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jueves, 2 de junio de 2016

EL CENTRO DE TU PERFECTA VOLUNTAD



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Según el diccionario se define la palabra Voluntad como la facultad que permite al ser humano gobernar sus actos, decidir con libertad y optar por un tipo de conducta determinado. En otra palabra la voluntad es el poder de elección que resulta del alma con la ayuda del intelecto y las emociones para tomar una determinada decisión.

Conociendo la definición de la palabra voluntad podemos pasar a hablar de los tipos de voluntades que rigen al hombre: Su propia voluntad y la voluntad de Dios la cual puede ser perfecta o permisiva. 

Es perfecta cuando obedecemos radicalmente a los mandatos divinos y permisiva cuando nosotros insistimos en pedir algo que solo satisface nuestra propia voluntad y Dios nos lo concede, muchas veces a sabiendas que lo que él quería para nosotros es mucho mejor que lo que nosotros anhelábamos recibir de Él.

Hoy quiero tratar este tema, porque es de gran importancia para nuestra relación con Dios, debido a que dependiendo con quien este alineada nuestra voluntad, se puede revelar hacia quien está dirigida nuestra devoción y nuestra obediencia.

-Me explico- Si nosotros hacemos nuestra propia voluntad, entonces iremos en contra de la voluntad de Dios y a favor de lo que nos dicta nuestro ego.  Así mismo si alineamos nuestra voluntad con los deseos de nuestra carne y con las mundanalidades, también iremos en contra de la voluntad divina, porque como dice el Apóstol Santiago en su capítulo 4:4 “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.”

 La amistad con el mundo y lo que el mundo promueve nos convierte en enemigos de Dios.

Nuestro llamado es a vivir en obediencia y a caminar en la perfecta voluntad de Dios. La Biblia nos narra una historia que nos muestra las consecuencias que se derivan de querer hacer nuestra propia voluntad.  Y me gustaría que usted la lea junto conmigo. Se encuentra en el Libro de Génesis 11:1-9.

La torre de Babel:

Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras.
Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí.
Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla.
Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.
Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres.
Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.
Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.
Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad.

Después que el hombre cayo de la gracia de Dios por causa del pecado y la desobediencia. Dios ha tratado de mucha manera de restaurar la relación con el hombre, pero la humanidad sigue reincidiendo en el error de querer hacer su propia voluntad y cuando no, la voluntad de los enemigos de Dios y muchas veces hasta acuden a la voluntad permisiva de un Dios Justo, misericordioso y perdonador; pero nunca a vivir conforme a su perfecta voluntad.

¿A qué se debe eso?

Se debe a que una tendencia interna de los hombres es querer ser reconocidos y todo lo que hacemos es vivir solo para complacer nuestras innumerables e insaciables necesidades. Las personas nacemos y necesitamos crecer, crecemos y necesitamos de un trabajo para sustentarnos y así poder obtener dinero para vivir una vida mejor, obtenemos dinero, pero eso no satisface nuestras necesidades y luego buscamos fama para poder ser reconocidos y así pueda el mundo conocer nuestro nombre.

 En este relato bíblico encontramos una gran enseñanza y es mi oración que esta pueda ser de gran bendición para tu vida.

Cuando Dios creo al hombre le enseño a hablar su Idioma, el mismo idioma que hablaremos en el cielo. Al creador le plació que la humanidad hablara un solo lenguaje en ese entonces era el hebreo antiguo. El lenguaje que hablaba Jesucristo el Mesías, pero a medida que el hombre se fue movilizando y fue evolucionando en sus conocimientos, su mente se llenó de orgullo y de vanidad y quisieron unirse en un mover de rebelión para hacer su propia voluntad. Desafiaron al creador haciendo ladrillos y asfalto con la finalidad de construir una torre tan alta que pudiera llegar al cielo. ¡Qué forma más absurda de querer llegar al cielo!

El hombre en su afán de ser como dioses y bajo la influencia directa de satanás el engañador y usurpador, aprendió a mezclar la paja con el barro y crearon un elemento que Dios no había creado, lo llamaron ladrillo.

Notemos algo muy interesante en esta mezcla, que no es una creación sino una imitación de un elemento que ya Dios había creado llamado roca. El hombre mezclo dos elementos que tienen un gran significado: Las Pajas que se usan para alimentar los animales y el barro que mezclado con agua resulto ser la materia prima con la que Dios creo al hombre a su imagen y semejanza.

¿Qué sucede? que el ladrillo no tiene la consistencia que tiene la roca, el ladrillo se rompe con facilidad y las pajas son un prototipo de las obras de la carne.

El hombre en busca de hacer su propia voluntad quiso apilar ladrillos para llegar al cielo ignorando que solo hay una forma de llegar al cielo, pero no es construyendo con ladrillos sino dejando que Dios construya en nosotros la vida de Jesús quien es la roca fuerte e inconmovible.

Nuestra vida no puede estar fundamentada en base a ladrillos porque este se desborona con tan solo un golpe y no podremos subir a las alturas con algo que tiene tan poca consistencia.

