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domingo, 31 de enero de 2016

LA GUERRA ESPIRITUAL Y EL CREYENTE #1

Cuando pensamos en un guerrero enseguida nos llega a la mente el nombre del rey David. Todos conocemos sus a sañas: el hombre que mato al gigante, el que mato a sus diez mil, al que los enemigos de Israel le temían, al hombre denominado conforme al corazón de Jehová  y lo primero que nos decimos a nosotros mismos, como me gustaría ser como él y que mi Señor me vea de la misma forma, conforme a su corazón. 

Pues quiero decirte que dentro de Ti y de cada hijo de DIOS hay un David escondido, un espíritu aguerrido, un soldado con autoridad aplastante delegada por el poder del capitán que te llamo a formar parte del ejército divino de la luz, Jesús;” pero ese guerrero hay que despertarlo, entrenarlo y capacitarlo en el conocimiento de las estratagemas del ejército enemigo. El ejercito de las tinieblas comandado por satanás y sus demonios. 

Para tales fines he querido compartir contigo amado lector, algunos temas y experiencias adquiridas a lo largo de mi carrera como ministro en el ejercicio del ministerio pastoral, de liberación y sanidad interior del alma, a través del uso del poder y la unción que nos ha sido dada por el Espíritu Santo y del nombre que es sobre todo nombre, el nombre de Jesús. A quien atribuimos la Gloria, la Honra y el Poder por los siglos de los siglos. Amen.  
Desde el año 1995 al 1998,  luego de haber sido llamado para formar parte del ejército de la luz,  DIOS me permitió viajar por algunos países donde se celebraban consultas y plenarias de capacitación en el área de guerra espiritual e intercesión  e inmediatamente me recluto  como ministro de liberación a nivel individual y estratégico o territorial

Fruto de los conocimientos adquiridos durante este oficio, una noche el Espíritu Santo puso en mi corazón la visión de escribir sobre este tema. En esa visión él me mostró el hombre interior de un siervo de DIOS obediente y sujetado a los mandamientos y a sus preceptos. Yo podía ver la autoridad y el poder que fluía de aquel hombre y así pude entender la fuerte unción que reina en cada creyente, pero ese hombre en la visión estaba durmiendo y una voz me dijo a mi interior “despierta al guerrero.” Es de ahí que nace la inquietud de escribir y predicar sobre el tema de la guerra espiritual y el creyente y mas adelante escribir un libro. 

Yo entendí que DIOS me estaba diciendo que escribiera y compartiera lo que él me había dado a través de mis vivencias al ministrar y echar fuera demonios. Es por tal razón que durante un tiempo estaremos hablando y enseñando del tema de la guerra espiritual y la sanidad del alma. Te invitamos a que no te pierdas esta interesante serie de enseñanza que semana tras semana estaremos publicando a través de nuestra pagina.  

Es tan fuerte la autoridad y la unción que Dios ha puesto en los creyentes fieles que los brujos y los satanistas cuando ejecutan sus hechizos en los cementerios, primero se aseguran que las tumbas donde van a ofrecer sus conjuros,  no sean las de siervos de Dios. Aun después de muertos la unción esta sobre el hombre de Dios. Cuando Eliseo murió, dice la biblia que un soldado cayo muerto sobre su tumba y al tocar su cuerpo el poder de Dios que permanecía en sus osamentas resucito al soldado. Es interesante conocer quienes somos en Cristo y sobre todo conocer contra quien nos enfrentamos en esta batalla espiritual.

Oración: 

Padre Celestial es mi oración que tu alumbres el entendimiento de todas las personas que propongan en su corazón leer estos temas. Yo apodero en el nombre de Jesús, Ángeles guerreros que peleen las batallas mentales que satanás quiera poner para estorbar la concentración  y el entendimiento del lector. Cubro con la sangre del cordero inmolado a cada uno de los lectores y desato la unción, el poder y la autoridad de DIOS sobre sus vidas, para que el contenido de esta serie  les bendiga grandemente, te lo pido por los méritos sagrados adquiridos por Jesucristo tu hijo amado en la Cruz  del calvario. Amen.

El origen de la guerra Invisible.   

Comenzaremos dando un vistazo al libro de génesis en su primer capitulo. Este nos dará una idea clara de la condición como estaba el universo antes de que DIOS creara la humanidad.

Génesis Capítulo 1: 1-3.

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.  Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

Dice que la tierra se encontraba vacía y en un completo desorden. Esto nos da una idea de que había sucedido algo allí, en la eternidad, puesto que el verso uno establece que DIOS había creado los cielos y la tierra y conociendo nosotros su naturaleza de que Él es un DIOS de orden, no iba a crear algo desordenado. Es evidente que del verso uno al dos paso un lapso de tiempo en el que hubo un gran acontecimiento, también es evidente que aconteció algo que  trajo ruina, desorden y desolación a la tierra.

Tomando en cuenta que la Biblia establece que DIOS es el alfa y la omega, lo que significa que Él es el principio y el final de todas las cosas, entonces podremos encontrar en el ultimo libro escrito en el Nuevo testamento, Apocalipsis 12:7-9, la respuesta de lo que sucedió en la eternidad durante el intervalo de tiempo que trascurre entre el verso uno y dos del primer libro de génesis. Veamos:

12:7 “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; 12:8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. 12:9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”.

Hubo una gran batalla en el cielo donde fueron lanzados a la tierra satanás  o el diablo y todos los ángeles que se corrompieron con Él, por eso el verso dos dice “Y las tinieblas estaban en la faz del abismo.” El reino celestial era todo luz hasta que Lucero un ángel creado por DIOS se revelo en contra de su creador. Convirtiéndose en lo adelante en satanás el príncipe de las tinieblas.

Este ángel que había sido creado en perfección para dirigir la adoración y la alabanza celestial fue luego sustituido por el hombre, quien también fue creado a la imagen y semejanza del DIOS. Por envidia satanás le ha declarado la guerra al hombre para impedir su relación con Él.

