Translate

jueves, 28 de julio de 2016

COMPORTAMIENTO DE UN BUEN PASTOR Audio-Video



RECOMENDADO PARA LIDERES....

"Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; y si comienza por nosotros, ¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios!"
1 Pedro 4:17

Es por esto que es tan importante que comprendamos cómo se debe ejercer la autoridad dentro de la Iglesia. Cuando la autoridad se ejerce mal, o cuando no se respeta, crea problemas. Nos aleja de la bendición de Dios. Reduce el impacto que puede tener la Iglesia sobre su comunidad. Trae reproche al nombre de Cristo. 

COMPORTAMIENTO DE UN BUEN PASTOR


Cierto día, un niño pequeño les dijo a sus padres que, cuando fuera grande, quería ser pastor. "¿Por qué quieres ser pastor?" - le preguntaron. El niño contestó: "Es que, de todas formas tengo que ir a la Iglesia. Sería más divertido estar al frente y gritar que seguir sentado siempre en la banca."

¡Creo que ese niño tenía cierta confusión acerca de lo que ser pastor! No sólo él; me parece que hay muchos que no comprenden bien el papel pastoral.

¿Cómo se debe ejercer el liderazgo en la Iglesia? Lastimosamente, hay muchos que han abusado de su autoridad. Pero no podemos desechar el concepto de autoridad y de liderazgo en la Iglesia, porque una organización sin liderazgo pronto se desmorona. Felizmente, Dios no nos ha dejado sin dirección en este asunto. Su Palabra nos da instrucciones claras al respecto.
La Iglesia actual es el epicentro de la obra de Dios en el mundo, y por eso las relaciones correctas en la Iglesia son muy importantes. Esto lo descubrimos en 1 Pedro 4:17: 

"Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; y si comienza por nosotros, ¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios!"


Algún día, Dios juzgará el mundo. El castigará y quitará toda maldad de la humanidad, dando a los malhechores su merecido. Pero la Biblia nos dice algo muy interesante. Nos dice que el juicio de Dios comienza con su casa. En la actualidad, Dios deja sin castigo mucha maldad en el mundo. Esto no significa que no le importe, sino que El espera el momento indicado para castigarlo. Dentro de su Iglesia, en cambio, El ya está obrando para traer purificación.

Es por esto que es tan importante que comprendamos cómo se debe ejercer la autoridad dentro de la Iglesia. Cuando la autoridad se ejerce mal, o cuando no se respeta, crea problemas. Nos aleja de la bendición de Dios. Reduce el impacto que puede tener la Iglesia sobre su comunidad. Trae reproche al nombre de Cristo. Por lo tanto, busquemos 1 Pedro 5:1-5 para aprender cómo Dios quiere que se ejerza la autoridad en la Iglesia de Jesucristo:

5:1 A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos de la gloria que se ha de revelar, les ruego esto: 5:2 cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere. 5:3 No sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño. 5:4 Así, cuando aparezca el Pastor supremo, ustedes recibirán la inmarcesible corona de gloria. 5:5 Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque "Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes".


Vamos a descubrir en este pasaje tres cualidades que cada pastor y cada líder dentro de la Iglesia debe tener. Claramente, este mensaje tiene una aplicación especial a mi vida, y también a la de los demás líderes en la Iglesia. Pero veremos que cada cualidad necesaria para el liderazgo en la Iglesia implica una reacción por parte de la congregación. En otras palabras, la reacción de los miembros de la Iglesia a sus líderes puede ayudarles a ser mejores líderes, o les puede estorbar.

Aquí el apóstol Pedro habla a los ancianos. Podríamos pensar que simplemente se refiere a las personas de tercera edad, pero el contexto indica que se refiere a los líderes que gobiernan y enseñan en la Iglesia. Esto corresponde al oficio de pastor y de anciano en la Iglesia actual.

