosotros en la cruz, lo recibamos en el corazón como Señor y salvador, y procedamos a declarar rota toda maldición presente o generacional que pudiera estar afectándonos.

jueves, 7 de agosto de 2014

EL MISTERIO DE LAS BENDICIONES Y DE LAS MALDICIONES (2)

Leer 1ra. parte aquí: Click 

Para continuar con nuestro estudio de la Biblia respecto a las Bendiciones y de qué manera en la vida de una persona actúan las Maldiciones, es necesario coincidir en dos elementos de suma importancia:
Toda persona se desenvuelve en un Plano Visible. Son todos aquellos objetos y sucesos normales del universo material en medio del cual nos movemos cada día. Son en esencia de carácter transitorio y, para cada individuo terminan cuando éste muere. Usted y yo estamos familiarizados con este plano y, para ser sinceros, nos sentimos cómodos en él.
Aunque no seamos conscientes de ello, todos los seres humanos nos vemos afectados por un Plano Invisible. Es de carácter espiritual. Las fuerzas que se mueven en esta dimensión operan de forma continua y decisiva sobre el plano visible. Su duración es indeterminada.
El apóstol Pablo plantea que la perseverancia gozosa del cristiano en medio de las tribulaciones, es el fruto de mirar—desde el plano material—aquellas cosas que son invisibles, es decir las eternas que son aquellas que nos promete Dios. No las podemos percibir con nuestros sentidos físicos pero sí en el espíritu (2 Corintios 4:17, 18)
¨Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.¨
Ahora bien, tengamos en cuenta un principio invariable: Las Bendiciones y las Maldiciones pertenecen a la dimensión espiritual.
 Influencia en las personas
Las Bendiciones y las Maldiciones ejercen una poderosa influencia en las personas, así no quieran admitirlo.
Sobre esta base aprendemos:
1.- Que las Bendiciones y las Maldiciones afectan al individuo y a su entorno. Alcanzan a su familia, a la comunidad en la que se desenvuelven e incluso a naciones enteras.
En cierta ocasión en un local bastante amplio y cómodo, un grupo de creyentes abrió una congregación. Pero antes que prosperar, iban de mal en peor, sosteniendo internamente enfrentamientos que debilitaban la permanencia de la iglesia. Cuando averiguaron sobre la historia de aquellas instalaciones, descubrieron que había sido—años atrás—un antro de pecado.
Inmediatamente el pastor y sus fieles procedieron a tomar autoridad en el nombre de Jesucristo y a romper la maldición que pesaba sobre aquel lugar. Como podrá imaginar, todo cambió diametralmente y vino la bendición a aquella comunidad de cristianos.
2.- Que las Bendiciones y las Maldiciones tienen un efecto prolongado. Se extienden por generaciones, a menos que en el caso de las maldiciones, se rompa definitivamente su influencia.
En usted pueden estar actuando maldiciones provenientes de anteriores generaciones. Es por esta razón que se generan crisis recurrentes, y patrones de comportamiento inexplicables.
Es necesario ser muy cuidadoso con lo que decimos porque las Bendiciones y Maldiciones dependen en gran medida de las palabras que pronunciamos, de lo que escribimos e incluso de los pensamientos que referimos hacia nosotros mismos o hacia los demás. Cuanto decimos puede ser utilizado para bien o para mal.
Aunque a muchos les parezca intrascendente, lo que decimos ejerce poderosa influencia en la vida nuestra y de los demás, y puede convertirse en Bendición o en Maldición.
Imagine por un instante a alguien que constantemente dice: "¿Por qué será que todo lo malo tiene que ocurrirme a mí?". Sin duda estará enfrentando las consecuencias de una maldición auto-impuesta.
Cuando vamos a la Biblia aprendemos:
a.- Que lo que decimos puede "dañar" a los demás (Proverbios 11:9).
¨El hipócrita con la boca daña a su prójimo; Mas los justos son librados con la sabiduría¨
b.- Que lo que pronunciamos puede ser "golpe de espada", es decir que causa heridas en nuestro prójimo (Proverbios 12:18 a).
¨Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; ¨
c.- Que nuestras palabras están cargadas de tal poder, que pueden traer "alivio" a quienes las escuchan Proverbios 12:18 b).