DIOS establece el orden en el universo a través de su espíritu que se movía sobre la fas de las aguas y de su palabra poderosa y creadora. Luego todos conocemos la historia de la creación y de la caída del hombre por causas del pecado inducido por satanás. Así comienza la gran batalla espiritual en la que sin proponérnoslo estamos envueltos toda la humanidad sea creyente o no.

Satanás se ha propuesto maldecir todas las cosas que DIOS ha bendecido y no solo maldecirla sino también destruirla. Él enemigo quiere destruir la relación familiar, las naciones y las iglesias,  las cuales fueron las primeras entidades que el Señor bendijo.

Por esa razón es que debemos prepararnos espiritualmente y en santidad para resistir los ataques de un enemigo que aunque ya fue vencido por Jesús en la cruz,  aun sigue vivo y se ha propuesto aniquilar espiritualmente a la humanidad para así conseguir entristecer a DIOS

La batalla espiritual a la que nos enfrentamos los creyentes es una constante lucha por mantener la salvación de nuestras almas. Como en toda guerra los adversarios persiguen un propósito o botín,  en la batalla espiritual satanás se ha propuesto quedarse con la mayor parte de las almas de la humanidad.  


Tomando en cuenta que estamos envueltos, queramos o no,  en medio de este conflicto entre un reino al cual pertenecemos,  un reino que nos adquirió a precio de sangre, el reino de la Luz y un reino que quiere destruir nuestra relación con DIOS, el reino de las tinieblas, es que debemos prepararnos, asumir nuestro rol de soldados y conocer cada día mas de las estrategias del enemigo que se quiere apoderar de nuestras almas. 


El llamado de nuestro Señor para estos tiempos es a despertar a la realidad de lo que somos, soldados y guerreros que batallamos en contra de un ejercito derrotado,  pero que no se da por vencido y que debemos apropiarnos del conocimiento y de las promesas que nos han sido dadas a través de su palabra, para resistir al enemigo y para alcanzar la meta que es la salvación. La salvación esta íntimamente relacionada con nuestra alma y si la perdemos, también habremos perdido la batalla espiritual. Es por eso que debemos cuidar con temor y temblor nuestra salvación y defender la como lo hace un soldado por su nación.


Resistamos a través de la fe, de la consagración y de la santidad, que nuestro DIOS nos ha de dar nuestra victoria personal contra el enemigo.  Recordemos que somos parte del ejército de la Luz y que tenemos un compromiso, que es colocar a los enemigos del reino por debajo de nuestros pies.


2 Timoteo 2:4 dice: 

“Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.” 


Preparémonos para la guerra. No nos enredemos en los negocios de esta vida para que así podados a gradar a nuestro DIOS, no es que vivamos una vida de fanatismo, el verso no dice que no participemos de las cosas terrenales ni que nos aislemos de los demás, sino que no nos enredemos en ellas de tal manera que se nos olvide cual es nuestro propósito como soldados de Dios.  Como dijo el Apostol Pablo "Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne". Tu y yo somos parte de este ejercito y militamos según el Espíritu. La lucha diaria nos alcanzara aunque lo creamos o no, la batalla invisible nos afectara aunque decidamos pelear o no. Así que hermanos si queremos apoderarnos de la victoria que Jesús obtuvo en la Cruz, tenemos que ganar nuestra propias batallas, tendremos que tomar cada día nuestra cruz y crucificarnos con Cristo para que su muerte le de sentido a nuestras vidas y su victoria sea también nuestra victoria.


CONTINUARA.......!            
              

Recuerdas que puedes comentar, participar y hacer cualquier pregunta en la columna de comentarios abajo, y que todo sea para la edificación de los lectores.

lunes, 25 de enero de 2016

UNA IGLESIA FORTALECIDA Y PODEROSA

Dios estableció su iglesia aquí en la tierra con el sueño de que su Iglesia, que representa el estrado de sus pies, colocara a los enemigos del reino por debajo de ella, que anunciara el reino de su Mesías y que diera a conocer las grandes maravillas del Creador. Como todo buen empresario que espera tener una empresa prospera, El espera que su iglesia sea un organismo fortalecido y poderoso. Hoy analizaremos algunos versículos donde Dios nos enseña a través de una de las cartas del Apóstol Pablo, como edificar una Iglesia fuerte y poderosa.

Recuerdo que cuando Yo era pequeño mis amigos relataban un cuento acerca de un hermano que le regaló un burro a otro, cuando se lo entrego le dijo: "Este burro es muy especial. Yo le he enseñado a obedecer sólo dos palabras. Si quieres que el burro camine, tú le dices: Aleluya. Si quieres que se detenga, le dices: Amén." Contento con su burro tan educado, el hombre se montó en su burro, y le dijo: "Aleluya", y comenzaron su recorrido por las montañas para regresar a casa.

Pasó el tiempo, y el hombre se puso a pensar en muchas cosas mientras su burro caminaba pacientemente. De repente, el hombre se dio cuenta de que se acercaban a un precipicio. Desesperadamente trataba de recordar la palabra para lograr que se detuviera el burro. "¡So! ¡Alto! ¡Burrito!" - gritó el hombre, pero el burro seguía caminando hacia el despeñadero. Por fin, no le quedó más opción al hombre que ponerse a orar: "Señor, por favor, haz que este burro se detenga. Amén". Al escuchar la palabra "Amén", el burro se detuvo. El hombre se puso tan contento que no pudo contenerse y comenzó a alabar a Dios. "¡Aleluyaaaaaaaa!" - gritó. Lo demás ustedes se lo imaginaran. El burro y el hombre cayeron al precipicio pero gozosos, que pena. 
Ese burro, a diferencia de muchos de nosotros, fue muy obediente. El problema no fue del burro, sino  de la persona que le daba instrucciones.  Me pregunto: ¿seremos más "burros" que ese burro? ¿Ignoraremos las buenas instrucciones que recibimos de nuestro Señor? Creo que no hay burros entre nosotros. Todos queremos hacer lo que le agrada a Dios. 