La primera característica que cada pastor y cada líder debe tener es la humildad. Es interesante notar que el apóstol Pedro aquí se identifica también como anciano. En lugar de hablar desde una perspectiva elevada como apóstol, mandando desde lo alto, él se pone al mismo nivel que el pastor de cualquier Iglesia pequeña. Muestra la humildad que cada gran líder debe mostrar.

Luego, nos menciona que él fue testigo de los sufrimientos de Cristo. Esto es algo aun más curioso. ¿Recuerdas lo que hizo Pedro la noche en que Cristo fue crucificado? Aquella noche, los soldados llegaron para arrestar a Jesús en el jardín del Getsemaní.

Después de acompañar a Jesús a casa del sumo sacerdote, Pedro negó tres veces que lo conocía. Pocas horas antes, había jurado serle fiel a Jesús hasta la muerte. Pero ahora, negaba siquiera conocerlo. Fue el momento de mayor vergüenza en la vida de Pedro. El menciona esa gran falla para llamarnos a la humildad y la sencillez de reconocer nuestros propios errores.

Fue sólo después de esta humillación que Jesús restauró a Pedro y le dio una gran responsabilidad en su Iglesia. Como líderes, existe una gran tentación de presentar una buena apariencia, de fingir la perfección y dar lugar a la adulación. Dios nos llama a algo muy diferente. Así como Jesús se humilló a lavarles los pies a sus discípulos, el llamado del liderazgo es a la humildad y la sinceridad.

Para que esto funcione bien en una congregación, debemos cambiar nuestras expectativas. Muchas personas siguen a la persona más llamativa. Los israelitas siguieron a Saúl porque era alto y buen guerrero, pero le faltaba integridad. De igual modo, tenemos que dejar de fijarnos en las cualidades visibles de nuestros líderes y valorar más la humildad.

Recuerdo que, en una ocasión, alguien me comentó que no sabía si cierto hombre podría ser buen pastor, porque tenía una voz muy aguda. Otra persona se sorprendió de que su pastor fuera muy chaparro. ¡Un hombre puede ser alto y tener una buena voz de bajo, pero todavía ser muy mal pastor! Tenemos que aprender a valorar lo que más importa. La humildad no siempre es llamativa para el mundo, pero para Dios es imprescindible.

La segunda cualidad que debe poseer todo líder y todo pastor es la integridad. Pedro dice que no debemos servir por obligación. Esto significa que no debemos tomar a la ligera nuestra responsabilidad, sino más bien servir de buen corazón al Señor. También dice que no sirvamos por ambición de dinero. La predicación y el servicio pastoral nunca deben convertirse en forma de enriquecimiento. Tampoco debemos manipular a las personas para conseguir sus ofrendas.

Se cuenta la historia de la señora cuyo hijo se tragó una moneda. De inmediato se lo llevó al pastor para que lo viera, porque había escuchado que los pastores eran buenos para sacar dinero. Nos reímos del chiste, pero lastimosamente hay muchos predicadores que han manchado el ministerio con su afán por enriquecerse.

¿Significa esto, entonces, que el pastor no debe recibir salario de su Iglesia? A lo largo de la Biblia descubrimos que los siervos del Señor que se dedican al ministerio reciben el sostén económico a cambio de su servicio. Los levitas del pueblo de Israel sirven como ejemplo en el Antiguo Testamento. De igual modo, cuando Jesús envió a sus discípulos a predicar, les dijo que no llevaran preparativos para el camino, porque el trabajador merece su salario.

Hay muchos otros pasajes que podríamos mencionar, pero la conclusión que sacamos es ésta: el ministerio no debe convertirse en motivo de enriquecimiento ilícito, pero la Iglesia también debe apoyar económicamente a su pastor. Cada pastor tiene que cuidar su corazón del amor al dinero, y cada congregación debe buscar la manera de apoyar a su pastor.

