Quiero introducir este tema haciendo una crítica constructiva con relación
al tipo de enseñanzas y mensajes que muchas iglesias de hoy en día están
promoviendo desde sus púlpitos que están encadenando y
confundiendo a las personas y creando fortalezas mentales, que se levantan en
contra de la santidad y la sana doctrina.
Es impresionante las cantidades de altiveces que salen de personas con
autoridad espiritual y con llamado a instruir, disciplinar y cuidar a sus
ovejas, con el fin de hacer sentir cómodos a sus seguidores, hablándoles de
temas como: prosperidad, gozo y riqueza.
Por esa razón es muy importante poder establecer la diferencia que existe
entre un buen Pastor y un Predicador. Todo pastor debe de ser un buen
predicador, pero no siempre un predicador es un buen Pastor. Me explico:
Hay dos tipos de predicadores:
1. Los que
te dicen lo que usted quiere oír para hacerte sentir bien a ti y a la vez
sentirse bien ellos.
2. Los que
te dicen lo que Dios quiere que Tu oigas, para que aunque
no te sientas bien, realmente te ayude a ser alguien de bien.
A mi particularmente me gustaría ser parte del segundo grupo, sin
la intención de agraviar a nadie ni de juzgar, ya que Jesucristo
encabezó este grupo de predicadores y nosotros debemos
ser imitadores de Él y Dios el Padre, que es nuestro Juez retribuirá en su
momento a cada quien, conforme a sus obras y a las intenciones de su corazón.
Hoy estaba escuchando unas pocas frases de una canción muy popular
que interpreta Marc Anthony, que yo diría que se ha
convertido en un refrán, porque se escucha en la boca de muchas personas,
incluso de creyentes, de seguro todos ustedes saben a qué me refiero por esta
frase: ¨ ¡Voy a reír, voy a
gozar, vivir mi vida la, la, la, la!¨
Tomando en cuenta que nuestro llamado es a predicar y enseñar la verdad,
quiero compartir con ustedes mi punto de vista con relación a este tipo de
canción y respetando la opinión de todo aquel que piense lo
contrario. Considerando además, que una canción puede ser una alabanza o una
exaltación a uno de los dos únicos reinos que existen en el universo: El
reino de Dios y el Reino de las Tinieblas, le invito cordialmente como dice el Apóstol
Pablo, a que usted escoja de este tema lo bueno y deseche todo aquello con lo
que no esté de acuerdo.
Si analizamos bien esta frase notaremos que es parte de un culto y un
homenaje a al dios de este siglo, que está gobernando a una gran mayoría
de los seres humanos, me refiero al
sistema mundo que promueve las obras infructuosas de la carne . Gálatas 5:19-21 dice:
¨Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las
cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios.¨
La carne es también un enemigo potencial de Dios y este enemigo vive y
duerme con nosotros, se despierta con nosotros, es quien nos anima cuando
complacemos sus exigencias, es quien nos deprime cuando
no complacemos sus deseos y dependiendo de cuál sea nuestra
alineación con lo que la carne promueve, se revelará a quien pertenece nuestra devoción y nuestra obediencia, además se
determinará quién controla realmente nuestras vidas. La palabra
de Dios nos manda a no participar de las obras de la carne sino más bien a
reprenderlas y desecharlas.
Este dios predica y enseña que la vida es una sola y que hay que
disfrutarla, que hay que vivir la vida contento, la vida loca, riendo y gozando
sin considerar los mandamientos y preceptos de Dios, como suele
decir otra canción ¨Vive tu
vida contento, bailando y gozando bien, si tú te apuras te mueres,
si no te apuras también¨.
Este tipo de canciones le hacen un llamado y una exaltación a la carne para
que complazca todos sus deseos en busca de un gozo efímero y falso. Estas obras
son infructuosas, es decir no producen nada, son estériles, no engendran más
que enemistad con Dios. La Palabra dice claramente, ¨Que la amistad con el mundo nos
constituye en enemigos de Dios.¨
La Biblia habla de una parábola que salió de los labios del mismo Jesús, en
la que se refiere a un hombre que quiso seguir el eslogan de esta canción.
Él quiso que su padre le diera su heredad antes de morir para así poder
vivir la vida loca.
El hijo prodigo también quería reír y gozar. Yo me lo imagino
cantando esta canción y dándose ¨la
buena vida¨. Dice el relato que efectivamente recibió todos sus bienes y
así lo hizo, se marchó de su hogar y se fue a otra ciudad a disfrutar sus
bienes, hasta que lo malgasto todo en vinos, placeres y mujeres.
La historia termina describiendo las consecuencias con las que terminó aquel
individuo, convertido en un hombre amargado, destruido y depresivo, a tal punto
que terminó rechazado por los amigos que le ayudaron a malgastar sus
bienes, sin un hogar donde vivir ni un techo que lo cobijara y compartiendo los
alimentos destinados a los cerdos.
Este es el final de ese tipo de vida que promueve el mundo, donde las
prioridades son la satisfacción de los deseos carnales. Luego te promete
hacerte reír y hacerte gozar, pero son placeres pasajeros que luego dejan
secuelas en tu vida, ya que
el gozo que te ofrece el mundo te debilita y te cautiva, más el gozo en Cristo
Jesús te fortalece y te liberta, porque
donde está el espíritu de Dios hay libertad y verdadero gozo.
¨Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay
ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y
deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos
hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.¨ (Gálatas 5:22-26).
La verdadera riqueza es aquella que te bendice y no te agrega tristeza.
El verdadero gozo es aquel que trae Paz y aliento a tu ser.
Dios prometió guardar en perfecta
paz aquellos cuyos
pensamientos perseveran en El. Es por eso que yo canto y predico lo que
dice el coro: ¨El gozo que
tengo Yo, el mundo no me lo dio, y como no me lo dio, no me lo puede quitar¨
El hijo prodigo recapacitó a tiempo y decidió volver a su
hogar y reconciliarse con su padre y tal como lo hace
nuestro Señor Jesús con nosotros, Él lo recibió con
sus brazos abiertos, le dio una nueva vestidura, colocó un anillo en sus manos para sellar el pacto de
reconciliación y celebró una gran
fiesta en honor a su hijo que se había perdido y
lo había encontrado, que estaba como muerto y que había resucitado.
Aquel hombre experimentó el gozo
verdadero, el gozo del Señor. Haz tu lo mismo vuelve a tu camino
y reconcilia té con tu Dios. No vivirás la vida loca, pero
si la vida abundante.
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