En los versículos que compartiremos hoy, Recibimos tres instrucciones para seguir. Si prestamos atención a lo que Dios nos dice y lo ponemos en práctica, podremos disfrutar de su bendición como Iglesia. Podremos ver que la Iglesia cumplirá su función; que realizara su obra divina en el mundo. 

En estos días en que el mundo se aleja cada vez más de los valores bíblicos, hace falta una Iglesia fortalecida y poderosa. Hagamos lo que Dios nos está llamando a hacer para edificar esa clase de Iglesia.

Abra su Biblia en 1 Tesalonicenses 5, y leamos los versículos del 25 al 28:

5:25
 Hermanos, oren también por nosotros. 5:26 Saluden a todos los hermanos con un beso santo. 5:27 Les encargo delante del Señor que lean esta carta a todos los hermanos.5:28 Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con ustedes.

Aquí encontramos las últimas palabras que Pablo le escribe en esta carta a la Iglesia de Tesalónica. Es como cuando un padre que está lejos de su familia habla por teléfono con sus hijos. Después de platicar acerca de lo que les ha sucedido, después de escuchar sus historias, les da sus instrucciones finales. "Pórtense bien", les dice. "Obedezcan a su mamá". "Hagan la tarea". Son sus últimas instrucciones, las cosas que él sabe que se les pueden olvidar si él no se las recuerda. Así también, Dios nos habla como su familia y nos da estas instrucciones para nuestra vida familiar. Pensemos en cómo las podemos poner en práctica.

La primera cosa que nos dice es ésta: 
"Ora por tus líderes". Pablo dice: "Hermanos, oren también por nosotros". Aunque se encuentra lejos de la Iglesia de Tesalónica, no quiere que dejen de orar por él y por su ministerio. El apóstol Pablo, fundador de muchas Iglesias y escritor de varios libros del Nuevo Testamento, reconocía su necesidad de recibir apoyo en oración.

Pablo tenía gran conocimiento y muchos estudios, pero no dependía de ellos para su impacto espiritual. Conocía la retórica, pero no confiaba en su capacidad como orador para convencer a la gente. Había realizado milagros, pero no se consideraba superior a los demás en su vida espiritual. Sentía la necesidad del apoyo en oración.

Así pasa siempre con los grandes siervos del Señor. En varias ocasiones le preguntaron a un gran predicador del siglo XIX llamado Carlos Spurgeon, que cuál era el secreto de su éxito como Pastor. Su respuesta invariable siempre fue: 
"Mi pueblo ora por mí".

Muchas veces ponemos a nuestros líderes en un pedestal. Es bueno respetar al pastor y a otros líderes que Dios nos da, pero nunca los consideremos súper-héroes. Todos tenemos una gran necesidad de recibir apoyo en oración. Algunas veces las personas se me acercan para pedirme oración, y es un gozo orar con cada uno. Pero quiero que sepan que yo también necesito oración. Necesito que oren para que no caiga, para que el Señor me siga dando sabiduría, para que su Espíritu me dé cada vez más valor y discernimiento. Si quieres que la Iglesia prospere, si quieres que tu pastor ministre con más poder, ora fielmente y fervientemente por él.

Pasemos ahora a la segunda instrucción que Dios nos da. Pablo dice: "Saluden a todos los hermanos con un beso santo". El mensaje es sencillo: la Iglesia debe  de ser un lugar de cariño familiar. En los días en que Pablo escribe, el beso era el saludo común entre miembros de una familia. Hoy en día, el beso sigue siendo lo normal entre ciertas personas, mientras que otras se abrazan o se dan la mano. Lo importante es que la Iglesia debe ser un lugar donde el amor se expresa entre los miembros, como en una familia.

La Iglesia no es un negocio. Cuando uno entra a un negocio, el vendedor lo podrá saludar con cordialidad; podrá darle la mano, y hablarle cortésmente. Como creyentes, debemos siempre ser corteses; pero lo que Dios nos enseña aquí es que las relaciones en la Iglesia van más allá de la cortesía. Cuando visitas a un familiar, ¿le das la mano? ¿O más bien, lo saludas con cariño? Así debe ser en la Iglesia también, Pero es muy importante entender que el saludo familiar al que Pablo nos llama es un saludo sagrado, puro, inocente. Dice Pablo: "Saluden a todos los hermanos con un beso santo". No debe dar lugar a malos entendidos o a especulaciones. No puede convertirse en escudo para aprovecharse de otros.

A veces se escucha el comentario en algunas Iglesias: "A fulano de tal le gusta besar a todas las muchachas bonitas." Este no es el beso santo al que Pablo se refiere. Se ha convertido en un pretexto, en un escudo para hacer lo equivocado. Nunca debemos hacer que otra persona se sienta incómoda con la manera en que le saludamos. Si lo incomodamos, ya no estamos agradando a Dios; ya no es un saludo santo. Tomando esto en cuenta, entonces, expresemos el cariño que sentimos hacia nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia. Saludemos con amor, en santidad; vayamos más allá de la cordialidad para vivir el amor que tenemos como familia en Jesucristo. De esta manera expresamos el amor que el Espíritu Santo pone en nuestro corazón.

La tercera instrucción la encontramos en el verso 27. 
"Les encargo delante del Señor que lean esta carta a todos los hermanos." Es un encargo que Pablo les da. No es una simple sugerencia; es, más bien, una orden. Como apóstol, Pablo sabía que lo que él había escrito venía por inspiración del Espíritu Santo. Lo que se leía en las Iglesias eran los libros del Antiguo Testamento, y los escritos inspirados de los apóstoles. Aunque todavía no se había terminado de escribir el Nuevo Testamento, Pablo estaba consciente de que lo que él les había escrito estaba a la par con las Escrituras que ya tenían - los libros del Antiguo Testamento. Él quería que sus palabras, inspiradas por Dios, fueran ampliamente leídas para que todos se pudieran beneficiar de ellas.