Además de la motivación correcta y la integridad en el manejo del dinero, la integridad pastoral también se muestra en lo que dice el verso 3: "No sean tiranos con los que están a su cuidado". La autoridad en la Iglesia nunca se debe convertir en un juego de poder, pero lastimosamente esto a veces sucede. La autoridad en la Iglesia siempre se tiene que ejercer para el bien de los que son guiados, no para mejorar la auto imagen del pastor.

Si la autoridad pastoral no se debe ejercer con tiranía, entonces, ¿cómo debe ejercerse? La respuesta está en la segunda parte del verso 3: "sino sean ejemplos para el rebaño". La autoridad que un pastor tiene en su congregación debe venir de su ejemplo, de su vida de devoción y su carácter cristiano. No será perfecto, porque nadie lo es. Pero debe dar un buen ejemplo a la congregación.

Habrá momentos en los que hay que ejercer disciplina; habrá decisiones que tomar y visión que lanzar; pero sobre todo, la dirección debe venir del ejemplo. Hebreos 13:17 llama a la congregación a obedecer a su pastor: "Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas. Obedézcanlos a fin de que ellos cumplan su tarea con alegría y sin quejarse, pues el quejarse no les trae ningún provecho." Pero la mayor autoridad viene del ejemplo que el pastor da a la congregación.

A veces existe una clase de manipulación espiritual, donde las personas le obedecen al pastor porque tienen miedo de lo que les podrá suceder si no lo hacen. Esto puede mantener el orden en la congregación, pero no producirá mucho crecimiento espiritual en los miembros.

Más bien, para que haya crecimiento, el pastor debe dar un ejemplo de vida cristiana. Pero aquí tenemos que decir que la única razón de dar un ejemplo es para que se siga. ¿Te das cuenta? Sería inútil que el pastor diera un buen ejemplo, si nadie decidiera seguir su ejemplo.

Sin embargo, me doy cuenta de que muchas veces se espera un gran ejemplo del pastor, pero pocos tratan de seguir ese ejemplo. Las personas comentan: "Claro que no dice groserías, es el pastor. Claro que no toma, es el pastor. Claro que no miente, es el pastor." Pero nunca se les ocurre decir: "Yo quiero ser así también. Si él así se porta, yo también lo puedo hacer."

Como pastor, les puedo decir que el camino no siempre es fácil. Dios me ha enseñado muchas cosas en los años de ministerio que llevo, y me ha tenido que corregir muchas veces. Pero mi mayor alegría viene de ver personas que se acercan al Señor, que reciben la salvación y que crecen en sus vidas cristianas. A fin de cuentas, ésta es la razón por la que Dios pone líderes en su Iglesia. ¿Trabajaremos juntos para ver que esto suceda? ¿Seguiremos juntos a Jesucristo, nuestro Señor, quien nos dio el mayor ejemplo de liderazgo humilde, íntegro y ejemplar?

miércoles, 20 de julio de 2016

MENSAJE COMO VIVIR EN MEDIO DE UNA SOCIEDAD CORRUPTA (Vídeo)


El profeta Miqueas describió en su tiempo los acontecimientos y desordenes sociales que se están viviendo hoy día en nuestra época y nos aconseja acerca de las forma de vivir en medio de una sociedad que ha perdido sus valores morales. Escuche este Vídeo-mensaje y comparta lo con sus amigos y hermanos. Sera de gran bendición.

martes, 19 de julio de 2016

COMO VIVIR EN MEDIO DE UNA SOCIEDAD CORRUPTA

Escuchar Mensaje en Audio aquí:

 COMO VIVIR EN MEDIO DE UNA SOCIEDAD CORRUPTA (Audio)

VÍDEO- MENSAJE AQUÍ  


En las selvas de Indonesia crece una planta conocida como el aro gigante. Algunos la consideran la flor más grande del mundo. Un ejemplar reciente llegó a casi tres metros de altura. Con un exterior verde y crema y un interior morado, esta flor es muy llamativa.