Los ladrillos son símbolo de la esclavitud y del pecado, por esa razón la divina trinidad no permitió que esa torre se terminara de construir y trajo confusión sobre los hombres porque ya no estaban usando el idioma de Dios para unidad sino para rebelión y el hombre no puede pretender alcanzar a Dios con obras hechas con paja y barro. Ya el idioma no le servía para interceder sino para llenar su propio ego a tal punto que Dios se percató que con la ansiedad de los hombres de hacerse un nombre y hablando el mismo lenguaje podrían sublevarse y envanecerse hasta querer llegar a ser como su creador y decidió confundirlo y esparcirlo.

Dios cada vez que nosotros queramos hacer nuestra voluntad va a descender para confundirnos y esparcirnos, porque no se puede subir al cielo a través de las obras de la carne del hombre sino con el fruto del Espíritu Santo de Dios obrando en nosotros.

La Biblia nos dice que aquellos hombres querían hacerse un nombre para que siendo famosos no pudieran ser dispersados de la tierra, pero cuando nosotros queremos hacernos un nombre ignorando el nombre de Jesús, que es el nombre sobre todo nombre; entonces vendrán espíritus de confusión enviados por el mismo Dios para confundirnos y dispersarnos de su santa y divina presencia. A esto se debe que existan tantas religiones y sectas falsas. Estas están llenas de personas que extraviaron el camino y siguieron la dirección de una voluntad contraria a la de Dios hasta que fueron confundidos y terminaron en doctrinas de demonios como dice la Biblia.

“El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” 1 Tim. 4:1.

Dios sabía que la unidad de un pueblo que habla un mismo lenguaje y tiene un mismo propósito puede ser un arma de dos filos. Si esta unidad en hablar y propósito es con un fin de obediencia puede llamar la atención de Dios y moverlo para ejecutar su propósito y su voluntad sobre una familia, iglesia o nación.

“Otra vez os digo, que, si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra, de toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”. Mat. 18:19.

De la misma manera si el pueblo se une para rebelarse, Dios sabe que la unidad en un mismo propósito puede afectar la relación con El y su pueblo ya que el principio del acuerdo es una herramienta muy poderosa que atrae la atención del Creador. Aunque en el caso de la rebelión trae por consecuencia confusión y separación con Dios, ya que el principio del pecado es la rebelión y la paga del pecado es la separación o la muerte.

-Cuidado con el espíritu de babel o de vanagloria, que te hace ambicionar ser más grande, que te hace creer más en ti que en el poder de Dios, cuidado con ese espíritu que te dice a tu interior “aquí el de la unción soy yo” -“aquí el pastor soy yo” -cuidado con querer robarle la gloria al creador, - Nunca olvides que tu ere una creación, no mezcle pajas ¡digo! obras de la carne con barro, porque tú y yo somos el barro; pero él es el alfarero, es él quien debe determinar el tipo de vasija que somos, si vasijas de honras o vasijas quebradas.

Recuerda que mientras más alta es la torre de tu prepotencia, más dolorosa puede ser tu caída y más grande tu confusión y que el resultado final siempre será la separación con nuestro hacedor.

Dios destruyo la torre y esparció confundidos a sus constructores. Así termino el relato y así será el final de todo aquel que se quiera sublevar a la voluntad y al plan original de Dios.

Me ministra mucho la humildad de Jesucristo, quien, conociendo todos sus atributos y su gloria, un día en el monte de Getsemaní se humillo en oración y le dijo al Padre, si tú quieres pasa mi esta copa; pero que no se haga mi voluntad sino la tuya. Al mismo Padre que el día de su bautismo había declarado con su propia voz la complacencia que tenía sobre su hijo, quien más adelante les enseño a sus discípulos que al orar dijeran “hágase tu voluntad en la Tierra, así como se hace en el Cielo”

Tremendo nuestro Señor Jesús, quien siendo Dios no escatimo convertirse en forma de hombre para cargar en su cuerpo el pecado de todos nosotros. Seamos imitadores de Cristo aquel que siendo cien por ciento Dios se sujetaba a la voluntad de Dios el Padre y tratemos de alcanzar nuestro éxito caminando siempre en el centro mismo de su perfecta voluntad.

Alguien alguna vez dijo esta frase con la que quiero concluir y quiero que la medites profundamente. Esa persona dijo: “El peor fracaso que le puede ocurrir a un hijo de Dios, es tener éxito en algo que Dios no lo haya enviado a hacer”.

En otra palabra el éxito de un creyente no se mide por sus grandes logros ministeriales, sino más bien por el hecho de poder afirmar siempre que está en centro mismo de la perfecta voluntad de Dios, puesto que con Dios todo y sin el nada.

Oremos: Padre celestial ayúdanos cada día a parecernos a tu hijo Jesús a caminar siempre en tu obediencia y a permanecer siempre en el centro de tu santa y divina voluntad, a ser humildes y mansos de corazones y a no desear ser mayores que los demás sino simplemente imitadores de tu hijo. Te lo pedimos por los méritos que alcanzo Jesús con su muerte en la cruz. Amen.

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