Si queremos experimentar el poder de Dios en nuestra vida y en nuestra Iglesia, tenemos que leer, escuchar y escudriñar su Palabra. Conforme más lugar ocupe la Palabra en nuestras vidas, en nuestros hogares, en nuestras Iglesias, más poder habrá. Creo firmemente que el enemigo nos está tratando de distraer con todos los entretenimientos que tenemos a la mano para que dejemos de prestar atención a la Palabra de Dios.

Hace poco estuve leyendo en el internet un artículo 
muy interesante, decía que en los años 40, se trajo al sureste de los Estados Unidos una planta llamada kudzu, de Japón. Se introdujo con el fin de controlar la erosión en las carreteras, pero el kudzu pronto se escapó de este usó limitado y empezó a crecer descontroladamente. Una vez establecida esta planta, es casi imposible de eliminar. Es más, crece con una rapidez impresionante, ahogando las plantas nativas. Nuestra vida se llena tanto de novelas, de Facebook, de chat y de todas las demás tecnologías que tenemos para mantenernos conectados. Nada de eso es malo en sí, pero se puede convertir en una especie de kudzu que infesta nuestra vida y desplaza de su lugar la Palabra de Dios. Tenemos que cuidarnos de que los entretenimientos no absorban todo nuestro tiempo y nos dejen sin escuchar el verdadero mensaje de transformación.

Hermano, separa tiempo cada día para leer y escuchar la Palabra de Dios. Léela a tus hijos. Aprovecha todas las oportunidades que tengas en la Iglesia para escuchar su Palabra. En todo esto, dice Pablo, 
"la gracia de nuestro Señor Jesús estará presente". No estamos solos en la lucha. Él nos sostiene con su favor, que jamás podríamos merecer.

Pídele su ayuda para poner estas cosas en práctica: si tienes un celular, incluye la aplicación
 de la biblia, durante el día saca tiempo para  leerla, ora por tus líderes, ama a tus hermanos y escucha fielmente el consejo sabio de tu Pastor. Echa mano de estas cosas para hacerlas. De este modo, podremos avanzar juntos para llegar a ser la Iglesia que Dios quiere que seamos, una Iglesia fortalecida y poderosa. Dios te bendiga.



SEMINARIO DE GUERRA ESPIRITUAL COMIENZA EN FEBRERO....NO TE LO PIERDAS.

domingo, 17 de enero de 2016

EL PODER DE LA IGLESIA VIENE DE EVANGELIZAR

Se cuenta la historia de un pobre perrito que había sido golpeado por un carro, y yacía a la orilla de la carretera. Un doctor que pasaba por aquel camino, observó que el perro seguía vivo, detuvo su carro y lo recogió. Cuando llegó a su casa, se dio cuenta de que el cachorro solo tenía unas leves heridas y estaba un poco aturdido; pero no había sufrido lesiones graves.  Reanimó al perro, limpió sus heridas y tomando lo en sus brazos lo llevó del garaje a la casa. 

De repente, dando un fuerte brinco, el perro se soltó y se fue corriendo. "¡Perro malagradecido!" - pensó el doctor, y luego se olvidó del asunto y regresó a la casa. A la tarde siguiente se escuchó un ruido en la puerta en forma de arañazos. Cuando el doctor abrió, allí estaba el perrito que había curado - había regresado junto con otro perrito que también estaba lesionado.

En realidad, ese perrito nos da un gran ejemplo de lo que debe ser el evangelismo. Hemos llegado a pensar que el evangelismo tiene que ser algo grande y espectacular y quizás esa forma de pensar ha sido la verdadera causa de nuestro pasmado crecimiento. Ciertamente Dios ha usado a grandes hombres, tales como Billy Graham, Yiye Ávila y otros para predicar el evangelio a grandes multitudes, sin embargo; el evangelismo es simplemente cuestión de presentar a las personas  necesitadas y enfermas por el pecado con el gran Doctor que sana nuestras almas.

¿Por qué le tenemos tanto miedo al evangelismo? ¿Por qué se nos hace tan difícil? Hoy vamos a conocer la historia de uno de los grandes evangelistas de los primeros años de la Iglesia. En su ejemplo encontramos varias claves para que nosotros también podamos evangelizar de manera natural, con poder y con alegría.

Primero, debemos comprender claramente qué es el evangelismo. La palabra evangelio viene del griego, y significa "buenas noticias". El evangelismo, entonces, es compartir buenas noticias. Pero no estamos hablando de cualquier noticia. Es la noticia especial de lo que Dios ha hecho por nosotros en .......Jesucristo.

Fuimos creados por un Dios amoroso para que viviéramos como sus hijos. El nos dio todo lo que pudiéramos necesitar, pero le dimos la espalda. Decidimos creer las suaves mentiras de un engañador. Cambiamos nuestro hogar divino por un lugar de mala muerte. Nos rebelamos contra nuestro amoroso Papá y nos fuimos detrás de un mentiroso charlatán.

Pero Dios no dejó de amarnos. Para que pudiéramos regresar a El, era necesario que se pagara un rescate por nuestra desobediencia, y que nuestro secuestrador Satanás fuera derrotado. Jesús vino a hacer esto. El vivió una vida perfecta. Murió en la cruz la muerte que nosotros merecíamos, pagando así nuestro rescate. Derrotó a Satanás, quitando el poder que él tenía sobre nosotros.

Ahora, sólo tenemos que aceptar la oferta de rescate, de perdón y restauración. En Cristo, Dios ya pagó el precio de nuestro rescate. Pero tenemos que aceptarlo y salir de nuestro lugar de secuestro. Tenemos que reconocer ante Dios nuestro pecado, dándole la espalda, y creer que Jesús nos ha rescatado. Si confiamos de todo corazón en lo que El hizo por nosotros, quedamos libres. Somos perdonados, y Dios nos recibe como sus hijos. Este es el mensaje del evangelio.

Uno de los grandes evangelizadores de la Iglesia en sus primeros años fue un hombre llamado Felipe. En cierta ocasión, un ángel del Señor se le apareció y le mandó viajar por cierto camino. Mientras iba caminando, se encontró con un funcionario del gobierno de Etiopía. Este hombre había ido a Jerusalén para adorar a Dios, y ahora regresaba a su país.