Sin embargo, pocas personas eligen sembrarla en su jardín. ¿Por qué? El aro gigante tiene una característica que le ha dado otro nombre común. Se conoce como la flor cadáver. Esta planta desprende un olor parecido a la carne podrida o a un cuerpo putrefacto. ¿Quién quisiera tener tal olor llenando el patio de su casa?

El aro gigante es un símbolo perfecto de la sociedad actual. De lejos, parece muy lindo. Las enormes ciudades de este mundo, con sus rascacielos y luces, llaman la atención. La tecnología logra grandes avances. Existen cada vez más formas de entretenerse. Pero a todo esto lo satura el olor de la muerte. Las familias se desmoronan. La moral se pierde. La gente se mata.

¿Es esto algo nuevo? Algunas personas dicen que todo fue mejor en el pasado. Seguramente algunas cosas lo fueron, pero siempre ha habido deshonestidad y corrupción. Diógenes, un filósofo griego que vivió más de trescientos años antes de Cristo, solía caminar por el mercado durante el día con una linterna encendida. Cuando las personas le preguntaban qué hacía, les respondía que buscaba a un hombre honesto. Al parecer, nunca lo encontró.

Si volvemos unos cuatrocientos años más hacia atrás, encontramos en los escritos del profeta Miqueas una descripción de la sociedad corrupta de su día. Pero Miqueas, como profeta de Dios, también nos dice cómo vivir en una sociedad corrompida. Nos dice cómo podemos tener confianza y prosperar espiritualmente.

Aunque se escribieron hace más de 2.700 años, sus palabras no podrían ser más actuales. Abramos la Biblia en Miqueas 7 para oír lo que Dios nos quiere decir en esta día. Empecemos con la lectura del verso 1:

1 ¡Pobre de mí! No llegué a tiempo para la cosecha de verano ni para los rebuscos de la vendimia; no tengo un solo racimo que comer, ni un higo tierno, por el que me muero. Dios llega a su pueblo buscando el fruto de la justicia y la honestidad, pero no encuentra nada. Parece un viñedo sin ni una sola uva para satisfacer el hambre.


Leamos ahora los versos 2 al 6, y veamos si estos versos también describen la sociedad de nuestro día:

2 La gente piadosa ha sido eliminada del país, ¡ya no hay gente honrada en este mundo! Todos tratan de matar a alguien, y unos a otros se tienden redes. 3 Nadie les gana en cuanto a hacer lo malo; funcionarios y jueces exigen soborno. Los magnates no hacen más que pedir, y todos complacen su codicia. 4 El mejor de ellos es más enmarañado que una zarza; el más recto, más torcido que un espino. Pero ya viene el día de su confusión; ¡ya se acerca el día de tu castigo anunciado por tus centinelas! 5 No creas en tu prójimo, ni confíes en tus amigos; cuídate de lo que hablas con la que duerme en tus brazos. 6 El hijo ultraja al padre, la hija se rebela contra la madre, la nuera contra la suegra, y los enemigos de cada cual están en su propia casa.

¡Todos se tratan de aprovechar de los demás! Los líderes parecen cazadores. En lugar de proteger a los débiles, los destruyen. Son como una zarza de espinos, que sólo obstruyen el paso.

En cierta ocasión, una Iglesia en otro país había comprado una propiedad, pero uno de los vecinos también reclamaba el terreno. Para protegerse legalmente, los miembros de la congregación contrataron a un abogado que tenía fama de ser cristiano. Para su sorpresa, cuando llegaron a la audiencia con el juez, ¡el mismo abogado se presentó para representar al vecino! Obviamente, les había hecho una jugada sucia. ¿Cuántos casos parecidos se han visto alrededor del mundo?

Hay muchos líderes que, en lugar de ser guiados por la justicia de Dios, son guiados por sus propios apetitos y su deseo de conseguir dinero. Miqueas describe la situación en la Jerusalén de su día, y lamenta la pérdida de los valores que Dios había inculcado en su pueblo por medio de la ley de Moisés. Nosotros también lamentamos la pérdida de los valores que la Biblia nos enseña.