¨Mas la lengua de los sabios es medicina.¨
d.- Que nuestras palabras pueden desencadenar en quienes las escuchan, tranquilidad o angustia (Proverbios 15:4).
¨La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.¨

El apóstol Santiago advierte que la lengua puede ser jactanciosa, causar grandes problemas, desatar mucha maldad y a la vez, puede ser instrumento para bendecir. Plantea actuar así, bendiciendo y maldiciendo con nuestra lengua, está en contraposición a lo que Dios espera de nosotros (Santiago 3:5, 6, 9, 10).
3.- La influencia de Bendición o Maldición que ejercen los objetos
Si nos remitimos a las Escrituras encontramos que en la época de Moisés, Este recibió instrucciones específicas para preparar el aceite de la unción.
Con este óleo él santificó el tabernáculo, los instrumentos y a los sacerdotes que ministraban, como podemos leer en Levítico 8:1-12.
Observe que el aceite era un instrumento a través del cual se derramaba el poder especial de tornar santo aquello que tocaba.
Más adelante encontramos que por medio del aceite de oliva Samuel ungió a David como rey para Israel (1 Samuel 16:1-13). Lo interesante que encontramos en el texto es que tras ser ungido, vino sobre el joven la presencia del Espíritu Santo.

4.- La tenencia y adoración de imágenes
Una mujer con la que tuve la oportunidad de dialogar hace mucho tiempo, me decía que ella no encuentra tropiezo alguno en tener imágenes que representan a Cristo y a la virgen María, por cuanto—argumentaba ella— "es como tener el retrato de un ser querido".
Le expliqué, con fundamento en Éxodo 20:4, 5 que muchos de los objetos de veneración religiosa que guardan las personas, sea de la cultura católica, de culturas indígenas o de oriente, encierran maldición.
¨No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 
No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,¨ 
Sobre tales elementos pesan las maldiciones del culto idolátrico y éstas a su vez, ejercen influencia sobre los propietarios.
En lo adelante usted deberá reflexionar sobre la tenencia de cosas en su hogar, sea cual fuere su origen, y la forma en que poseerlas le puede conviertir en blanco de maldiciones, y la urgente necesidad de deshacerse de ellas quemándolas.

En la Biblia aprendemos que quebrantar los mandamientos trae Maldición. ¿La razón? Es una manifestación abierta de querer hacer las cosas a nuestra manera, desconociendo al Supremo Hacedor quien nos ha dado pautas respecto a cómo andar en su reverencia y temor santo.
Dios no admite que tengamos dioses delante de Su presencia. El profeta lo expresó de la siguiente manera, hablando en nombre del amado Padre: "No hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí" (Isaías 45:21

No podemos inclinarnos—es decir rendir tributo y honra—a los ídolos. A Dios es al único al que debemos adorar.
¿Cuál es la razón para esta prohibición? La encontramos explicada en detalle en Romanos 1:20-23. Allí leemos de qué manera la idolatría lleva al hombre a apartarse de Dios. Se trata de una práctica perversa, adoptada del contacto que tuvo el pueblo de Israel con los paganos. Por esta razón no es concebible para un Creador como el nuestro que es celoso, omnipotente, santo y glorioso.
Recuerdo una noticia que leí alguna vez que me impactó acerca de un grupo de hombres y mujeres, algo así como de quince años, tomando refresco con veneno. Ellos estaban cumpliendo con un pacto que habían hecho cuyo plan era quitarse la vida si su equipo de fútbol perdía en un torneo internacional.
A ese grado había llegado la idolatría. Pero no se sorprenda. En nuestro medio podemos hallar mucho más. Hombres y mujeres, de la farándula, la política, el deporte, la música, la televisión e incluso, del ambiente eclesiástico, que se han convertido en ídolos y hay quienes les adoran.
Si damos una nueva ojeada al texto, encontraremos algo sorprendente que despierta temor: si una persona cae en la idolatría, cualquiera que fuera desplazando el primer lugar que sólo debe ocupar Dios, acarrea Maldición sobre si y sobre su descendencia hasta la cuarta generación.
Las representaciones idolátricas son ofensivas al Creador y por esta razón la cadena de Maldiciones apunta a convertirse en interminable. Puede ser heredada de antepasados o también por abrir puertas a la Maldición.
Por tal motivo es necesario, de un lado deshacernos de todo aquello que pueda ligarnos a la idolatría, y de otra parte, cortar mediante oración a Dios con toda influencia de idolatría del pasado o del presente. En otras palabras, se debe renunciar a estas prácticas ofensivas al Señor.
Hay quienes se ven enredados en la idolatría y el ocultismo fruto de su afán por satisfacer dos deseos que asaltan a todo ser humano: el de adquirir poder y conocimiento de lo que no entiende.
Tenga presente que todo poder sobrenatural que no procede de Dios, tiene origen en Satanás. Igualmente el conocimiento oculto.
Si el hombre se distancia de Su Hacedor, corre el peligro de caer en la red del enemigo espiritual (2 Timoteo 2:26). Quienes lo hacen, quedan cautivos de cualquiera de las tres ramas del ocultismo: hechicería, adivinación y sortilegios (entre los que se encuentra el uso de drogas).