Queda claro que este hombre estaba buscando a Dios, porque había ido al templo en Jerusalén. Estamos rodeados de personas que están buscando a Dios, aunque quizás no lo reconozcan. Dios puede abrirnos los ojos para que los reconozcamos, como lo hizo con Felipe.

El Espíritu Santo le dijo a Felipe que se acercara al carro donde viajaba el funcionario, y escuchó que el hombre leía en voz alta de uno rollo del profeta Isaías. Felipe le preguntó si entendía lo que leía, y él le respondió que no, que no había quién se lo explicara. Entonces Felipe, invitado por el funcionario, subió a su carro y se sentó con él.

Resulta ser que estaba leyendo Isaías 53, el gran pasaje profético de los sufrimientos de Jesús. Felipe aprovechó la oportunidad para hablarle, partiendo de ese mismo pasaje de la Escritura, acerca de Jesús. No habían avanzado mucho cuando el etíope cayó bajo convicción del Espíritu Santo y se convirtió. Señaló un lugar junto a la carretera donde había agua, y dijo: "¿Qué impide que yo sea bautizado?"

Bajaron del carro, y Felipe lo bautizó. Al salir del agua, el Espíritu Santo llevó a Felipe a otro lugar, mientras que el funcionario siguió alegre su camino. Usted puede encontrar esta historia en Hechos 8:26-40:

Dios ha registrado esta historia en su Palabra como un ejemplo para nosotros. Pensemos, entonces, en algunas cosas que podemos aprender y poner en práctica en nuestras propias vidas.

La primera cosa que descubrimos aquí es que el evangelismo es una actividad sobrenatural. En todo este relato vemos destellos de lo sobrenatural. Un ángel se le aparece a Felipe; el Espíritu le habla en el camino; al final de la historia, el mismo Espíritu Santo se lleva a Felipe a otro lugar. En todo lo que sucede, se ven las huellas digitales de Dios.

Una de las razones por las que le tenemos tanto temor a evangelizar es que pensamos que lo tenemos que hacer todo nosotros mismos. Convertimos el evangelismo en una actividad
humana. Entonces pensamos: "¡Yo no soy capaz de convencer a esa persona! ¡Yo no tengo todas las respuestas a sus preguntas! ¡No sé qué decirle!" Nos sentimos incapaces e insuficientes, y entonces nos quedamos callados.

Tenemos que entender que Dios está con nosotros para guiarnos cuando evangelizamos. El está obrando en todo momento - antes de cualquier encuentro evangelístico, durante la conversación y aun después de que terminemos. No estamos solos en esto. Dios está obrando. Jesús dijo, antes de irse: "Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos..." (Hechos 1:8). El Espíritu Santo de Dios está presente en cada creyente para guiarnos al evangelizar.

Ahora, ¿significa esto que vamos a recibir instrucciones de ángeles antes de evangelizar a alguien, o que vamos a desaparecer milagrosamente después del encuentro? Bueno, no descartemos la posibilidad; Dios hace milagros hoy en día también. Pero muchas veces, su obra es menos obvia. El puede obrar induciéndonos a hablar con cierta persona. Puede traer a nuestra memoria el versículo o la historia bíblica que necesitamos en el momento preciso. El también obra en el corazón de la persona con quien hablamos, de maneras que nosotros no podemos ver.

No tengas temor de hablar con otros acerca de Cristo. Primero, dile en oración que tú estás dispuesto a aprovechar las oportunidades que El te da. Segundo, cuando tengas la oportunidad en una conversación de hablar de Cristo, pídele al Espíritu Santo que te ayude en ese momento. Tercero, confía en que Dios está obrando en el corazón de la persona con quien estás hablando.

Quizás no veamos que la persona se convierta en ese momento. Pero podemos confiar en la promesa de Dios, que su Palabra nunca vuelve vacía. El usará la semilla de verdad que sembramos para bien.

Otra cosa que notamos en esta historia es que el evangelio cruza barreras. Felipe y el etíope eran de naciones diferentes, de culturas diferentes y hasta de colores diferentes. Felipe era judío, mientras que el etíope era africano. El Espíritu Santo movió a Felipe a ver más allá de cualquier barrera humana y reconocer que el etíope también era un ser humano, amado por Dios, que necesitaba el evangelio.

Puede ser que Dios te llame a compartir su Palabra con personas que no se parecen a ti. Si El te mueve en esa dirección, no resistas su voz. No pierdas la oportunidad de compartir con alguien, aunque su piel, su cultura o su lenguaje sea diferente al tuyo.

La tercera cosa que descubrimos en esta historia es que el evangelismo trae alegría y regocijo. Leemos en el verso 39 que el eunuco siguió alegre su camino. Se sentía muy feliz por haber conocido la verdad, por haber recibido la salvación. Dios no nos dice cómo se sentía Felipe, pero estoy seguro de que él también compartía la alegría del etíope.

Si tú has compartido el evangelio con alguien, has experimentado lo que yo también he sentido en muchas ocasiones: el gozo de ser usado por Dios. Es una alegría que no se puede explicar. Cristo dijo que hay regocijo en el cielo por un pecador que se arrepiente. Esa fiesta en el cielo alcanza el corazón de la persona que Dios ha usado para compartir su mensaje también. Hermano, ¡no te pierdas ese gozo!


No se pierda a partir del mes de febrero 2016. El seminario de guerra Espiritual "Preparados para la Batalla".
Todas las semanas publicaremos un tema. Síguenos y comparte nos....!

domingo, 10 de enero de 2016

EL PODER DE LA UNIDAD.

Quiero comenzar este tema tan importante para nosotros como representantes del pueblo de Dios, contándoles un fragmento redactado en el libro “El arte de la guerra”. 