Vemos que la sociedad cada vez más abandona la honestidad, la decencia, la generosidad y la misericordia. En su lugar quedan el engaño, la inmoralidad y el egoísmo. Muchos líderes incluso reciben halagos por la manera en que se han aprovechado de los demás. ¿Cómo debemos responder a estas cosas? ¿Qué podemos hacer?

Miqueas nos da tres consejos. En primer lugar, debemos lamentar (Clamar) el estado de nuestra sociedad. El expresa su tristeza con lo que ve a su alrededor. Nosotros también debemos lamentar la falta de moral, de decencia y de honestidad. ¿Por qué lamentar? Porque la única opción es aceptar. Cuando dejamos de lamentar las condiciones en las que nos encontramos, empezamos a aceptarlas.

Esto se refleja en la actitud que dice: "Bueno, así es el mundo. ¿Qué vamos a hacer? Las cosas siempre han sido así." Cuando dejamos de lamentar la condición de la sociedad, pronto nos encontramos aceptando y participando en las cosas que antes habíamos rechazado. Lo que antes nos parecía extraño se vuelve normal.

Esto le sucedió a Lot, el sobrino de Abraham. Se mudó a la orilla de la malvada ciudad de Sodoma, porque había muchas oportunidades económicas allí. Como hombre justo, la sensualidad pervertida y las injusticias sociales de la ciudad le molestaban, pero poco a poco se fue acostumbrando.

Cuando llegaron los ángeles enviados por Dios para advertirle de la destrucción de su ciudad, los hombres de Sodoma quisieron acostarse con ellos. Lot se había acostumbrado tanto a la maldad de su pueblo que llegó al colmo de ofrecer a sus propias hijas a la multitud, en lugar de los ángeles que se hospedaban con él. 
Había dejado de lamentar la maldad, y se había acostumbrado a ella.

No quiero decir que debemos vivir en un estado constante de lamentación. ¡Al contrario! Uno de los frutos del Espíritu Santo en nuestra vida es el gozo. Pero en lugar de dejarnos deslumbrar por el brillo de la sociedad que nos rodea, debemos responder con tristeza por las injusticias y la maldad que vemos a nuestro alrededor.

Sigamos leyendo ahora Miqueas 7:7, y luego brinquemos a los versos 18 al 20:

7 Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor;  yo espero en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará!

18
¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito del remanente de su pueblo? No siempre estará
s airado, porque tu mayor placer es amar. 

19 Vuelve a compadecerte de nosotros. Pon tu pie sobre nuestras maldades y arroja al fondo del mar todos nuestros pecados.


20 Muestra tu fidelidad a Jacob, y tu lealtad a Abraham, como desde tiempos antiguos se lo juraste a nuestros antepasados.



En el verso 18, Miqueas nos habla del remanente. En medio de la maldad que se veía por todas partes del pueblo de Dios, algunos se mantenían fieles a su Dios. Aunque habían pecado, se arrepentían. Por la gracia de Dios, fueron preservados en medio de la maldad del mundo.

Dios siempre tiene un remanente, hasta el día de hoy. Hay muchas personas que se llaman cristianas hoy en día. Alrededor de dos mil millones de personas alrededor del mundo se identifican como cristianos. ¿Cuántos de ellos realmente lo son? Solamente Dios lo sabe. Pero El nos llama a nosotros a pertenecer a su remanente, al grupo de personas que realmente lo conocen y que son perdonados por medio de la fe en Jesucristo.

Como remanente, la segunda cosa que Dios nos llama a hacer es a separarnos. Tenemos que vivir una vida de separación y de santidad. No podemos dejarnos influenciar por lo que nos rodea.


El creyente debe ser notable entre la sociedad. El apóstol Pablo lo expresa con palabras bellas en Filipenses 2:15: 

"para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento...".