Si ha estado ligado en alguna de estas situaciones, permítame decirle que hay esperanza. Está en Jesucristo el Señor. Él rompe toda atadura. ¡Hoy es el día para ser libre! Búsquele en oración. Renuncie a todo contacto con el mundo de la idolatría o el ocultismo, que son instrumentos de Satanás. Permítale a Dios que sea el dueño de su vida. ¡Verá los cambios que experimentará en su vida personal y espiritual!
Resulta sorprendente comprobar el gran número de adeptos que está ganando el ocultismo en todo el mundo. Si hay una ocupación que genera ganancias enormes, es auto proclamarse "maestro de lo oculto". El volumen de clientes es gigantesco. Es más, su avanzada es tan grande, que anuncian libremente sus servicios en radio, prensa y televisión.
Tal vez usted ha tenido oportunidad de conocer personas que son fanáticas de la lectura del horóscopo, del tarot, de la bola de cristal, o que utilizan en casa velas aromáticas, adornan sus lugares visibles con velas de formas triangulares o simplemente portan en la muñeca de sus manos pulseras de colores que les sirven de amuletos de la "buena suerte".
Muchos objetos que se venden como pan caliente, están asociados con el ocultismo y buscan atraer, según sus usuarios, las "energías positivas". Entre ellos podemos mencionar de un lado los amuletos y de otro, aquellos que usan los curanderos para propiciar la "sanidad".
Usted y yo estamos llamados a discernir, tal como lo enseña la Biblia, entre lo bueno y lo malo. Todo lo que se aparte de las Escrituras resulta engañoso.
¿Sabía usted que hay corrientes religiosas que se amparan en el rótulo de cristianas pero encierran prácticas ocultistas y enseñanzas que solamente ensalzan a Satanás? ¿Cómo descubrirlas? Sencillo. Basta examinar sus doctrinas y descubrir cuál es la posición que tienen frente a la persona, naturaleza y obra redentora del Señor Jesucristo.
Le invitamos para que vaya a la Biblia en el libro del Deuteronomio, capítulo 18, versículos 10 al 13. Estudie el pasaje con sumo cuidado. En el encontrará que Dios rechaza el ocultismo y lo mira como una abominación.

¨No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová, cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti.¨
El texto relaciona las prácticas demoníacas, la adivinación, la hechicería, el encantamiento y la magia cualquiera que sea su denominación actual: blanca o negra.
¿Por qué está el Señor abiertamente en contra de estas prácticas? La Biblia lo declara en la última parte del versículo 13: "Perfecto serás delante de Jehová tu Dios" (Deuteronomio 18:13)
Los medios de comunicación masiva: radio, prensa, televisión e Internet se han convertido en poderosos vehículos a través de los cuales se propaga el ocultismo.
Con dinero se pueden comprar espacios y desde ellos, propagar la Nueva Era y todas las ramas de enseñanzas demoníacas que ganan fácilmente seguidores.
¿Qué hacer? Cortar definitivamente con el contacto que podamos tener sobre tal programación. Si es en la Internet, poniendo un filtro a su computador que deshabilite la información sobre lo oculto o la pornografía.
Los cristianos de Éfeso en el primer siglo de nuestra era demostraron compromiso para con Dios. Tras convertirse del ocultismo en el que estaban inmersos, procedieron a quemar los libros, cuya cuantía sumaba una fortuna (Hechos 19:18, 19). Es lo mismo que debemos hacer con cualquier material videográfico o impreso relacionado con la pornografía o el ocultismo.
Recuerde que usted puede ser libre de las ataduras y las maldiciones. Basta que se rinda a Jesucristo el Señor, le permita que Él haga Su obra preciosa en usted llevándolo al campo, y que renuncie a todo contacto que haya podido tener con lo oculto.