Cuenta que: "Dos grandes armadas estaban a punto de enfrentarse en una gran batalla Naval. El almirante a cargo de una de las fragatas le preguntó a uno de sus oficiales: "¿Dónde está el capitán Manuel?" Después de unos momentos de darle vueltas al asunto y evadir la pregunta, salió a relucir que el oficial no se llevaba bien con el capitán es decir estaban enemistados, y no mantenían comunicación. Al enterarse el almirante, mandó a traer al capitán, tomó la mano derecha del oficial y la del capitán y las unió. Luego, señaló hacia las naves de la armada opuesta y les dijo: "Miren, señores.  Allá está el verdadero enemigo. Contra Él debe de ser nuestra contienda. "Los dos hombres  enseguida recapacitaron, se dieron la mano y se prepararon para la batalla.  La victoria de su bando fue decisiva. No se perdió ninguna de sus naves, mientras sus opositores perdieron la mayoría de las suyas".

La Iglesia de Jesucristo se encuentra peleando una batalla. En esta batalla no peleamos con armas convencionales. No buscamos matar a nadie. Más bien, es una batalla espiritual. Peleamos contra los poderes espirituales malignos y dañinos que pretenden mantener bajo su control a los seres humanos. Nuestras armas son espirituales: la oración, la fe, la Palabra de Dios.

Nuestro capitán ya ganó la batalla decisiva en la cruz. Allí El destruyó el arma más poderosa de nuestro enemigo cuando pagó la culpa de nuestro pecado. A nosotros nos queda llevar su victoria a cada rincón de la tierra. ¿Cómo nos podrá detener el enemigo?  
¿Qué podrá usar en contra nuestra?

Estoy convencido de que una de las estrategias favoritas del enemigo para detener el avance del evangelio y la liberación de las personas es la discordia. Si él logra separarnos, sembrando sospechas, amargura y división, la Iglesia quedará debilitada y estancada. Si nos ponemos a pelear entre nosotros y se nos olvida quién es nuestro enemigo, él se reirá y quedaremos en ridículo.

Yo creo que es por esto que, antes de morir, Jesús oró por nosotros. El oró por ti y por mí. ¿Sabes lo que le pidió al Padre en oración? Jesús pidió que fuéramos uno. Este fue su gran deseo para nosotros. Abramos la Biblia en Juan 17:20-23 para leer sus palabras:

20 No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, 21 para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. 22 Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: 23 yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.

Jesús pronunció estas palabras la última noche de su vida. El se había reunido para compartir una última cena con sus discípulos. Les había partido el pan, que representaba su cuerpo que sería partido por todos. Les había servido la copa, que simbolizaba la sangre que El pronto derramaría en sacrificio. Eran momentos de profunda emoción para nuestro Señor. El sabía lo que le esperaba, aunque sus discípulos no lo comprendían.

Sabía que le quedaba poco tiempo. Dio expresión a lo que estaba más cerca de su corazón. Pidió por sus discípulos, y por todos los que llegarían a creer en El debido a la predicación de ellos. En ese grupo entramos también nosotros. ¿Qué pidió Jesús, en ese momento de crisis? Pidió, como dice el verso 21, "para que todos sean uno".

Hermanos, la unión no es algo bonito, pero opcional. No es simplemente un lujo que sería agradable tener. Es algo esencial. El enemigo lucha por quitarnos la unión. Jesús anhela que la tengamos. Ahora bien, ¿qué tan unidos desea Jesús que estemos? Leamos de nuevo el verso 22.

Jesús quiere que estemos tan unidos como lo están El y su Padre. Dios no es un ser solitario; es una comunidad de tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios siempre ha existido en una sola esencia, pero en tres personas que se aman y se relacionan entre sí en amor perfecto.

Esto lo vemos desde los primeros capítulos de la Biblia, cuando Dios dice: "Hagamos al hombre a nuestra imagen" (Génesis 1:26). Hay una conferencia entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, pero los tres están en perfecto acuerdo. El Padre ama al Hijo. El Hijo se somete a su Padre, porque lo ama. El Espíritu Santo exalta al Hijo. Ninguno es menos que otro. Ninguno se aprovecha de otro. Cada uno hace lo que hace con alegría.

Parece increíble, pero Jesús desea que nosotros tengamos esa clase de unión. El modelo para la unión de creyentes en Jesucristo es la unión que existe en Dios mismo. ¡Qué gran privilegio! Somos llamados a modelar el ser mismo de Dios. En
Dios encontramos una diversidad de tres personas unidas en un solo ser. Jesús quiere que su Iglesia sea una diversidad de personas unidas en un solo cuerpo.

Ahora bien, si esto es lo que Jesús quiere para nosotros, tenemos que hacernos la pregunta: ¿de qué clase de unión habla? Algunas personas dirían que la unión que Jesús desea para su Iglesia es la unión visible. Para ellos, la Iglesia muestra la unión cuando todos los creyentes se unen bajo una sola organización. Si tan sólo nos uniéramos todos a la misma institución, seríamos uno.

Pero ésta no es la clase de unión que Jesús busca de nosotros. Esa no es la clase de unión que tiene el Hijo con el Padre. Jesús quiere que seamos uno, así como El y el Padre son uno. La unión entre el Hijo y su Padre no se trata de algo visible. No es de institución o de organización. Más bien, la unión entre Jesucristo y su Padre es espiritual, porque Dios es Espíritu.

Esto significa que la unión que Jesús busca de nosotros no es simplemente la unión aparente o visible. No es cuestión de pertenecer a una sola institución. Tampoco es cuestión de dar una apariencia de unión cuando nos reunimos los domingos para alabar al Señor, y luego puñalearnos con la lengua al salir del culto. Más bien, se trata de tener una verdadera unión espiritual. Significa estar unidos en fe, en amor y en misión.

Imagina, por un momento, que pusieras una bola de lodo, piedras y hojas muertas en el congelador. Los dejas dos o tres días a congelar. ¿Cómo saldrán el lodo, las piedras y las hojas? ¡Bien unidos! Es la clase de unión que tienen algunas Iglesias. Están unidos, porque todos se han congelado juntos. Pero tan pronto hay un poco de calor - de división, de dificultad, de oposición - se pierde la unión.