Vivimos en medio de una generación torcida y depravada, pero Dios nos llama a brillar como estrellas en medio de la oscuridad. Esto sólo es posible si somos diferentes de los demás. Cuando las personas observan tu vida, ¿ven alguna diferencia entre tu forma de vivir y la de los demás? ¿Hay una diferencia en tu forma de hablar y de actuar?

¿Cómo podemos vivir en separación del mundo? ¿Cómo podemos brillar como estrellas en el firmamento? La respuesta está en el verso 7. Conforme más nos acercamos a Dios, más nos alejaremos de la maldad. Cuando nuestra esperanza está puesta en Dios, cuando lo amamos y esperamos en El, nos alejamos cada vez más de la maldad.

Si estás casado, considera tu matrimonio. Imagínalo como un triángulo. Los dos puntos de abajo te representan a ti y a tu pareja. El punto de arriba es Dios. Si ustedes sólo se miran el uno al otro, siempre habrá alejamiento. Pero si juntos se acercan a Dios, si se enfocan en amar y conocer y obedecer cada vez más a Dios, entonces terminarán acercándose también el uno al otro.

Esto representa una forma de pensar muy diferente de la que el mundo te presenta. El mundo te dirá que te concentres en tus propias necesidades, pero Dios te llama a orar y confiar en El.


Te llama a buscar primeramente su reino y su voluntad. Este sólo es un ejemplo. En todas las áreas de nuestra vida, Dios nos llama a separarnos espiritualmente de la sociedad podrida que nos separa.

Nuestra forma de hablar, la música que escuchamos, nuestro uso del tiempo, nuestro uso del dinero - todo debe ser diferente. Esto nos lleva a la tercera verdad: tenemos una esperanza que el mundo no tiene. El verso 7 da voz al corazón de los que realmente siguen al Señor. Lo seguimos porque tenemos una esperanza en El.

Frente a la maldad que vemos a nuestro alrededor, nuestra reacción es esperar en el Señor. No quiero decir que vayamos a quedarnos con los brazos cruzados y no hacer nada. No me refiero a esperar como uno lo hace en una sala de espera, con una expresión de aburrimiento en la cara: "Dios, ¿cuándo vas a hacer algo?"

Más bien, me refiero a vivir con la expectativa y la seguridad de que Dios va a obrar. El está obrando en el mundo. En medio de toda la maldad que hay, El está trabajando para que el mundo no se destruya por completo. Un día, Jesús volverá y terminará para siempre con la maldad. Si permanecemos fieles a El, sabemos que también viviremos en ese mundo nuevo que El hará.

Escucha las palabras de Apocalipsis 21:1-4, que describen este nuevo mundo que Dios hará:

1 Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar.


2 Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido.


3 Oí una potente voz que provenía del trono y decía: "¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! El acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios.

4 El les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir."


Será un mundo de alegría, de bendición, de paz y prosperidad. No habrá muerte, ni habrá pecado. Será un mundo de amor, de diversión, de descubrimiento y de adoración. Será más maravilloso de lo que nos podemos imaginar. Dios está haciendo este mundo nuevo. Un día, vendrá sobre la tierra cuando Jesús regrese.

Vivimos en un mundo cada vez más oscuro. Esta semana las noticias nos presentaron horribles escenas de abuso de autoridad. Acto seguido, vimos las acciones alocadas de un asesino que quería destruir indiscriminadamente a los agentes de la orden pública. Parece que el mundo se ha vuelto loco.

En medio de esto, más que nunca tenemos que vivir como luz en las tinieblas. Sólo podemos hacer esto si la luz de Cristo - su verdad, su presencia, su amor - brilla en nuestros corazones. Frente a toda esta locura, podemos encontrar en Cristo la Palabra de verdad, de sanidad y de coherencia que trae paz a nuestros corazones. Sólo con El podemos vivir confiados en una sociedad corrompida.