Debemos tener, más bien, la unión que tienen los ingredientes de un pastel. La harina, el azúcar, la leche y los demás ingredientes se mezclan. Luego, con el calor del horno, se vuelven inseparables. Del mismo modo, bajo el fuego del Espíritu Santo, nosotros también nos volvemos inseparables - no por atracción humana, sino por el amor divino que vive en nuestro corazón.

¿Cómo podemos tener esta clase de unión? Es por la gloria que Cristo nos ha dado. Jesús dice: "Yo les he dado la gloria que tú me diste." Esto no significa que cada uno de nosotros tendrá una aureola en la cabeza. No es ésa la clase de gloria la que tenemos. Lo que significa es que, en base a lo que Cristo ha hecho, hemos recibido la gloria de Dios. Su gloria descansa sobre nosotros.

En el Antiguo Testamento, la gloria de Dios acompañó al pueblo de Israel durante su trayectoria en el desierto. Se manifestaba como una nube durante el día, y una columna de fuego por la noche. Siglos después, cuando Salomón dedicó el templo que él construyó para Dios, su gloria llenó el templo como una nube radiante. Su gloria fue tan intensa que los sacerdotes tuvieron que dejar de hacer su trabajo, porque no podían ver.

Sin embargo, el pueblo de Dios se rebeló contra El. Unos cuatrocientos años después, el profeta Ezequiel tuvo una visión de que la gloria se retiraba del templo. Ese templo fue destruido. Aunque fue reconstruido, la gloria nunca regresó a morar en un templo hecho por manos humanas.

Esa gloria perdida ha sido restaurada debido a lo que Cristo hizo por nosotros. El vivió una vida perfecta. Ofreció su vida en sacrificio, haciendo lo que millones de animales sacrificados jamás pudieron lograr. Resucitó al tercer día y venció al enemigo. Ahora, El ha derramado su gloria sobre cada persona que lo acepta.

Esto es lo que nos une - la gloria de Dios. Su gloria se manifiesta en nuestra vida y nos fortalece para perdonar, para amar y para vivir en sinceridad. Así es que podemos vivir en la verdadera unión que Jesús nos llama a mostrar. Es por fe en El. Es al caminar con El, muriendo día a día a nuestro ser egoísta y dejando que su amor nos llene, que nos unimos cada vez más a nuestros hermanos.

Cuando alcanzamos esta unión, el mundo lo nota. Jesús dice que El quiere que alcancemos la verdadera unión para que el mundo se dé cuenta de que El realmente fue enviado por su Padre. En otras palabras, nuestra misión de evangelizar al mundo sólo se hace con poder cuando estamos unidos.

Se cuenta la historia de un padre que, antes de morir, reunió a todos sus hijos. Tenía un montón de palos atados con una soga, y le dijo al hijo mayor que tratara de romper el montón de palos. Este lo intentó varias veces, pero no pudo. Eran muy fuertes. Luego, el padre desató la soga y le dijo a su hijo que los rompiera uno por uno. Esta vez, le fue fácil.

El padre les dijo a sus hijos: "Ustedes son como esos palos. Unidos, nadie los podrá destruir. Pero si se separan, pronto serán quebrados." Hermanos, yo estoy convencido de que Dios tiene cosas muy buenas preparadas para todos nosotros en el año 2016. Pero nos perderemos muchas de esas bendiciones si no estamos unidos.

Esa unión crecerá en la medida en que nos amamos los unos a los otros, oramos los unos por los otros y nos perdonamos los unos a los otros. Sobre todo, crecerá en la medida en que cada uno de nosotros camina de cerca con Jesucristo. Si vivimos confiando en El, confesando todo pecado y buscándole cada día, El nos unirá y nos dará la victoria.

lunes, 4 de enero de 2016

LA MENTIRA EL VENENO DE LA SERPIENTE

Todo marchaba bien en el mundo hasta que una mentira lo arruinó todo. Satanás el padre de la mentira confundió la primera familia creada por Dios y con eso enveneno toda la humanidad. En forma de Serpiente el diablo sedujo, fascino y enveneno a la mujer clavando su ponzoña venenosa a través de mentira.

Todo el mundo miente. Esa frase, que popularizó el personaje televisivo "Doctor House", es absolutamente cierta. Queramos o no, todos mentimos, a veces sin darnos cuenta. Es como un mecanismo de auto-defensa que el pecado heredado de Adán y Eva o nuestra naturaleza pecaminosa nos arrastra a hacer.

Se ha puesto a pensar ¿Qué pasaría si no pudiésemos mentir? Seguramente viste en películas o escuchaste hablar del famoso suero de la verdad.  Lo cierto es que no se trata de un invento ficticio, sino que es un compuesto que se utiliza actualmente, con resultados cuestionables. El suero de la verdad, conocido científicamente como Tiopentato de sodio, era utilizado como un anestésico a principios de siglo, eso hasta que se descubrió que también tenía otro uso: Hacer que las personas dieran respuestas ciertas, sin lugar a mentiras o inhibiciones, pero aun este suero no soluciona el problema del pecado de mentir. A decir verdad la mentira es un veneno de serpiente que infecto a la humanidad desde los primeros días de la creación. 

Dios puso a Adán y Eva, los primeros seres humanos,  en un bello jardín donde había de todo. Ellos podían hacer lo que quisieran, con una sola excepción. Dios les prohibió comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal porque quería proteger su inocencia. Todo marchó de maravilla, hasta que un día llegó la serpiente - convertida en vocero de Satanás, el tentador.

Veamos en Génesis 3:1-5 la conversación que surgió del encuentro entre la mujer y la serpiente:

1 La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señor había hecho, así que le preguntó a la mujer: -¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín? 2 -Podemos comer del fruto de todos los árboles -respondió la mujer-. 3 Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: "No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán." 4 Pero la serpiente le dijo a la mujer: -¡No es cierto, no van a morir! 5 Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal.

Observa lo que la serpiente le pregunta a Eva: "¿Es verdad que Dios les dijo?" Después de escuchar su respuesta, le dice: "No es cierto".  En otras palabras, "No es verdad".  Satanás logra contaminar el paraíso en el que viven Adán y Eva con una sola cosa: la mentira. 

Solemos pensar en el diablo como un personaje malévolo, vestido de rojo, con cola y trinchera. Pero él es experto en disfraces  y su arma no es la trinchera.  Él no se la pasa espantando a las personas que salen de noche o jalando los pies de los que están dormidos.  Su arma es la mentira.  Si él logra trastornar la verdad y hacernos creer la falsedad, queda satisfecho.

Las mentiras del enemigo son como un gran virus que ha infectado a toda la humanidad.  Sus mentiras nos hacen creer que obedecer a Dios es aburrido, que el pecado es lo único que nos puede traer la felicidad y que el egoísmo es el amor más grande. Nos hace creer que seremos más felices si tenemos más cosas. Las consecuencias de esta infección se ven por todos lados - crimen, corrupción, adulterio, borrachera, deshonestidad y muchas cosas más.

¿Habrá algún antídoto? La única manera de curar el virus de la mentira es con el suero de la verdad. Pero no estamos hablando de cualquier verdad. Tiene que ser la verdad de Dios. De hecho, Dios es un Dios de verdad, no de mentira.  Es también el Dios de la verdad, que rechaza toda mentira.

Saúl, el primer rey de Israel, no llegó a comprender esto.  Dios le concedió el trono sobre su pueblo, pero Saúl no honró a Dios. No obedeció lo que Él le dijo.  En cierta ocasión, Dios le mandó destruir por completo a un pueblo muy malvado, un pueblo que vivía de atacar a otros pueblos y despojar les de sus bienes.

Pero Saúl no siguió las instrucciones de Dios. En lugar de destruirlo por completo como una abominación, prefirió guardar para su propio uso algo el ganado de este pueblo. Cuando el profeta Samuel lo confrontó con su pecado, Saúl tuvo el descaro de decir que se había guardado el ganado como una ofrenda para el Señor.

 Entonces Samuel le pronunció estas palabras tan tajantes: "¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrifico, y el prestar atención, más que la grasa de carneros. La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de idolatría." (1 Samuel 15:22-23)

Saúl expresó un arrepentimiento aparente, pero sus acciones posteriores mostraron que su arrepentimiento no fue sincero. Él se dejó convencer por las mentiras del enemigo. Creyó que podía desafiar a Dios sin consecuencias. Pensó que podía hacer lo que le parecía bien a él, en lugar de someterse a la voluntad de Dios.

Por esto, le dijo Samuel: "Hoy mismo el Señor ha arrancado de tus manos el reino de Israel, y se lo ha entregado a otro más digno que tú. En verdad, el que es la Gloria de Israel no miente ni cambia de parecer, pues no es hombre para que se arrepienta." (1 Samuel 15:28-29) Dios es un Dios de verdad. El no cambia caprichosamente de idea. Lo que dice, lo cumple.

Si queremos continuar en nuestra rebelión, esta realidad parece dura. Nos atrae mucho más la idea de un dios que se parece a nosotros, que es tolerante y deja pasar nuestras fechorías. Pero si queremos ser curados de nuestra enfermedad causada por creer las mentiras del enemigo, tenemos que enfrentar la realidad de quién es Dios. Tenemos que aprender a amar la verdad.

De hecho, es la verdad de Dios la que nos guía a su presencia.  En el gran salmo que escribió después de su pecado con Betsabé, el rey David escribió lo siguiente: "Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría." (Salmo 51:6) Si queremos alcanzar el perdón de Dios y ser restaurados, tenemos que dejar que su verdad que es Jesucristo, penetre hasta lo más íntimo de nuestro ser.

Se cuenta la historia de un pastor famoso que predicaba cierto domingo durante el verano. El día era cálido,  y la mayoría de la congregación mostraba somnolencia y distracción. Por acá se veían bostezo; por allá, ojos cerrados. De repente, decidió cambiar por completo el rumbo de su predicación y contó una anécdota.

"El otro día", decía el predicador, "me encontraba viajando por cierta carretera en el campo. Me detuve en la casa de un campesino, y allí vi algo muy sorprendente. Una puerca tenía diez puercos pequeños, y cada uno de ellos - incluyendo la puerca - tenía un gran cuerno curvo en medio de la frente, entre las dos orejas."

Toda la congregación lo miraba con asombro. ¡Nadie estaba dormido! Entonces comentó el pastor: "¡Qué extraño es esto! Hace unos momentos, cuando les decía la verdad, todos se querían dormir. Pero ahora que les estoy contando una mentira, ¡todos están muy despiertos!" ¿Por qué será que nos atraen mucho más las mentiras del diablo que la verdad del evangelio? ¡El diablo nos tiene bien infectados! Termina el Pastor.

Todos tenemos que aceptar la verdad en lo más íntimo de nuestro ser, aunque nos duela, aunque nos cueste. Sólo con la verdad podemos acercarnos a Dios, porque Él es un Dios de verdad y es el Dios de la verdad. Y esto precisamente es lo que Jesucristo ha venido a traer al mundo.

Las sagradas escrituras dicen en el vs. 17 del evangelio de Juan "Pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo."

En Jesús encontramos la verdadera esperanza. En Jesús encontramos nuestro verdadero propósito. En Jesús volvemos a vivir el plan original de Dios, su plan perfecto, de amor y de vida. Por medio de Jesús podemos ser librados de los efectos de las mentiras del enemigo para vivir en la verdad.

Las palabras de Jesús son verdad y son el verdadero suero de la verdad que nos hace libres. Jesús es el antídoto de la mordedura de la mentira, tú puedes confiar ciegamente en lo que Él te dice. Las promesas de Jesús son verdad. Lo que El promete, lo cumple.

En este Nuevo Año, Dios te invita a conocer la verdad. Nadie más te puede dar vida. Nadie más te puede dar sentido. Jesucristo es la única verdad viviente en este mundo moribundo de mentiras. ¿Conoces a Jesús? ¿Lo estás siguiendo? ¿Les has entregado tu vida y tu corazón? Sino lo has hecho este es un grandioso momento para escapar de la mentira y aceptar la verdad de Jesús.